Primer testimonio


Hola a todos. Antes de nada, quiero agradecer vuestras visitas. Ayer, en el nacimiento del blog, superamos las 80 visitas y hoy, en lo que llevamos de día, hemos alcanzado las 23. ¡Que no decaiga!

Hoy voy a entrar con lo que prometí: el primer testimonio de un opositor. No me llegó por correo electrónico, me lo contaron por messenger. Sucedió en Granada, en una convocatoria reciente, en las oposiciones de educación (no importa si se trataba de primaria o de secundaria, ambas funcionan exactamente igual). Para que podáis entender la anécdota, es necesario explicar cuál es el mecanismo de las oposiciones de educación.

Estas oposiciones se dividen en 2 o 3 partes (según especialidad):

1ª parte: Prueba escrita. Hay unos temas, que pueden ser más o menos extensos – en magisterio, si no me falla la memoria, son 25, en secundaria se superan los 60 temas-. El día del examen, se sortean los temas, es decir, emplean unas bolitas numeradas y unos bombos calcados a los del telecupón, pero más chicos, probablemente procedentes de algún bingo familiar, y sacan un número de bolas proporcional al número de temas. En primaria son 3 bolas, en secundaria son 5 bolas. En ambos casos, cuando cada tribunal anuncia cuáles han sido las bolas, cada opositor elige el tema que más se le antoje, le apetezca, mejor se sepa, más pueda inventar, etc.

1ª bis: Esta no se hace en todas las Comunidades Autónomas. En Murcia y en Andalucía no se hacen. En Castilla y León y en Valencia sí. En las demás, lo ignoro, cada cual es hija de su padre y de su madre, pero como cuento con vosotros para ir aumentando mis conocimientos, seguro que seguiremos ahondando en este asunto. Y el asunto es la lectura pública del examen escrito. Según me contaba una amiga vallisoletana ayer, lo lógico sería que cada miembro del tribunal contara con una fotocopia del examen para cerciorarse de que el opositor que da lectura a su tema no invente nada. Pero no. Eso da al «lector» la oportunidad de añadir sobre la marcha cosas que no estaban escritas en el examen, o corregir errores que hubiera cometido… pero para hacer eso hay que tener mucha sangre fría, porque el tribunal nota cualquier parada que se realice para pensar. Por ello, aunque me prometí no dar consejos (una muestra más de mi incoherencia) cabría aconsejar a los tramposos que se aprendieran de memoria una versión alternativa de su examen, para irla «recitando» sobre la marcha mientras simulan leer lo que escribieron. Nadie comprobará si hicieron trampa o no, sólo deben procurar que la voz no les vacile ni hacer pausas exageradas.

Incrusto una micro-reflexión: ¿Por qué organizan lecturas del examen si dan lugar a hacer trampas? Pues, naturalmente, para ahorrarse leer y corregir los exámenes.

PD a la micro-reflexión anterior: En cualquier estudio, los exámenes sirven para valorar qué se ha aprendido en relación a un modelo (manuales, libros de texto, documentación diversa, apuntes impartidos en clase…) pero en las pruebas de oposiciones, los tribunales no valoran según un modelo: cada academia, preparador, estudiante… elabora su propia versión del tema, de tal modo que la forma de evaluar que tienen los tribunales es por comparación. Daos cuenta de las implicaciones que tiene esto.

Hechas aclaraciones sigo con lo que estaba: las partes en las que se divide una oposición de educación.

2ª parte: Defensa de la programación. Cada opositor realizó una programación que entregó al tribunal el día de la presentación. Una programación es un documento en el que se refleja cómo sería el proyecto de trabajo de un docente a lo largo de un curso académico en un centro imaginario con circunstancias imaginarias, alumnos imaginarios, compañeros imaginarios, recursos imaginarios… en suma, una programación es la plasmación de un delirio en el que sólo existe un elemento real: la ley de referencia. Se valora mejor, cuenta las leyenda, cuanto más realista consigue ser, pero esto no es una verdad universal – hay quien puntúa la innovación, la creatividad, etc-. ¡Para pegarse un tiro!

Una vez que la programación ha sido entregada, la retienen un tiempo hasta que llega el día en que, por turnos, cada opositor debe defenderla. Supuestamente, en ese lapso de tiempo los tribunales (que están compuestos por cinco miembros) se leen cada una de las programaciones que les competen. Tengamos en cuenta que para cada tribunal puede haber entre 50 y 100 programaciones, así que toca creerse que cada uno de los miembros se lee todas esas programaciones. Añadid a esto que en las comunidades en las que los miembros del tribunal corrigen los exámenes, también deberían leer y valorar cada uno de los 50-100 exámenes que les corresponden. Un proceso que sucede entre los meses de junio y julio. Lo normal es que entre la primera prueba y la segunda transcurran, como mucho, entre una y dos semanas.

La defensa que un opositor ha de preparar, se divide a su vez en dos partes:

a) La exposición de tu programación en general: en qué convocatoria te apoyas, en qué principios la justificas, en qué consiste, qué actividades harás, cómo trabajarás, cómo temporalizarás, cómo evaluarás, cómo te autoevaluarás… es muy pestiño, muy muy.

b) La exposición de una unidad didáctica: además de la programación general, toca desarrollar 12-15 (según comunidad) unidades didácticas. Es decir, temas. Si, por ejemplo, en el plan anual has dicho que vas a desarrollar unas jornadas matemáticas en el mes de marzo para motivar a los chavales a convertirse en calculadoras vivientes, una posible actuación sería desarrollar esa idea y contar cómo, cuándo, por qué, para qué, con qué materiales, etc, etc, etc, lo harías. Incluso puede que te pidan que elabores los materiales que emplearías y los expongas durante tu exposición, para que quede más chulo (bueno, no te obligan, pero la nota va en juego).

El cómo se dividen estas fases varía por comunidad y convocatoria. Os estaréis dando cuenta de la variabilidad de los criterios por zona. Es lo que tiene nuestra idiosincrasia nacional, cada comunidad quiere ser única. En Andalucía, hasta donde sé, cada parte abarca media hora y te pueden hacer preguntas al final de cada parte o durante la exposición. En Murcia, cada parte dura 25 minutos y nadie va a interrumpirte porque hay 10 minutos finales reservados para que el tribunal realice las preguntas que considere oportunas. En el resto, cada cual tendrá sus propios matices y cuento con que seguiremos profundizando en ellos.

Antes del desarrollo de la defensa se produce un evento al que llamamos «LA ENCERRONA». Consiste en que el opositor es encerrado en un aula durante una hora para que pueda preparar su defensa.

Hay que decir que la primera parte (por su bien) ya debe estar prepararada de casa. Y no sólo eso, debe sabérsela de memoria, porque aunque a veces dejan llevar un guión o un índice, lo que agrada a los tribunales es que les cuentes toda la primera parte de coco mientras ellos ojean la programación y van confirmando que cuanto les dices se encuentra escrito en ella. Normal que actúen así ya que, como saben que sabemos que no leen las programaciones, más de uno podría verse tentado a entregarles algún tocho de 70 folios repleto de páginas en blanco. Entonces, lo que se prepara en la defensa es la segunda parte, en concreto, dejan que te la estudies y que desarrolles un guión de una cara que te sirva de apoyo. No hay más características: un guión de una cara, nadie establece cuántas palabras ha de incluir este guión ni de qué tamaño ha de ser la letra, así que, como es lógico,la gente incluye en sus guiones toda la información que es capaz. Y luego, además de elaborar el guión, memorizan o intentan memorizar lo que deberán decir.

Este tiempo es obligatorio, sagrado, intocable.

Imaginad lo que supone que estés en la «encerrona» y a los quince minutos llegue el presidente tribunal y te diga «Señorita, salga ya a exponer, que a la chica que exponía antes que usted le ha dado un ataque de nervios y se ha marchado».

Claro, podría haberse negado al atropello, contestando que la ley la ampara y que su derecho es su derecho… pero ¿Quién supervisa eso? ¿Quién la defendería? ¿Quién evitaría que el tribunal, molesto, la suspendiera si así se le antoja? Nadie. Así que tragó, con el perjuicio consiguiente… y hoy por hoy se ignora si fue capaz o no de superar el examen.

A mí me sucedió algo similar hace cuatro años, la primera vez que me examiné. Había salido a exponer y el tribunal me dijo lo de «Señorita, la chica que exponía antes que usted ha ocupado parte de su tiempo,haga el favor de intentar ser lo más breve que pueda». Yo me puse nerviosa y acabé en menos de 20 minutos. Cuando fui a reclamar mi nota se me dijo que 1. no había ocupado el tiempo 2. no había escrito en la pizarra y 3. era muy joven (23 años).

¿Lamer culos o no lamerlos? ¿Invocar a la ley o hacer la pelota?

Esa es la cuestión.

Sólo me quedó explicar que la tercera parte de la prueba es la parte práctica, un supuesto. No se hace en todas partes y, de hecho, en Andalucía creo que sólo se hace en relación a la música (pruebas de tocar un instrumento).

Y no me enrollo más por hoy, que os tengo hartos 🙂

Acerca de Hécate

Lee y me cuentas.
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