Hoy voy a hablar de las habilidades no reconocidas en «desocupados». Hace días que la idea me ronda, sobre todo desde que colgué el «Cutículus Pijae». Se considera que las habilidades se adquieren durante la experiencia profesional, aunque ya en los CV hay quien pone las aficiones para que el seleccionador pueda deducir qué sabe hacer en base a sus aficiones. Por ejemplo, alguien que haya estado en un grupo de teatro puede tener aptitudes para ser buen comercial, ya que se le supone una mayor desinhibición ante la gente, una capacidad para ensayar de modo creíble un guión, etc. También están muy de moda los voluntariados; quedas como buena persona y adquieres competencias profesionales. Yo misma he estado (y supongo que sigo) de voluntaria en un grupo de autismo y, como es lógico, lo pongo en el currículo, ya que es un modo de acreditar que tengo una experiencia tratando con personas que sufren esta circunstancia y quizá esa experiencia, por escasa o mal valorada que sea, me supone la diferencia con otra persona que opte a un trabajo de ese estilo y no la tenga.
Sin embargo, hay aficiones que a la gente le da pudor poner y resulta que de ellas podrían extraerse diversas habilidades. Sí, con todo el respeto del mundo, estoy pensando en los frikis, no voy a decir nada peyorativo de ellos (me caen bien). ¿Alguna vez habéis jugado a un juego de estrategia militar o de gobierno? Una de las mayores lecciones de política que he recibido en mi vida me la enseñó un juego de ordenador: el Caesar II. El juego consistía en gobernar una ciudad del imperio romano en todas sus variantes imaginables, desde la economía, el comercio internacional, las cuestiones militares, urbanismo… e incluso la relación con los dioses y el ocio de la gente, en suma, tocaba cuidar tanto del pan como del circo. ¿Y cual fue esa lección? Pues que cuando el desempleo superaba el 11% los romanos del juego salían a la calle y comenzaban a quemarte la ciudad. Si a esta situación además se le añadía un déficit económico que no se solucionaba con dos préstamos del César y que no remontaba en en plazo de un año y medio o dos años, acababas exiliado y muy jodido, ¡Adiós gobierno!
De ahí que creo, por estúpido que parezca, que cualquier candidato a presidente de gobierno debería jugar a este juego o a alguno de corte similar, que los hay a montones: en el Impero Romano, en la Hélade, en la Atlántida (sí, aunque no exista) e, incluso, ambientados en la época actual y en nuestro simpático mundo occidental.
Luego están los juegos estos de tablero. Yo de eso no sé demasiado, aunque alguna experiencia directa o vicaria he tenido. De modo muy básico, esos juegos no dejan de ser primos del ajedrez. Y está muy bien visto jugar al ajedrez (en un sentido elitista), parece que con ello se puede mirar el mundo desde arriba. A mí me gustaba ese juego hace unos años, aunque ahora haya perdido el hábito, si bien no aprendí de una forma muy canónica: ¿Alguien recuerda el «Battle Chess», juego del ya más que difunto 286? Ese juego enseñó a toda mi familia y durante algunos años hacíamos divertidas competiciones familiares en las cuales podíamos hacer cosas poco ortodoxas pero igualmente estratégicas como… cantar para distraer al contrario. ¡Es la guerra!
En fin, el desbarre viene porque el principio del ajedrez es que:
– Tienes un espacio.
– Tienes unas reglas.
– Y tienes unas armas (piezas) que debes utilizar de modo coordinado para vencer a un contrario que ¡sorpresa! está en condiciones idénticas a las tuyas, más allá de que comiencen las blancas y toque acordarlo con el contrincante. Es la única diferencia inicial: quién comienza.
Sin embargo, estos juegos se han complicado mucho: algunos tienen muchas más piezas que el ajedrez, muchos más espacios a valorar, obstáculos a sortear, o bien no empiezan ambos jugadores con las mismas armas y recursos que el contrario y deben variar su juego según los recursos que les toquen…
Qué queréis que os diga, seguro que la lógica y el pensamiento estratégico se desarrollan una «jartá» con estas cosas… os aseguro que no estoy de cachondeo.
¿Quién estará realmente capacitado para valorar las habilidades que ha desarrollado una persona a lo largo de su vida?
Así que ya sabéis, niños, cuando estéis jugando y vuestros padres os pregunten algo como «¿Así vais a levantar el país?» podéis responder «Sí, así vamos a levantar el país», a ver qué cara ponen…
¡Saludos!
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Es cierto, a mi me paso eso otros juegos de estrategia, Faraón, que es similar al que citas, y con el mejor de los juegos; en mi opinión, que ha habido en cuestiones de estrategia, me refiero a Civilization
Pues en mi curriculum siempre pongo que dibujo… bueno que soy dibujante, profesionalmente llevo poco tiempo pero me saco unos dineros al mes dibujando y lo que publico llega a mucha gente… otra cosa es que luego lo tengan en cuenta :S jejeje
Vicente: No te imaginaba jugando a esas cosas, pero me encanta. Mi madre también se ha viciado durante años a ese tipo de juegos. No son aficiones que tengan que estar restringidas a un público adolescente. Y te diré más, ahora tú ves chicos y chicas que juegan en cifras (creo yo) parecidas a esas cosas… pero no hace tantos años, cuando era una cría que iba al colegio-instituto, no había una sola chica que estuviera enganchada a un juego de ordenador, esa afición se tenía por masculina. Curioso, ¿verdad?
Euler: En tu caso, no incluir algún dibujo en tu CV sería un crimen. La verdad es que estás hecho un máquina y te diré más: en lugar de un dibujo aislado sería bueno que incluyeras alguna pequeña tira cómica, más que nada para demostrar que, aparte de saber dibujar, tienes ingenio.
Gracias a ambos 🙂
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