Esto de pensar en juegos antiguos, como hice en mi anterior entrada, tiene efectos secundarios: pensar en juegos más antiguos todavía. El comecocos es uno de nuestros jurásicos; quienes usáis Google (¿hay alguien que no use el Google?) recordaréis que hace poco se llevó un homenaje en honor a su 30 aniversario… y que ese homenaje, que consistía en implantar en la cabecera del buscador una versión simpática de aquel juego, hizo perder muchos dineuros a las empresas. Era imposible tener eso delante y no jugar. ¿Por qué será?
Es la clase de pregunta chorra que, con un poco de alcohol encima, te puede llevar a una disquisición estupenda. En mi caso, lo que llevo en el cuerpo es un café con leche desnatada y sacarina acompañado ricamente de dos miniperas – por si no lo habéis notado, sigo a dieta postoposicional– pero voy a suponer que todo ello ha fermentado en mi estómago y voy a razonar como si llevara una pizca saludable de alcohol en sangre. Total, no necesito beber para decir estupideces.
¿Qué es el Comecocos?
– Es una bola amarilla que siempre vemos de lado.
– Tiene ojos y boca. Carece de manos o piernas. Suponemos que se desplaza volando, ya que tampoco lo vemos rodar.
– Su misión en esta vida es ir comiendo pelotillas, por llamarlas de otro modo, porque «cocos» no es que sean, ya que un coco es: 1. fruto que todos conocemos; 2. el árbol del que viene ese fruto que todos conocemos; 3. una parte de la cáscara del fruto que todos conocemos; 4. cuentas para hacer rosarios; 5. cabeza humana; 6. un tipo de insecto; 7. un tipo de bacteria; 8. diversos usos coloquiales de América Latina que tampoco tienen mucho que ver con el juego de marras.
Para nuestro amigo amarillo sería mucho más relajado comer pelotillas sin agobios, pero claro… podría hacerse preguntas incómodas como:
– ¿Quién soy?
– ¿Quién me ha creado?
– ¿Por qué estoy aquí?
– ¿Por qué por más que subo niveles, sigo aquí?
– ¿Por qué TANTA PRISA?
– ¿Por qué no puedo evitar comer pelotillas?
– ¿En qué me beneficia ir subiendo puntos?
Y demás reflexiones aledañas que podrían derivar en una depresión de gran calibre. Si hay una vida triste, esa es la del Comecocos. ¡Es un perfecto desgraciado!
Así que idearon algo para tenerle motivado. No es que su vida adquiriera más sentido, es que el estrés impide pensar. De ahí vienen los fantasmas, cuya misión es perseguir al Comecocos y éste, al saberse perseguido, sólo puede correr y seguir comiendo pelotillas, pensando que ese es el orden natural de las cosas: Comer o ser comido. ¿A que suena a Darwinismo?
El tema es que así evitamos un problema psicológico en el Comecocos, pero se lo trasladamos a los fantasmas. ¿Qué tienen estos contra nuestro amigo amarillo? Realmente NADA. ¿Por qué defienden las pelotillas? Ni lo saben. Al menos están más acompañados, ahí se tienen los cuatro para contarse chistes si se aburren. La socialización, unida a la convivencia extrema, puede disminuir el riesgo de que se coman la cabeza… pero no lo evita. Había que añadir un factor que les hiciera sentirse enemigos del Comecocos, que les motivara a perseguirle.
Así fue como crearon los bonus, esa rara oportunidad de que el Comecocos se zampe a los fantasmas… aunque estos vuelvan del limbo en una versión mucho más peligrosa que la original.
De este modo, todos están ocupados… y nadie se plantea ni las preguntas mencionadas antes ni la mucho más trascendente: «¿Por qué después de la muerte, en lugar del descanso eterno, regresamos al nivel 1?»
Por desgracia, a las personitas es más complicado distraernos que a los Comecocos 😛 aunque a fuerza de hacernos competir en todos los ámbitos, el sistema consiga dejarnos descalibrados.
¿Ha quedado claro el por qué del éxito del juego?
¡Nos leemos! 😀
Increíble, que de una cosa tan simple puedas redactar 647 palabras, las he contado.
Bien, mi vida ya no tiene sentido, por más que me esfuerce nunca lo conseguiré, para eso debe hacer falta un don.
Te leo! 😀
Nena, la vida como el juego es un continuo correr y correr, un estrés que nos autoimponemos, ¿O simplemente es el peor de los virus, impuesto por una especie de contagio sociológico?. Lo que está claro es que en realidad pocas veces nos paramos a hacernos preguntas,…o quizás es que estamos cansados de hacernóslas porque no nos llevan a ninguna parte…quien sabe.
En mi opinión lo que nos ocurre es que no nos hacemos las preguntas adecuadas en el momento adecuado….
Quizás ese fantasmita que intuimos a nuestras espaldas no sea más que un reflejo de nosotros mismos, y esas bolitas amarillas los sueños a conseguir, pero cumplido uno, un impulso irremediable nos hace ir a por otro para dotar a nuestra existencia de un nuevo significado. La cuestión se resume en una continua necesidad de reinventarnos.
La recompensa del bonus para mi representa la valentía, esa de enfrentar el miedo al monstruo y así subir un escalón más hacia nuestra autoestima personal….
Bueno, esto seguramente será una gilipollez, pero es lo que se me ha venido a la cabeza después de leer tu texto en la cocina, con el bote de quitagrasas en la mano y en la otra el estropajo….jajajaja….¿Porqué hacer una sola cosa si puedo hacer dos a la vez? jajaja…
Ponme dos bolitas amarillas delante beiby, que mejor dos que una…..
Me encantó este post chiquilla, hay que ver que análisis te montas, muy bueno si señora! Muackssss!!!
«Comer o ser comido» he ahí el dilema xDD la verdad es que pacman es uno de mi jueguitos predilectos, a veces me desespera a tal punto que termino gritándole a los fucking fantasmas… no creo que el juego en sí tenga un trasfondo, pero sin duda puede servir para agudizar ciertos reflejos y hasta sentidos…. Cuando muera espero ir al purgatorio al que van esos fantasmas y regresar más fuerte que rambo, eso sí no persiguiendo a un «comecocos» precisamente xDDD
Excelente entrada, siempre es grato leerte Sister 🙂
Dekn7: Esa habilidad de enrollarme hablando de estupideces me ha permitido sacar buenas notas en cierto tipo de exámenes… no tengo claro si es un don o si es incontinencia verbal, pero ¡gracias!
Brushi: ¡Así me gusta! ¡Con dos bolitas por delante! 😀
Yer: Es uno de tus juegos preferidos… y el de mucha gente. Supongo que es por su simplicidad, pero al igual que el tetris, ¡engancha que no veas!
Como la vida misma.
Sigo considerándolo el mejor juego.
Bueno, de mi colección de anécdotas de abuelo cebolleta, hoy te dejo algo que leí en la puerta del excusado de mi escuela:
«¿Quién diría que el comecocos marcó una generación? Si así fuera, nuestro ocio consistiría en comer pastillitas en garitos sombríos al ritmo de música electrónica»
Y lo de la trascendencia metafísica de los juegos. se lo dejó a los sociólogos.
Saludos
Vicente: Es que los juegos antiguos eran la leche. Hay unas páginas llamadas «abandonware» que son para los románticos como nosotros, que añoramos el tetris, el comecocos, el prince de persia cuando no estaba en 3-D y similares :)) Suelen ser de descarga gratuita, por si te interesa (estás hecho una caja de sorpresas).
Garicano: ¡Se aprenden grandes cosas leyendo en las paredes de los cuartos de baño! Un día se podría hacer un recopilatorio. Y sí, mejor deja lo de la trascendencia a los sociólogos… o a las mentes perturbadas que desayunan café con sacarina y peras XD
¡Nos leemos/vemos! 🙂
Comecocos: Persona manipuladora, también psicólogo o psicoanalista,jaja
Muy buen entrada!!!!!! yo sea el comecocos o cualquier cosa,me vicio a todo, soy una puta marioneta.
¡Je! Acepción importante en la que no caí 😀 ¡Mercys!
Jajajajaj, ¡me encanta! Análisis psico-sociológico de los componentes del comecocos, ¿a quién se le hubiera ocurrido? XD Genial artículo, con el que acabo de descubrir que la vida sería más interesante si me persiguiesen fantasmas de colores xD
No te preocupes, si te pones lo suficientemente bizca y desarrollas un par de minipuntos de paranoia (o, en su defecto, te ayudas con psicotrópicos) verás cómo te persiguen los fantasmas de colores.
Es una alegría tenerte por aquí :))
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