Hoy voy a arrancarme con una serie de entradas que van a dar lugar a una categoría propia: experiencias preprofesionales. Se llama así a los raros encuentros en tercera fase que hemos tenido algunos con el competitivo mercado laboral: entrevistas de trabajo, becas, intentos de montar empresas, voluntariado, asociacionismo, curritos en grado de «tentativa» que fueron abandonados antes de cobrar el primer mes, trabajo en negro… y, del mismo modo que invité en su día (y sigo invitando) a los opositores a compartir conmigo sus testimonios para la página, invito a aquellos que tengan anécdotas que contar a que las compartan o bien en los comentarios o bien a través de mi correo electrónico ayermateafobos@hotmail.com, de cara a compartirlos en el blog. La intención es despotricar, no iluminar caminos, pero si se sacan resultados útiles de las catarsis, mejor que mejor.
Quienes más o menos habéis seguido mi blog, sabéis quién soy, pero una cosa es definirme como diplomada en magisterio de primaria, licenciada en psicopedagogía y opositora hasta la extremaunción, y otra muy distinta es definir mi «especie» dentro de la fauna y flora de quienes nos movemos en el fascinante mundo de la educación.
Quede claro que no hay fulano que no prefiera ser cabeza de ratón antes que cola de león.
En magisterio existen las siguientes especialidades (que antes de la invasión boloñesa se estudiaban en tres cursos):
– Primaria: Dícese del generalista, tutor de toda la vida, sujeto que imparte clase a críos de entre 6 y 12 años en las materias de lengua, matemáticas, conocimiento del medio (antes sociales y naturales) y plástica. Los maestros de primaria se sienten ufanos, porque se sienten el grupo más académico, ya que hacen menos trabajitos manuales que los de otras especialidades y tienen alumnos más grandes. Esto, que parece una estupidez, se refleja no sólo en los campus, sino en las estructuras de poder de los colegios: a mayor antigüedad o más cargos de un profesor, más años tienen sus alumnos. Sus enemigos naturales son los maestros de infantil (si los niños llegan mal, es culpa de la etapa anterior), otros maestros de primaria (si los niños llegan mal, es culpa del tutor del curso/ciclo anterior) y los tutores de los institutos (¿y esos cabrones me culpan a mí de que los niños lleguen mal?).
– Infantil: Dícese del maestro que imparte clase a críos de entre y 5 años, antiguamente llamados «parvulitos», si bien los de tres antes pertenecían al ámbito de los «puericultores», que no estudian una carrera sino un Ciclo Formativo (lo que les lleva a ser minusvalorados por los maestros de infantil) y se ocupan de los críos que tienen entre 0 y 2 años. Se menosprecia a los profesores de infantil por los siguientes motivos:
a) Si mucha gente se matricula, no es difícil. Esto afecta al magisterio en general, por ello es de las carreras peor vistas en las universidades; y a la especialidad de Infantil en particular, por situarse entre las más multitudinarias (o la más multitudinaria) dentro del magisterio.
b) Si está llena de mujeres, no tiene prestigio. Dentro de que magisterio sea una carrera típicamente femenina, esta especialidad es la que tiene más mujeres. Los hombres no muestran la misma disposición a cambiar pañales… o será que no la muestran por lo mal visto que está cambiar pañales; bien que se subieron al carro de la cocina siempre que fuera en la televisión y acompañados por un gorro de tres metros.
– Pedagogía Terapéutica: Son los cariñosamente llamados «Petés» (PT) porque el maestro del siglo XXI es adicto a las siglas, basta con ver los apuntes de cualquier estudiante de un magisterio. Son respetados y despreciados a partes iguales; respetados porque nos quitan los «marrones», los niños con los que no sabemos qué hacer, y despreciados porque aún hay quien piensa que con esos niños no se puede hacer nada… incluso dentro de los mismos «Petés», de tal modo que quien es bueno hace maravillas, pero quien es malo… puede tocarse las narices a dos manos, porque a ver quién va a descubrir que con esos niños tan perjudicados por la vida no se está sacando el máximo rendimiento. En esta especialidad tenemos a los más currantes y a los más vagos.
– Audición y Lenguaje: Su función es a) apoyar a alumnos con deficiencias auditivas en los centros de sordos y b) apoyar en las aulas de integración al desarrollo del lenguaje. Sus relaciones con otros cuerpos de maestros son muy similares a las descritas en el anterior apartado con referencia a los «petés».
– Inglés: Una vez citados el profesor de primaria, el profesor de infantil y el PT, que tienen grupos propios (lo que les convierte en tutores), toca citar a los especialistas y, cómo no, los de inglés deben ser los primeros, ya que son lo más chulo que ha dado el país después de los chupachups: en otras palabras, los maestros de inglés son los que tienen mayor prestigio dentro del colectivo de especialistas. ¿Por qué? Porque en España todavía saber inglés es como saber metafísica y no hay mucha gente en un centro que pueda llevarles la contraria – a ver quién se va dar cuenta de que el profe de inglés está metiendo un pifiazo-. Además, el que esté este idioma tan valorado en el Imperio Occidental aumenta su prepotencia. No obstante, hay quien les pisa la cabeza: los Licenciados en Filología Inglesa y los titulados por la Escuela de Idiomas (EOI), sus enemigos naturales.
– Francés: Sí, los maestros de francés existen, sólo que, para su suerte o su desgracia, suelen llevar a cabo su labor en el instituto; pues la enseñanza de francés acostumbra a comenzar en primero de ESO. El trabajar en un Instituto les lleva a impregnarse de la arrogancia que suele caracterizar a los profesores de esa etapa – no olvidemos que en la escuela son diplomados, grupo B, y en el IES licenciados, grupo A-, así que se sienten mejores que sus pares, que están en un centro de «inferior categoría», pero no dejan de ser el último mono de los institutos, siendo tildados de «maestros» despectivamente por éstos.
– Música: Esta asignatura es considerada una «María», pero goza de una singular característica: es de las favoritas de los alumnos. Y entiendo que es muy lógico que sea más fácil tomar cariño a un profesor de música que a un profesor de mates. Además, por lo artística de su especialidad, suelen acabar metidos en todos los saraos que se organizan en los colegios, así que lo que les falta de impartir una asignatura «respetada» lo ganan con su fuerte participación en todas las movidas y el apoyo que reciben por parte de los alumnos. Están por encima de las rencillas.
– Educación Física: Aquí van a parar el 70% de los hombres que estudian magisterio y aquí deberían entrar las aspirantes a maestras que pretendan, ya de paso, ligar un poco a lo largo de la carrera. Suele considerarse el magisterio más «flojo» en contenido y es, por tanto, el refugio de mucha gente que estudia por estudiar. También alberga a futuros bomberos, policías o deportistas e, incluso, a gente que se quedó con ganas de estudiar medicina; por ello toca admitir que los maestros de esta especialidad son especialmente útiles cuando los alumnos tienen cualquier tipo de accidente. Por tanto, el respeto que se ganan suele derivarse de su rol de «ángeles custodios del botiquín».
– Religión: Estos maestros son los peor tratados, por los siguientes motivos:
a) Se trata de una materia que no es tomada en serio socialmente.
b) Los profesores que acceden a este gremio no han superado una oposición – acceden por vías mucho más oscuras, cualquier día me extiendo sobre este particular, ya que lo conozco-. Con lo que se sufre opositando, esto, por sí solo, ya es motivo de inquina por parte de sus colegas.
c) No es una materia obligatoria. Su definición legal es «materia de oferta obligatoria y elección voluntaria», es decir, los colegios deben ofrecerla y los padres pueden cogerla o no. Consecuencia: como los padres son seres tan coherentes, todos eligen la enseñanza de religión antes de 3º-4º y hasta esos cursos, porque es bonito ver a los críos disfrazados y haciendo la primera comunión… pero luego les borran, sobre todo si el crío tiene cualquier tipo de altercado con el profesor, aunque tenga razón el profesor.
d) La vida del profesor de religión es escrutada, para que sea compatible con la doctrina. Así que vale, no superan las oposiciones… pero, por poner un ejemplo, no son libres de divorciarse.
Por tanto, al quedar en manos de cualquiera, creyente o no, que les quiera hacer la puñeta, son los más indefensos de todos.
Una vez citados a los maestros, no podemos obviar a esos extraños elementos del grupo A que también revolotean por las escuelas, institutos y por dónde se les eche: los Orientadores Educativos.
Para ser Orientador Educativo hay que cursar: 1. Psicología, 2. Psicopedagogía o 3. Pedagogía.
1. Psicología. Los Orientadores Educativos que han cursado Psicología, aunque les moleste horrores, suelen ser personas que intentaron colocarse a través de la vía clínica y no lo consiguieron, por lo que decidieron que la especialidad educativa era la más fácil. Son los típicos a quienes se asocia con la tarea de aplicar test y, en honor a la verdad, fueron los primeros en estrenar el puesto; ya que antes no existían los «orientadores educativos» sino los «psicólogos escolares», que es el nombre que mucha gente conserva en sus cabezas. Sus enemigos naturales son los Psicopedagogos y los Pedagogos, ya que se sienten superiores a ellos («su carrera es más difícil») y se ven compitiendo contra ellos por el mismo puesto de trabajo.
2. Psicopedagogía: Los licenciados en Psicopedagogía son… raros de cojones y de todo lo demás. Es lo que tiene obtener un título que fue creado en 1999, carece de historia y consiste en una mezcla ingeniosa de dos carreras: Psicología y Pedagogía (aunque el componente pedagógico sea mayor). Son menos aficionados a los test que a los psicólogos, pero les tocó aprobar Psicometría y eso no hay quien se lo quite, así que cuentan con el orgullo de saber (o presumir que saben) aplicar las herramientas que aplican los psicológos, pero desde una perspectiva más humanista, sea lo que sea eso. Su pique con los Psicólogos es notable, con los Pedagogos no se llevan mal… aunque les recomienden, cariñosamente, que enfoquen sus pasos hacia la inspección.
3. Pedagogos: Muy poca gente sabe qué son. Menos aún saben para qué valen. Sus estudios son muy similares a los de magisterio, pero con una mayor profundización en áreas como la didáctica, la investigación educativa, sistemas educativos comparados, leyes… si bien manifiestan carencias en el conocimiento de los trastornos del desarrollo o de la aplicación de herramientas psicométricas. Pueden ser unos asesores estupendos, pero a veces apoyarse en el «Lado Oscuro de la Fuerza» (o Psicología, muy especial Psicología Cognitivo-Conductual) es necesario y eso les falla. No se llevan mal con los Psicopedagogos… pero odian a los Psicólogos a muerte.
Los orientadores, sean de la especialidad que sean, suelen pecar de minusvalorar las capacidades y experiencias de los maestros, por aquello de que ellos han estudiado más años y están más puestos en los «últimos chillidos» de la pedagogía; pero los maestros también les minusvaloran a ellos, ya que consideran, no sin cierta razón en ocasiones, que no es igual filosofar sobre niños que sólo conoces por referencias (niños imaginarios) que con grupos reales, ni tampoco es igual trabajar con un crío en exclusiva que con 25 (o más) a la vez.
No obstante, los más odiados por cualquier maestro de un CEIP son los profesores de secundaria, antipatía que suelen compartir los orientadores. ¿Motivo? el típico razonamiento «Mengano habrá estudiado muchas matemáticas, pero de enseñar no tiene ni idea, se cree que le basta el CAP».
Y el CAP es un título de mierda que lleva a la gente a la confusión. Sé de un maestro de inglés (y pedagogo) al que rechazaron de un centro privado por no tenerlo… cuando un pedagogo ha estado estudiando sobre cómo enseñar 5 años, mientras que alguien con el CAP sólo ha hecho un curso de unos meses de duración. Olé. Es casi como lo de obligar a los docentes a hacer el curso de «Formador de Formadores» para impartir cursillos…
Más allá de las categorías citadas, hay que tener las siguientes en cuenta:
– Práctico: Es el caso de la docencia, trabaja sin cobrar, a diferencia de otras carreras, en las que los prácticos si cobran. Es esclavo del centro y de la universidad al mismo tiempo, lo cual le supone un problema: para sacar buena nota en la universidad ha de criticar al centro, para conseguir el apoyo de su tutor debe imitarle y criticar a la universidad.
– Funcionario en prácticas: Raro estatus, has aprobado, tienes plaza, has podido estar ejerciendo mil años como interino… pero consideran que sigues a prueba durante un año.
– Interino: Aprobado sin plaza al que llaman a sustituir. ¿Cómo demonios gestionarán sus alquileres? Para entender por qué pongo esta duda en negrita, basta con leer la entrada anterior.
– Funcionario de carrera: Habitante del paraíso terrenal. O no. Pero tiene voz, voto, estabilidad, sueldo y demás perejiles.
Y ahora, una breve nota sobre los títulos a la «boloñesa»: antes había una especialidad de magisterio (independiente, con 3 años de duración) para cada una de los magisterios mencionados. Ahora habrá tres años de comunes (todos serán generalistas de primaria) y un año de especialización en Educación Física, Lengua Extranjera, Educación Musical, Educación Especial (PT). Para más información sobre estas especialidades y también sobre las otras, visitad: http://es.wikipedia.org/wiki/Magisterio_en_Espa%C3%B1a
Nota 2: Por supuesto, todas las rivalidades expuestas son una burla. No soy quién para juzgar que unas especialidades son mejores o peores que las mías porque la cuestión no es tanto de qué especialidad sea cada quién, sino cómo lleve a cabo su misión. Sólo me estoy riendo de los prejuicios con los que nos castigan a los maestros, a la vez que me río de los prejuicios con los que los maestros se castigan entre ellos. A modo de cierre, una frase que suelo decir: «Quien critique a los maestros, quien les desprecie, que recuerde que deja la educación de sus hijos en sus manos».
¡Saludos!
Esta entrada me encantó ayer cuando la leí XD Realmente, el mundo de los profesionales del sistema educativo es amplio y desconocido (y escalofriante, dicho sea de paso). Por ejemplo, no sabía que para trabajar en un colegio puedes ser psicólogo, pensaba que ya no se podía, que tenías que ser por narices pedagogo. Y lo de psicopedagogo, sólo sé de ellos que es una carrera en la que se han metido muchos amigos cuya nota no llegaba para psicología, pero no tengo ni remota idea de qué se estudia. Me voy a meter a ver la lista de asignaturas, porque estoy pez de esos temas.
Por otro lado, me gustaría saber por qué se estudian carreras distintas para ser profesor de EF según si trabajas en un colegio o en un instituto. Comprendo que las asignaturas de lengua, matemáticas, etc, exigen un conocimiento profundo de la materia que no se adquiere en los antiguos 3 años de magisterio, pero, ¿educación física? Hacen lo mismo en instituto y colegio. Su asignatura no es de sentarse ni de hincar codos, por lo tanto, los chavales de 16 años y los de 6 tienen el mismo comportamiento durante esas horas semanales. Y les ponen igual a jugar al tulipán, o lo que se lleve ahora, indiferentemente de las edades, ¡el trabajo es EL MISMO!
Otra pregunta que tengo es cómo a los maestros de inglés les dan el título sin tener ni puta idea de lengua extranjera. No a todos, obvio (no te ofendas si eres de esta especialidad XD A propósito, ¿de cuál eres?), pero conocí a algunos que… uno de ellos ni siquiera se sabía la lista de verbos irregulares, siquiera en infinitivo. Tendría mucha idea sobre cómo enseñar, pero si no sabe lo que tiene que enseñar, malo. Aunque bueno, esto era «en mis tiempos», una o dos reformas educativas atrás, ahora con esto de impulsar los idiomas no sé cómo irá.
Respecto al oscuro y fascinante mundo de los profesores de religión, ¡dedícales un artículo, por favor! Sabía que no entraban por oposiciones, pero con lo de que tienen que llevar una vida acorde a su trabajo, me has dejado alucinada o_o
Perdona por la longitud del comentario, es que me tocas el tema de los profesores, justo ahora que he terminado el instituto y… será que los echo de menos o algo XD. Por cierto, de los profesores de FP no has hablado, ¿están muy mal considerados?
Un saludo!
Me alegra que te haya gustado la entrada. Tenía el temor de que resultara un poco coñazo, en el sentido de que es muy específica y me quedó un post bastante largo.
Voy manos a la obra con tus preguntas 🙂
1. ¿Cuál es mi titulación? Maestra de primaria (tutora o generalista) y licenciada en psicopedagogía. Accedí a esta licenciatura como a un ciclo superior, ya que por tener magisterio me convalidaban 2 años (la carrera de psicopedagogía tiene cuatro). Luego debí cursar cuatro materias comunes con psicología: Aprendizaje y Motivación (en otras palabras, conductismo), Psicometría I (esta es muy fea, estadística aplicada a la psicología), Psicología de la Personalidad (¡me encanta!) e Introducción a la Psicología Social (¡otra que me encanta!). Estas materias las podíamos distribuir como quisiéramos a lo largo de los dos cursos siguientes, cuyas materias se dividían principalmente en dos grandes departamentos: Didáctica y Organización Escolar (el que lleva las materias de pedagogía) y Psicología de la Educación (que nos diseñaba unas materias que, sin ser siempre comunes con las de psicología, sí contienen psicología).
Observación 1: También podía accederse al Ciclo Superior desde Educador Social, pero los complementos de formación se multiplicaban como setas, porque además de las materias de psicología debían hacer otras de magisterio para poder pasar.
Observación 2: Esto de las notas de corte es muy gracioso. En Almería, al menos el año que empecé, tanto para entrar en psicología como para entrar en cualquier magisterio pedían un 5, lo mínimo. Y además nos daban dos abrazos por no habernos ido a otra ciudad. Sin embargo, tengo entendido que hay ciudades en donde la nota de corte de magisterio llegó a ponerse en 7 o más. Por esa razón en primero de carrera tuve una compañera catalana que se matriculó en Almería sólo para poder hacer el cambio de expediente y volver a su universidad al año siguiente. No estoy segura, pero me parece que esas maniobras ya no serán posibles con Bolonia.
2. ¿Por qué se estudian carreras distintas para ser profesor de EF en primaria y en secundaria? Pues por una razón de elitismo. Verás, el que ejerce de docente en un CEIP pertenece al grupo B. Por tanto, en la ley «pre-bolónica», tocaba ser diplomado; mientras que el que ejerce de docente en un IES pertenece al grupo A y debe ser «licenciado» o equivalente. Además, para ser profesor de secundaria basta con ser licenciado en cualquier cosa, de tal manera que se dan casos raros, como por ejemplo, el de una psicóloga que conozco que, al ver que no sacaba las oposiciones a Orientación Educativa, decidió presentarse por Educación Física. La mujer es obesa mórbida, así que muy deportista no es… pero de ese modo consiguió comenzar a ejercer, ganar puntos de antigüedad y llegar al puesto que ella quería en siguientes convocatorias. A la postre, acabó siendo profesora de academia y ahora prepara a futuros orientadores XD.
3. ¿Cómo a los maestros de inglés les dan el título sin tener ni puta idea de lengua extranjera? Pues te diré; las criaturas aprenden lo que les enseñan en la universidad. Ahora pregúntate qué nivel de inglés tienen previsto en su título, qué nivel de inglés tiene el profesorado de los maestros de inglés, y qué sucede durante los exámenes de oposición… ya que en sus oposiciones, toda la redacción de la programación así como su defensa oral se lleva a cabo en inglés… si bien no deja de ser una exposición totalmente aprendida de memoria. Presupongo también que hace unos años (lo digo por los profesores de inglés que he sufrido a lo largo de mi escolaridad) las exigencias eran más bajas que ahora y que las nuevas promociones, por los cambios sociales que se están dando y por la cuenta que les trae, van estando mejor preparados… aunque su preparación en inglés sea inferior a la de un filólogo de inglés o un titulado por la Escuela Oficial de Idiomas. También te digo que unos dejan su preparación en manos de la universidad y otros se toman la molestia de estudiar inglés por su cuenta. La cuestión es que, una vez que se incorporan a un colegio, como decía en el artículo, a ver quién es el guapo que les pilla en un error; trabajan en algo que no puede ser «juzgado» por los compañeros, ya que los españolitos aún estamos muy mal en inglés. Eso les hace ser muy respetados y les da cierta impunidad.
– Sobre los profesores de religión: Ok, te haré caso, les dedicaré un artículo aparte. Más que nada porque veo que es un mundo que casi nadie conoce y del que debería hablarse más, aunque te diré: si lo conozco es porque alguien muy cercano trabaja en él y deberé explicar las cosas con cuidado, matizando mucho y sin dar determinados datos, ya me entiendes.
-Profesores de FP: De ellos no he hablado porque, con sinceridad, les conozco menos. No obstante, te puedo decir que están asimilados a los profesores de secundaria, ya que se presentan a la oposición en la misma convocatoria. Lo que pasa es que, por el tipo de titulaciones que se dan en los ciclos formativos, serán en su mayoría ingenieros técnicos (de esto no estoy segura, equivalen a diplomados) o ingenieros superiores (equivalentes a licenciados) a los que se les demanda el famoso CAP. Yo con mi titulación podría presentarme a una materia que está presente en todos los ciclos formativos: la de FOL (Formación y Orientación Laboral). Alguna vez lo he pensado. ¿Qué prestigio tienen? Pues mira, cuando yo era una cría, quien valía, valía, quien «no valía», se iba a una FP. Se les miraba con desprecio absoluto, como centros para coleccionar torpes. Sin embargo, según fue quedando patente que la universidad era una fábrica de parados, la formación profesional fue ganando prestigio, lo que incidió en el mayor prestigio tanto de quien la estudia como de quien la imparte. Ahora sólo odiamos a los de FP… los universitarios. Ahí tienes otra parejita de odios naturales, porque los de FP, al estudiar menos años y tener más prácticas, cobran menos en los puestos de trabajo y nos hacen una jodidísima competencia. Es que encima se da una cosa, muchas titulaciones de FP se solapan en funciones con titulaciones universitarias, provocando que se dé esa competencia que no debería darse, a mi entender, porque es desleal.
¡Saludos!
¿Cualquier licenciado puede presentarse a profesor de instituto? Me has abierto un nuevo mundo de conocimientos XD Yo me preguntaba cómo podía ser profesora de francés una señora que había estudiado filología hispánica y que tenía que consultar el vocabulario en el diccionario. Pensaba que eran chanchullos suyos, exclusivamente… me parece increíble xD
Sobre el post de los profes de religión, el público te lo agradece ^^ XD Ahora me iré a comentarte por allí.
Respecto a los FP… si yo fuera tú, me metería a profe de FOL sin dudarlo, jamás he visto tan buen ambiente en una clase como en un FP: ni tienes que limpiar mocos, ni tienes que hablar con padres, ni tienes que preocuparte porque les ha dado el punto de quemar la mesa con el mechero. Lo que me gustaría saber, que algún día lo preguntré a un profesor del tema, palabra, es qué carrera tienen que estudiar los profesores de los módulos de estética. Tengo una insana curiosidad, porque lo engloban en el área sanitaria, pero no van a contratar a gente graduada en medicina para dar clase de cómo pintarse las uñas, ¿no?
Cualquier licenciado con el CAP, síp.
Lo de los módulos de estética es todo un enigma. En serio, cuando lo sepas, me lo cuentas. El saber no ocupa lugar 🙂
Hola yo soy psicóloga y me gustaría saber si para presentarme a las oposiciones de orientador educativo necesito el CAP
¡Hola, Marta! Sí, lo necesitas. Intenta aprobarlo cuanto antes y hacer cursos para incrementar tu baremo. Quienes mejor pueden asesorarte para eso son los sindicatos educativos y las academias, pero en este blog hay bastante información que, espero, te sirva. ¡Mucha suerte!
Hola!!
Esta bien la entrada, es interesente. Hay un punto con el que no estoy de acuerdo aunque comprendo que asi se vea con la gente que hay por ahi.
En mi caso estudie psicologia y precisamente porque queria ser Orientadora y se lo importante que es dar recursos desde muy pequeños para que precisamente no tengan que acudir de mayores al clinico. Educar en valores y q conozcan y sepan manejar sus emociones es algo vital. Lo triste es q porque muchas personas estan acomodadas y no hacen nada se quita valor al trabajo de los que lo hacen bien y por vocacion no como alternativa.