Alumno 2:
Este alumno fue quizás el que menos me impactó de cuantos he tenido. Se trataba de un chico de la ESO (no recuerdo el curso con exactitud) que llevaba un par de repeticiones encima y por ello se encontraba en riesgo académico. Sus padres – o debería decir «su madre», porque según mi experiencia hasta el momento, siempre son las madres las que se ocupan de esos asuntos- me habían llamado para que le diera clase de todas las asignaturas durante un par de horas a la semana. A todo esto, era agosto y la intención del chaval era prepararse los exámenes de septiembre. Os preguntaréis eso cómo se come. La cuestión era la siguiente: el niño necesitaba apoyo absolutamente en todo, pero es más fácil decir «tienes dos horas semanales, dale refuerzo en lo que más necesite» que decir «te pagamos tres horas al día para que intentes abordar todas las asignaturas»… aunque en rigor hay que decir que el mismo hijo apuntaba qué tiempo real pasaba con él – por aquello de que la clase que se pacta siempre ocupa menos tiempo que la clase que se acaba dando- para que luego la madre me pagara por el tiempo real que yo había pasado allí. Por tanto, cuando la cosa estaba fastidiada, había examen, etc, si tocaba echar dos horas o tres, se echaban… aunque lo que me parece de juzgado de guardia es que, pudiendo haber empezado el niño a estudiar desde junio, sea en agosto cuando los padres se movilicen y comiencen las «madres mías» (y nunca mejor dicho). Dentro de este caos organizativo, la materia que más les preocupaba a la madre y al hijo era la de matemáticas, seguida por inglés y ciencias sociales, así que fue las que más horas se llevó. No duré demasiado tiempo, quizá un par de meses (ni recuerdo cuántas aprobó en septiembre, sé que no todas, el chico llevaba una buena cosecha de calabazas) hasta que la madre decidió que era más conveniente rascarse el bolsillo y matricular al niño a una academia para que así pudiera recibir a diario clase de todas las asignaturas. La verdad, estuve de acuerdo con su decisión; para el grado de atención que necesitaba el muchacho hacía falta una disponibilidad horaria que yo no tenía… otro tema son los modos: no quiso decírmelo directamente, optó por comunicármelo con una llamada al teléfono móvil.
Padres del mundo, si queréis que vuestros niños aprueben, hacedles constantes y previsores. Los profes particulares no podemos hacer milagros como preparar chorromil materias en 8 clases de una hora con vistas a examinarse de evaluación el mes siguiente.
Profesores particulares del mundo: no aceptéis trabajos que sea imposible llevar a cabo, lo que ganáis en dinero lo perdéis en reputación, que luego la culpa es vuestra.
Profesores particulares del mundo que, además, estéis más duchos en letras que en ciencias: os va a tocar estudiar mucho, y si tenéis algún colega de mates, que os ayude con el repaso antes de la clase, porque la mayor parte de la gente de la ESO que hay pidiendo profesor quieren justamente mates… y está feo pedir el libro a tus propios alumnos para repasar tú (mea maxima culpa, por más bien que lo plantees «¿Me lo dejas para preparar la clase? Es por ver cómo lo estáis enfocando…»).