Imaginad que una se ha dedicado a mandar felicitaciones cucas por correo electrónico y de pronto se encuentra con que «Factor Padre» entra al ordenador.
Nota: Para quienes no se hayan leido el «Diario de la Residencia» el Factor Padre se definía del siguiente modo: «Ejerce efectos amplificadores sobre la incidencia del Factor Silvia», del que he hablado tanto en las últimas entradas que no voy a volver a explicar por el momento.
Parece que después de que mi padre accediera a mi ordenador, debido a que pilló mi cuenta abierta – no avisa, si él se quiere conectar, se conecta, si yo tengo mi messenger y/o mi correo electrónico, ni le importa – no sé qué miraría, pero a toda mi lista de contactos se le envió un anuncio de viagra.
Ya he recibido algún correo de algún contacto indignado preguntándome qué estoy pretendiendo insinuar XD
Si a mí me diera por insinuar cosas de esa naturaleza, las diría tan claras que sobrarían totalmente esas preguntas. La sutileza nunca ha sido mi fuerte.
Lo más grave del asunto es que en mi lista de correo hay una amalgama curiosa entre amigos, familiares, menores de edad, antiguos profesores, escritores, sacerdotes y otros que me estoy saltando; gente que se puede quedar a cuadros si les llega, justo tras una felicitación navideña, una publicidad sobre la viagra.
Si es que estos padres… hay que tenerlos controlados; son peores que los electroduendes.
PD: Me aconsejaron que cambiara la contraseña de mi correo. Ya lo he hecho. A ver si eso sirve de algo.
PD2: ¡Estamos en la entrada 99! ¡Vamos a ver qué (se) me ocurre para la entrada nº 100!
Me siento discriminada: a mi no me llegó ningún anuncio sobre viagra.
Como contacto tuyo, reclamo mi derecho a ser bombardeada con publicidad engañosa!! XD
Yo tampoco recibí la viagra, me acabo de dar cuenta que yo también recibí tu felicitación «naviseña», no te relacioné en absoluto, lo leí en el móvil y ahora estaba repasando el correo y digo ¿y esto?
Gracias