Puede quedar fatal, pero el viaje me sentó genial y una de las cosas de las que me alegró librarme fue de las clases. He estado demasiado ocupada últimamente y mi situación con CR me está quemando un poco. Eso implicó que perdieran dos clases. Y las perdieron, puesto que aunque se suponía que aquel compañero que venía conmigo al principio de los tiempos se iba a incorporar justo el día en que yo me iba de viaje… aquello era mucho suponer. Ha sido hoy cuando, por fin, me han reconocido que ese chico está en paradero desconocido.
Recordaréis también que nada más llegar, pillé una gargantitis. Eso me impidió impartir otra clase más. Al menos en este caso fui sustituida y, por cierto, por un chaval que no tenía nada que ver con la enseñanza de español para extranjeros; un recién incorporado que estaba esperando a que le dijeran dónde colaborar. Al menos cumplió con lo que yo había prometido a los alumnos, que era que alguien revisaría sus CV para comprobar que todo en ellos estaba correcto.
Por tanto, me reicorporé realmente esta semana. Cosas de la ley de Murphy, el día anterior a la clase estaba plenamente recuperada de mi gargantitis, pero ese día me convertí en una horrible fuente de mocos. A duras penas pude dar la clase. Por ende, sólo vino un alumno. Espero que la clase le fuera productiva.
Y como no hay dos sin tres, la primavera, como buena alérgica, me ha sentado regular y, egoístamente, necesito una mañana libre para organizar ciertas cosas. No iré a dar clase mañana. Me corre cierta prisa pasar por correos, ordenar mi cuarto, estudiar inglés… hoy pagué mi compromiso con el PET, así que me examino en junio, sí o sí. Incluso estoy valorando la posibilidad de suspender las clases de español en mayo, de cara a arañar tiempo para estudiar. Mis tardes siguen ocupándose cada vez más, hoy he empezado con un nuevo alumno que me va a ocupar todas las tardes que me quedaban libres. Sin ánimo de quedar como una materialista, al menos esas clases las cobro.
¡Qué mala gente que soy!
Sólo añadiré un comentario más. El último día que di clase me acercó a CR aquel compañero que comenté que es musulmán y que tiene necesidad de trabajar. Ese chico es filólogo, de francés, y malvive como yo, dando clases particulares. Tiene muchos hermanos, pero están todos en África. Su labor habitual suele ser hacer reparto de comida en los asentamientos, pero está tan puteado que podría acabar siendo destinatario de la ayuda que dispensa… y sin embargo, según me contaba, a nadie de CR se le ha ocurrido nunca darle a él no ya un contrato sino un paquete de arroz o un brick de leche.
Otro motivo de decepción a tener en cuenta.
¡Ay, míseros de nosotros!