La chica de la Cruz Roja: Un poquito de emoción


Ayer fue uno de esos días que comienzan según lo previsto y acaban como les da la gana. Aunque el día completo sería «bloggable» mi pauta de «hazte la interesante y no lo rajes todo, so mema» me obliga a circunscribirme al tema del voluntariado.

Era un día importante. Confiábamos en que podía venir un grupo de gente más alto de lo habitual porque íbamos a profundizar en el tema que apenas se esbozó en la sesión anterior y que supone una de sus mayores preocupaciones: los papeles. Por ello, mi clase iría a compartir espacio con esa explicación y me acompañarían la técnico y el mediador intercultural, que es el experto en esa problemática.

Pero ¡cómo no! fieles a su costumbre, tenían que llegar tarde. El mediador tenía no sé qué problema y fueron a recogerme una hora más tarde de lo habitual. Les advertí que si iban a hacer eso, avisaran a los alumnos. Luego, la técnico me contó que les llamó, pero que ninguno atendía el teléfono. Sin embargo, yo dudo mucho que llamara a todos ellos, pero esa duda quedará en mis adentros, concretamente en mis espacios intercostales.

A nadie ha de extrañar que cuando llegamos a la puerta del aula, no hubiera nadie.  Por esa razón, nos dirigimos a la casa (bueno, casa, más bien RUINA) donde viven la mayor parte de mis alumnos – no sé si alguna vez lo he comentado: son, en su mayoría, del mismo país africano y viven juntos-. Aquel día había dos en la casa (aunque ninguno de ellos era alumno mío). Nos contaron que algunos fueron a clase y que todavía no habían vuelto y que los restantes andaban trabajando. Me impactó el aspecto de uno de ellos: tenía el párpado hinchado y la ceja cubierta con algodón y gasas. Nos contó, algo alterado, que le dolía mucho, que lo tenía todo infectado, que se había hecho daño la noche anterior porque, caminando a oscuras (carecen de luz eléctrica) se había golpeado la ceja con una púa, así que le habían tenido que atender en el hospital y le tocaría volver pronto para que le hicieran otra cura. Además, tenía el problema de que carecía de medicamentos – cuando, a juzgar por el aspecto de ese ojo, hubiera debido estar tomando analgésicos y anti-inflamatorios a porrillo-.

El mediador le estuvo mirando sus papeles, para ver cuánta antigüedad podía demostrar en España y yo le estuve ayudando. Parecía que podía demostrar antigüedad de años y años gracias a sus constantes (y algo extrañas) visitas al hospital. Al parecer, también tenía un parte policial por agresión, pero su antigüedad era suficiente como para que no influyera de cara al riesgo de expulsión. Da qué pensar: por un lado me estaba compadeciendo de ver a alguien quejoso y enfermo en una miseria absoluta, por otro debía considerar que este tipo tenía cierta tendencia a golpear, ser golpeado y meterse en diversos líos.

Los misterios quedaron resueltos cuando, ya en privado, intercambié impresiones con la técnico: «Mira, si este viene a clase alguna vez, no le tengas muy en cuenta. Es alcohólico. Seguro que no se hizo eso en el ojo por caminar sin luz, sino por ir deambulando por su csa como una cuba. Cuando bebe, se pone algo conflictivo y muchas veces se va a provocar a los inmigrantes de otros asentamientos. Así que ya sabes, si viene, ni caso…»

Yo me quedé impactada por este comentario: ¿Quién es nadie para juzgar a un alcohólico o a cualquier otro adicto? ¿Acaso no tiene motivos para beber hasta pelearse con su sombra? Ese tipo llevaba cerca de 8 años vagando por media España intentando sobrevivir y ahora se encontraba en la más absoluta de las pobrezas. ¿No beberíamos mucho de nosotros en su lugar? ¿Es menos merecedor de ayuda por ser adicto? No entiendo cómo no fuimos a comprarle medicación en ese mismo momento.

Tened en cuenta dos peligros obvios en relación a esta herida:

1. Dudo mucho que haya sido vacunado contra el tétanos. Y no sólo lo dudo yo, también lo duda el mediador.

2. Hablamos de una infección que afecta a un ojo. No estoy muy entendida en medicina, pero imaginad las consecuencias de una posible complicación.

Cuando salimos de la casa, decidimos echarnos con nuestro cuatro por cuatro cruz-rojero a través de los caminos, pues en la zona en la que viven no se puede decir que haya carreteras, es todo caminos de tierra y os aseguro que por alguno de ellos no deberían pasar ni las cabras. La intención era cruzarnos con alguno de los alumnos, ya fuera en el camino de ida o de vuelta, para ir dando esa información sobre los papeles.

En este peculiar safari que se oculta en una zona aparentemente civilizada, aprendí algunas cosas:

– El mediador intercultural tiene el don de reconocer la zona de procedencia de los inmigrantes en función de sus andares: «los que van con pinta de chulos son marroquíes y los que veas muy tranquilos son subsaharianos». Y al observarlo fue muy divertido, de verdad que los marroquíes andan como Travolta en Grease y en cuanto a los subsaharianos… vi a un negrito en bicicleta BAILANDO sobre la bicicleta. ¡Qué capacidad para la alegría que tienen! Es envidiable.

– El mediador intercultural se emociona cuando está al volante de un cuatro por cuatro recorriendo senderos imposibles. Casi nos mata. Cambió su carácter tranquilo y equilibrado por el de maníaco. Casi nos despeña. Imaginad lo que es ir por un camino de tierra roto, con un tajo de notable a sobresaliente a tu lado y el coche venciéndose completamente hacia ese lado. Parecía que iba a caer rodando de un momento a otro. Una no sabía que le iba a hacer falta tanto valor para animarse a dar clase de español.

– Cuando pasábamos por una zona urbana y encontrábamos a españoles, no les reconocíams por los andares, sino por su modo de quedarse clavados. La posición de los habitantes de ese pueblo consiste en: 1. inclinarse hacia delante, apoyándose sobre un banco o una barra y 2. tener a otro nativo al lado, que adopta la misma posición, para poder conversar sin aburrirse y 3. permanecer así durante horas. Fue especialmente gracioso ver a dos catetos así y comprobar que, hora y media después, seguían EXACTAMENTE así.

Una vez que nos rendimos y emprendimos el camino de vuelta, nos encontramos con uno de mis alumnos. Además de darle la pertinente explicación (él no guardaba rencor, nos comentó que no recibió ninguna llamada porque había dejado el móvil en carga) le pregunté por su compañero, el de la lesión. Me dio una filosófica y enigmática respuesta, a todo ello sonriendo, como si estuviera muy tranquilo consigo mismo «Mira, cada persona tiene el destino que se busca».

Eso me lo dice cualquiera que viva bien y pienso que no sabe lo que es sufrir… lo que me deja absolutamente «cuajá» es que me lo diga alguien que viva como vive ese muchacho. También hay que decir que detecto en él un carácter bastante luchador; es, de hecho,el alumno que asiste con mayor frecuencia a clase y el que se expresa mejor en español.

¿Cómo os quedáis?

Nota: En ello estuve desde las 11.30 de la mañana hasta casi las 2 de la tarde. Y no firmé estas horas. Las anteriores que me tocó firmar, debí firmarlas en una hoja no «oficial». Es decir, toca ir haciendo la suma no sea que en el certificado final queden menos horas de las que llevo.

Acerca de Hécate

Lee y me cuentas.
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2 respuestas a La chica de la Cruz Roja: Un poquito de emoción

  1. fmateo dijo:

    Estoy completamente de acuerdo, tienes que llevar un registro de todas las horas que pasas allí, aunque sea por el mero hecho de saberlo.

    Me ha gustado mucho la forma en la que los secretos quedaron desvelados, criticando a Jesulín de Ubrique y a Marilin Manson (diestro y siniestro…); a veces pienso que te metes en un berenejenal (palabra Murciana) importante con esa gente. Pero bueno, todos estamos alguna vez involucrados en organizaciones o instituciones (como dijo algún conocido mío con nombre de complejo vitamínico), en los que hay animales de todo tipo. Un saludo.

    http://fmateo.wordpress.com

    • vengatriz dijo:

      ¡Eh, la frase de diestro y siniestro me la apunto!

      Y sé quién es el del complejo vitamínico XD

      Me alegra que te haya gustado. Para la próxima entrada de CR vuelvo a hacer el cómputo (de vez en vez los hago).

      Un abrazo, descastaoooo 😀

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