Para quienes habéis estado leyéndome en los últimos días, y sois bastantes a juzgar por el incremento repentino del número de visitas, ha de ser obvio que yo estoy a favor de lo que el movimiento del 15-M (indignados) están pidiendo. Y entre vosotros habrá personas bienpensantes que me crean de una rectitud y una coherencia totales, en tanto a que me veis divulgando toda aquella información relacionada que cae en mis manos, asistiendo casi todos los días a las concentraciones y con la idea de acampar esta noche en Almería. Esas personas bienpensantes seguro que no pueden imaginar dónde estuve ayer. Ok lo confieso: Ayer estuve en un mitin del PSOE.
¿Se puede estar gritando en una plaza «PSOE-PP, la misma mierda es» y luego asistir con la conciencia tranquila a un mitin? Sí, se puede, porque donde manda patrón no manda marinero y porque si algo hay incontestable en mi vida es la fuerte influencia del factor Silvia, algo que mis lectores habituales conocen sobradamente.
Veréis, como casi todo el mundo, yo tengo familia en un pueblo que, por cierto, no es demasiado grande. En dicho pueblo, al igual que en los ayuntamientos grandes, hay una batalla encarnizada por conseguir votos. Y, como los designios de las leyes de Mendel son misteriosos, uno de mis primos es primero de lista por el PSOE, con lo cual tiene muchísimas posibilidades de estrenarse de alcalde; sobre todo en un pueblo en el que el PP lleva robando algo más de dos décadas. La gente está quemadísima y pide cambio… y allí han de encontrarse en una dimensión paralela, puesto que durante mi visita no escuché ni media referencia al movimiento que está sacudiendo España.
No es lo mismo hablar de grandes ayuntamientos que de pequeños municipios. Durante el discurso se habló de que sólo se hacen obras necesarias en el pueblo el mes anterior a las elecciones, de que dichas obras no caen en empresas del pueblo sino en empresas de fuera, del derroche de una escultura de bronce que en nada incide en el bienestar del pueblo, de desperdicio del dinero que iba destinado al plan E, del gasto innecesario en «rotondas-mesa-de-camilla», de que el alcalde no daba un euro a las cofradías del pueblo salvo a la suya propia (sí, estos socialistas se declaran «socialistas católicos», pues hay de todo en la viña del Señor), de que sólo resultaba posible conseguir un trabajo si eras familiar o amigo del alcalde…
Una cosa tan tan tan contextualizada que en realidad carecía de matiz ideológico.
Quizá esa debería ser la política del futuro: la que se enfoque en las cosas pequeñas, en lugar de la de los grandes gobiernos… (una cada día va virando más y más hacia la izquierda, qué vamos a hacerle).
Por lo demás, se repartieron claveles (lo suyo es que el PSOE reparta rosas, pero deben andar escasos), abanicos (aunque hacía una rasca interesante), cervezas (nunca sobran), minibocadillos (que tampoco sobran) y se nos atormentó musicalmente hasta las 11.55.
Cantaron dos grupitos musicales; uno de una niñata con dos niñatos que tan pronto homenajeaban a Alaska como parodiaban a Shakira o se atrevían con Danza Ku-Duro (tema reaggetonero que ya me persigue en sueños); y el otro formado por una chica de dientes acojonantemente desalineados (albergaba las grutas de Alí Babá entre sus fauces) y su señor padre al teclado, que nos atormentó a base de coplas y pasodobles, aunque acabara rematando con la cumbia de «Rosa Linda» y el antológico «será maravilloso viajar hasta Mallorca…»
Gracias a la segunda he llegado a la conclusión de que si alguna vez me quito la vida, será al ritmo de «Campanera», que una no tiene claro si habla de una monja o de una burra, os copio un fragmento de la letra para ilustraros (y aconsejo, si sois fuertes,que escuchéis la canción):
Porque han pintao tus orejas la flor de lirio real.
Porque te han puesto de seda, ay campanera, por qué será.
Mira que to el que no sabe, tú eres la llave de la verdad.
Dicen que tú eres buena y a la azucena te quisieran comparar (…)
¡Ay! campanera…aunque la gente no crea
tú eres la mejor de las mujeres porque te hizo Dios su pregonera.
Al final se dio el gran momento: pude saludar a mi primo y, tras soportar todo lo soportado, me sentí con todo el derecho del mundo a hacer dos cosas:
– Preguntarle si cuando él fuera alcalde permitiría que el grupo de teatro del que formo parte hiciera una representación en el pueblo (¡y me dijo que sí! ¡olé yo ahí, tirando de nepotismo!).
– Recomendarle que viera «Amanece que no es poco» y citarle la célebre frase: «¡Alcalde! ¡Todos somos contingentes, pero tú eres necesario!».
Película muy recomendada para los que deseen ser alcaldes, para los amantes de las asambleas, para los rebeldes, para los que ríen, para los que lloran, para los capitalistas, para los antisistema, para… ¡todos!
No sé por qué, al terminar de leerte he recordado aquello de…»¿Quién mató al gobernador? Fuenteovejuna, Señor»
Rafaela: Imagino que lo has recordado por el «efecto pueblo», jejeje.
Que cosas!
Ale y de aquí a unas horitas… a votar! … si amanece… que no es poco, jeje
Sí, Chimos, toca cumplir con los deberes ciudadanos…y que salga el sol por donde quiera!