VIII. Experiencias pre-profesionales: El PCDLC


Una vez más, sigo saltándome aquel guión que hice hace meses. No sabía por dónde abordar esta serie, pues la abordo según me voy acordando y me va naciendo, y de pronto caí en la cuenta de un concepto que incidió gravemente en mis intentos de buscar un trabajo: el PCDLC, es decir, el Puto Carné de los Cojones.

Invertí cerca de dos años en él. Reconozco que mis fracasos iniciales con el teórico fueron mi culpa; me presenté las dos primeras veces sin apenas asistir a la academia, y este es un examen que se aprueba a base de hacer ensayos una y otra vez con los exámenes de la DGT. Cuando decidí ponerme las pilas y asistir como un soldadito a las clases, aprobé el teórico sin dificultad, pero ya había hecho gastar a mis padres un dinerito.

Este es otro detalle. No recuerdo bien las tarifas, pero sí recuerdo que con cada renovación pagabas el derecho a dos exámenes, ya fueran del teórico teórico, del práctico o de ambos. Ahí ya se iba un pico. Si a eso se le añade que cada clase práctica, que es de donde realmente ganan las autoescuelas, me salía a 28 € por 50 minutos, os daréis cuenta de que con mi sueldo de 10 € la clase de profesora particular me era materialmente imposible pagarme la autoescuela, por lo que aquí mi señor padre se hinchó a desembolsar y, como dice el dicho, quien paga… ¡manda!

Con el práctico comenzaron los problemas de verdad. La primera vez me presenté con alrededor de 30 clases dadas, cuando el profesor me vio preparada. Tardé mucho en coger soltura; unos dirán que porque no tenía previamente el carné de moto, otros que es que soy muy nerviosa y que eso afectaba a mi atención, mi profesora del teórico decía que el problema de base es que a mí en el fondo no me atraía conducir e, incluso, los más sinceros osaron decirme que soy torpe para coger el volante y punto. Algunos excesivamente sinceros dudaron en toda mi cara de mi inteligencia: «Silvia, tú hablas muy bien y tienes dos carreras, se supone que eres una chica inteligente ¿cómo es posible que no te lo consigas sacar ni a tiros?». Incluso podían ser más sinceros: «¡Conozco a subnormales que lo han aprobado!».

Tanto me llegaron a inquietar que investigué sobre ese particular hasta que pude contestar, con aire de psicopedagoga muy enterada: «Las áreas del cerebro que tienen que ver con un correcto desempeño en los estudios no son las mismas que tienen que ver con las destrezas motrices necesarias para sacar el carné de conducir. Ea».

Bastante me dolió examinarme ocho veces, sí, ocho, como un infinito derecho. Pude conocer a casi todos los peritos de la DGT, alguno de ellos llegó a examinarme dos veces, hice prácticas con dos coches diferentes, experimenté también con dos profesores, me examiné en la ciudad, en las afueras, suspendí tanto por acumulación de faltas leves a lo largo de un tiempo prolongado como por faltas graves fulminantes, de las de soltar el examen e ir pidiendo perdón por existir, y, lo que es más grave, de los ocho intentos que tuve de realizar el examen el que estuvo más cercano al aprobado fue ¡el primero! el cual suspendí por nervios en una situación muy absurda, a tal punto que el examinador, cuando terminamos, me dijo «Señorita, antes de entrar a ese callejón estaba usted aprobada».

¿No es muy paralelo a lo que me pasó con las oposiciones? También con ellas el mejor de mis intentos fue el primero. ¿Será el efecto de irme desmoralizando?

Al final me rendí por los siguientes motivos:

– Me lo pagaban mis padres y los reproches me llovían día sí, día también.

– Hubiera necesitado un entorno que me diera tranquilidad en lugar de estrés. De hecho hubiera necesitado que ni mi sombra supiera qué días pensaba presentarme a examen… y que no se fueran divulgando mis malos resultados a todo el orbe cada vez que se producían.

– Mi ansiedad es mi mayor enemigo. Tengo asumido que cuanto más deseo algo, más me cuesta conseguirlo, ya se ocupa mi propio cuerpo de trabajar en mi contra para que no lo logre.

– Mis grandes deseos de tener el carné se debían a que es una cosa que piden en muchísimos trabajos. No teniéndolo, disminuyo mi empleabilidad brutalmente, pero quien no tiene trabajo tampoco puede costearse la autoescuela, lo cual crea un círculo vicioso del que es dificilísimo salir.

– Incluso pensaba que, de cara a sacar una oposición, con las vueltas que damos los interinos, mi vida futura sería más fácil con el carné que sin él.

Pero ya veis, no lo saqué y, además, vivo en una ciudad fatal comunicada, que no tiene metro y cuya línea de autobuses y autocares da bastante pena. Tal vez es el destino, que está intentando susurrarme que mi lugar está en un sitio más grande.

Actualmente, como ha pasado más de dos años que aprobé el teórico, me ha caducado. Si quisiera volver a sacármelo, tendría que empezar de cero y, además, con la dificultad de que sigo sin poder costeármelo y le he pillado fobia.

¿Sabéis? Hay quien dice que por el dinero que se invirtió, me hubiera resultado igual de caro pero mucho más sencillo sacarme el carné en Estados Unidos.  A saber, al menos allí dejan que la gente conduzca sin riesgo de multas con alguien a su lado que le supervisa para aprender y lo único que se paga es el examen.

Cierro este triste capítulo ya- suelo escribir con más humor, pero esta parte me trae malos recuerdos- y prometo continuar con la serie, ya que desde mayo no la tocaba y estaría bien acabarla antes del cumpleaños del blog.

¡Nos leemos!

Acerca de Hécate

Lee y me cuentas.
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9 respuestas a VIII. Experiencias pre-profesionales: El PCDLC

  1. variablex dijo:

    Juas, me ha divertido mucho la entrada (aunque creo que a ti no tanto). Yo habría sido de los que se metían contigo por no sacarte el carnet de conducir… Pero siempre puedes comprarte un coche «de cojones» (no hay cojones a sacarse el carnet de conducir).

    Una vez un amigo que no tiene carnet por propia voluntad, me comentó que había echado la cuenta de cuanto le costaba tener un coche anualmente (a mí, sólo entre impuestos, reparaciones y seguros, me cuesta unos 600€. Gasolina a parte), y cuantos taxis podía coger con eso. Las cifras eran tan altas que ni se planteaba lo de tener coche, y eso que por su trabajo se tenía que desplazar habitualmente, tanto dentro como fuera de Andalucía, y frecuentemente al extranjero.

    • vengatriz dijo:

      No te creas que no me lo he planteado, lo de uno de los coches sin carné, pero tengo entendido que la normativa se había complicado o se iba a complicar ¿no? De todos modos, no tengo trabajo, como no me lo compraran…

      Y te digo, lo pasé verdaderamente mal XD me pone más nerviosa conducir que opositar, NO es broma…

      • variablex dijo:

        Entonces mejor no te compres ningún coche… Hay gente que no le gusta conducir, y no les ha pasado nada. Incluso existe la fobia a conducir, se llama amaxofobia. También hay quien, no gustándole conducir, tienen un coche y conducen porque creen que no les queda más remedio, pero a la larga eso les trae muchos problemas, sobretodo de ansiedad. Al final el coche se les acaba quedando aparcado, triste, solo, y aburrido… porque han encontrado una alternativa que les evita tener que coger el coche.

      • vengatriz dijo:

        Durante el viaje a uno de mis amigos le dio un chungo sólo porque no conocía Madrid y se estresó buscando un sitio que no encontraba. Yo, de haber sido él, es que paso de intentarlo: la combinación «tren de cercanías» + «metro» era ideal en este caso. El único problema es la limitación horaria: los trenes y metros deberían funcionar también durante la noche 🙂

  2. variablex dijo:

    En Madrid, por las noches ponen un autobús que hace el mismo recorrido que el metro, pero por superficie. Le dicen «buhometro». Con el cercanías sí que no hay apaño: cuando cierra, cierra. De todos modos, Madrid no es de las peores ciudades para conducir… Granada sí que es estresante: es imposible girar a la izquierda, y la mitad de las calles son sólo para autobuses y taxis. A la que te descuidas, te han multado. Encima la gente conduce fatal.

    • vengatriz dijo:

      Pero vosotros tendréis metro a la esquina de la vuelta ¿no? Igual os beneficia, aunque tengo entendido que los comerciantes están bastante cabreados con las obras…

      • variablex dijo:

        El metro será en Granada… ya quisiera yo vivir allí. Supongo que cuando funcione, los comerciantes se alegrarán de que sus clientes puedan llegar hasta ellos cómodamente sentados, aunque dependerá de los precios y la frecuencia de metros. Vaya usted a saber, a lo mejor no sirve de nada. Claro que es posible que para entonces muchos comercios ya hayan muerto, porque aguantar más de dos años de obras no es algo que pueda soportar cualquier negocio, sobretodo teniendo en cuenta que es la segunda obra larga en la última década, en las mismas zonas de Granada.

        Los comerciantes sólo importan si sirven de excusa para protestar contra las acampadas del 15-m. Si no, que les den a todos.

      • vengatriz dijo:

        Ya sabemos cómo son los políticos 🙂 SON POLÍTICOS

  3. Pingback: El PCDLC (el inesperado desenlace) | ¡Abajo las oposiciones!

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