¡Mirad! ¡La noticia del día! Ya tengo mi certificado.
Cuando he entrado al despacho que se encarga de las cosas de voluntariado, me han recibido con un extraño saludo: «Has llegado en el momento más oportuno» (añadir tono borde). Yo he replicado, con el tono más falsamente educado del que he sido capaz: «Ah ¿sí?» y eso sólo ha recibido otro seco: «Sí». Calculo que me andaban poniendo a parir, ya sea por haber solicitado el certificado, por ser una interesada de mierda que va a ayudar por recibir experiencia, o porque no pude recogerlo la semana pasada, ya sabéis, en plan «tanta bulla que ha metido por el certificado y luego no lo necesitará tanto cuando no se ha tirado en plancha a recogerlo».
Que piensen lo que quieran; yo de ellos también pienso lo que me apetece.
Una curiosidad: no me han pedido el DNI, suceso que me indica que además de haberme visto la cara, como mucho, cuatro veces, se debieron quedar con ella. Ojalá alguien en este mundo pudiera explicarme por qué les joroba tanto que les pidan el certificado de las horas.
Lo mejor ha venido al abrir el sobre (venía en un sobre, para darle más emoción). Yo contaba, como mucho, con un reconocimiento de 30 a 35 horas, recordaréis que tengo exactamente 30 horas lectivas, pero hay que romper una lanza en favor de mi técnico, a la que tanto he criticado, porque cumplió con su palabra de inflaccionarme un poquito la cifra: ¡me han reconocido 53!
Del mismo modo que una cuenta lo malo, lo bueno también debe decirlo.
Ahora… ¡a hacer circular mi CV!
PD: Supongo que me toca hacer mi parte; devolver todos los materiales que me dieron para impartir las clases, pero no pienso devolverlos hasta que no los fotocopie, no vamos a hacer el canelo otra vez, ya lo hago con demasiada frecuencia. Así que el que esté libre de culpa… que llame a Ramoncín para que me detenga. He dicho.