IX. Experiencias pre-profesionales: Entrevistas de trabajo (IVB)


Debo corregir un error. Esto no sucedió en septiembre- octubre del año pasado, como estimé antes. Caí en la cuenta porque en octubre del año pasado me fui a Granada a hacer el curso, como recordaréis aquellos que estuvisteis siguiendo mis peripecias para encontrar alojamiento contrarreloj y mis variadas anécdotas posteriores con mis compañeros de residencia. Por tanto, esto sucedió entre agosto y septiembre, aunque este asunto no quedó zanjado hasta noviembre- diciembre, pero ya lo iré explicando con más detalle.

El paseo formativo con este señor fue muy interesante. Visitamos un par de centros de estética, un hotel, un centro deportivo y a saber si algún sitio más, tampoco demasiados. A este hombre le gusta regalarse sus buenos desayunos y ratos de conversación. También entiendo que luego le tocaba meterse el tute: carretera y manta para la Comunidad Valenciana.

Me dejó admirada cómo ajustaba el lenguaje al interlocutor. Él no se entretenía en disquisiciones técnicas y tampoco en ventajas ecológicas; sabía plantear las cosas en el lenguaje que al interlocutor le interesaba y lo que interesa al interlocutor, ya sea de una empresa grande o de una empresa pequeña, es el dinero: cuánto va a ahorrar, qué facilidades pone la empresa de cara al pago y en cuánto tiempo el ahorro va a compensar los gastos, cuánta ganancia va a haber a la larga cada año…

Hay que tener en cuenta una característica personal de la que me voy haciendo cada vez más consciente. Os explico, me considero una persona que se expresa bien, tengo vocabulario y creo que no se me da mal decir lo que quiero decir. El problema es que no tengo esa capacidad de comunicarme en el mismo tono en el que me hablan. Para caer bien es preciso imitar hasta grados increíbles. Si observamos a dos personas que tengan buena química entre ellas, veremos que colocan sus cuerpos en poses casi simétricas, que tienen un ritmo con el turno de palabra, que emplean expresiones parecidas, un tono de voz muy similar, una gesticulación paralela… a mayor sintonía, mayor paralelismo. Es un fenómeno que sucede de modo natural. Una persona que para ganarse la vida necesite caer bien a los demás, como los comerciales, ha de tener o desarrollar ese instinto de imitar a su cliente potencial, así le “engaña”, pues simula esa sintonía natural.

Y yo, que como dije en mi entrada anterior, soy sociable y me sé expresar, tengo ese problema de que no se me da bien imitar al interlocutor. Mi modo de hablar resulta extraño. Hay una dificultad contra la que no puedo luchar, mi acento, ya os conté durante mi experiencia como teleoperadora que por haber pasado algunos años de mi vida en el norte del país, tengo un acento que genera rechazo en el sur. Ese rechazo se debe a que cuando llamo yo, por más agradable que sea, tengo de partida un modo de hablar que hace que la gente piense que le llaman del banco o de alguna institución oficial. Cosas de ser así de “fisna”, aunque tenga sus ventajas en otros entornos. Si a eso se le suma que tengo un modo de hablar ampuloso y no puedo evitarlo – pensad algo: hablo IGUAL que escribo, me lo ha dicho gente que primero me ha leído y luego me ha conocido en persona- lo primero que piensan de mí es que soy “prepotente” (en el peor casos) o que “sé mucho” (en el mejor) y ambas percepciones generan algo muy problemático para mí si lo que pretendo es venderles algo: DESCONFIANZA.

Como diría una buena amiga: “Sil, tú en entornos académicos te comunicas bien, pero te falla la interacción a nivel USUARIO”.

¿Lo veis? Toda la parrafada que os he metido la resume esta amiga en una bendita frase.

Sin embargo, veía que este señor lo mismo se adaptaba al nivel de una choni dueña de peluquería que a los estirados recepcionistas de uno de los hoteles más “estrellados” de la ciudad. Y se adaptaba a la choni, y casi que se la ligaba, aunque luego bien que se reía de su singular estilismo, así como también se reía de las miradas aviesas que nos lanzaron inicialmente en el hotel y de cómo luego se llevaron una sorpresita: “Silvia, estos dos ve a un señor cuarentón y a una chica joven y lo que piensan es que vengo aquí para cepillarme tranquilamente a la jovencita;  y no es que sean malpensados, lo habrán visto un millón de veces, así que cuando han comprobado que trabajamos juntos, se han quedado de una pieza”.

Algo así debió pensar otra ex compañera de escuela que se cruzó conmigo por la calle en esa tesitura a juzgar por la cara que me puso, aunque ya me ocupé de detenerla, saludarla, explicarle e intentar acordar una venta, es decir, colarle unas de nuestras tarjetas.

Que al final no se vendió nada, porque yo debía continuar con ellos y, como me surgió el tema del curso de Granada al que me referí antes, no lo hice…además, en este caso el sueldo hubiera sido una comisión de la venta, así que igualmente podría haberle dedicado horas y no haber cobrado nada.

Algo que hay que destacar de este curso, y que es necesario entenderlo para comprender por qué no me esmeré más vendiendo, es que parecía que era la solución a mis problemas. Dos conocidos (y uno de ellos, el que me lo aconsejó, amigo desde hace doce años) se habían colocado casi inmediatamente después de hacerlo… lo que además me procuraba algo muy valorado en España y que recibe el nombre de “enchufe”. Siendo directa, porque había estado ocultando ese dato hasta este momento, el curso que hice entonces era de ENSEÑANZA DE ESPAÑOL PARA EXTRANJEROS, de ahí que seleccionara cierto voluntariado de Cruz Roja para ganar experiencia profesional. En su día, no quería dar demasiada información ni de qué trataba el curso ni de dónde se impartía (mucho menos el nombre de la academia) por evitarme líos con mis amigos o exceso de competencia – los que hemos pasado por una oposición rozamos la paranoia cada vez que pensamos en la competencia-.

Estaba casi seguro que si daba una impresión medianamente aceptable, en cuanto hubiera vacantes me llamarían. Jamás me llamaron. Durante un tiempo pensé que no di una impresión ni medianamente aceptable; luego supe que no llamaron a nadie, la academia cayó en una crisis y decidieron eliminar para siempre las clases de español para extranjeros porque habían dejado de ser productivas, quedándose solamente como academia de inglés.

¿Cómo os quedáis? Sí, Factor Silvia. De esto también puse algo en el blog, pero sin dar detalles, todo sería buscar la entrada y localizar la fecha en la que obtuve este dato.

Por centrarme en esa oportunidad de empleo más relacionada con mi vocación y de apariencia inicialmente más satisfactoria, dejé totalmente de lado mi incipiente experiencia como comisionista.

No obstante, a esto le queda un tercer capítulo, que pondré muy prontito y que pienso que os va a sorprender.

¡Agur! 🙂

PD: Aunque se comprobó que «más vale pájaro en mano que ciento volando» una de las mejores experiencias de mi vida ha sido la realización de ese curso, me abrió mucho la mente y me facilitó el tener la experiencia de vivir por primera vez más de dos semanas fuera de mi casa… eso sin mencionar a la gente que conocí y con la que mantuve el contacto – a esto debería dedicar otra entrada-. Siempre, siempre, siempre lo más valioso de una experiencia acaban siendo las personas con las que la compartes. ¡Ay!

Acerca de Hécate

Lee y me cuentas.
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4 respuestas a IX. Experiencias pre-profesionales: Entrevistas de trabajo (IVB)

  1. variablex dijo:

    Uffff… Yo habría salido huyendo después de la primera entrevista, aunque también es verdad que trabajar de comercial no es lo mío. Creo que se me da bien vender, pero vender a clientes que están interesados, al estilo trdicional, no ir a la caza y captura del comprador. Y eso que cuando trabajaba vendiendo enciclopedias me creía mi propio producto, pero al final… nada, empatizaba demasiado con el prim… esto… comprador como para conseguir enchufarle la venta.

    Sinceramente, creo que hiciste bien en dejar pasar la «oportunidad» e irte al curso.

    • vengatriz dijo:

      Yo también lo creo, sólo que… al final nada sale y una se ralla, simplemente XD

      Pero como dije, una de las cosas que más me han aportado de mi pasado reciente ha sido ese curso. Ya hablaré de ello más adelante 🙂

      • variablex dijo:

        Entiendo perfectamente esa sensación de ser una mosca golpeándose contra un cristal, como si hubiese una barrera invisible que te impide llegar donde quieres. Es la historia de mi vida (con o sin crisis), pero también es verdad que luego las cosas que menos te esperas son las que resultan útiles.

  2. vengatriz dijo:

    Gracias por los ánimos, Pablo :))) al menos nos queda aquello de «mal de muchos…»

    Un abrazo

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