Querido PET:
Me tienes ansiosa. Más de un mes para saber la nota. Quedan tres días y me ha dado tiempo para comerme las uñas, los nudillos e incluso los codos. En ocasiones, siento que tengo posibilidades de haber superado el reto. En otras, creo que el resultado fue catastrófico y me tocará volvérmelo a preparar. Además, como al final lo del grupo que se iba a reunir este verano para hablar inglés quedó en agua de borrajas (pues era la vil excusa de un sujeto que pretendía ligar) siento que pierdo las habilidades que adquirí meses atrás a pasos agigantados. ¡Ah!
Encima, voy viendo cosas que no me gustan un pelo.Un amigo que pasó por ese reto de los exámenes de Cambridge me comentó que tenéis la horrible costumbre de corregir los exámenes en arco, es decir, que más que pensar en el rendimiento individual, partís las notas en dos grupos: 40% de aprobados y 60% de suspensos o viceversa; quien me lo dijo tenía claras las cifras pero no su distribución. La premisa que sustenta este modo de corregir, al parecer, es que no aprueben una cantidad excesiva, porque si es demasiado fácil el prestigio de esta prueba quedaría devaluado, y si es demasiado difícil, como no deja de ser un negocio, la gente dejaría de realizarlo.
Para más INRI, con el trabajico que cuesta sacarlo, hace poco supe de un chico que necesitaba presentar su título de inglés para que le dejaran matricularse en el CAP (cosas de Bolonia, los postgrados y el inglés) y así presentarse a oposiciones en la próxima convocatoria y no podía hacerlo porque había perdido el original (la fotocopia no se la admitían) y cuando pidió los originales a los Hijos de la Gran Bretaña, estos no sabían ni dónde andaba.
De tal manera que este examen, que sólo se convoca dos veces al año, que tardan en corregirlo como si hubieran tenido que ir de Almería a Londres cruzando de rodillas el Canal de la Mancha, y que entre que apruebas y recibes el título puede pasar un año, según tengo entendido, puede quedar invalidado si, por despiste, mudanza o accidente brutal, pierdes de vista tu título.
Sólo añadiré que el pobre muchacho estaba planteándose la posibilidad de incurrir en falsedad documental, ya que este problema podía incidir para mal a largo plazo en su futuro.
Espero que haya sido capaz de resolverlo por la vía legal.
¡Qué nervios!
¡Abajo las oposiciones! 