Esta es la historia de mi mayor intento de autocandidatura. Sucedió hace un par de años así que, si comparamos esta anécdota con otras que ocurrieron algunos años antes, se notará que mi descaro va aumentando gradualmente al paso con el que aumenta mi desesperación.
Por razones que apenas recuerdo, yo ese día estaba dando vueltas por la Universidad. Una de las cosas más divertidas que se pueden hacer en el Campus es coger folletos y revistas; nunca sabes de lo que puedes enterarte.
Aquel día estaba ojeando una revista universitaria y de pronto supe que un par de Departamentos andaban montando un negocio que se iba a destinar al abordaje interdisciplinar de diversos problemas de aprendizaje con su origen en problemas neurológicos; un ámbito que me interesa muchísimo -incluso estuve muy cercana a montar otro similar con dos muchachas- y en el que me apasionaría trabajar, sobre todo si me proporciona la oportunidad de trabajar con especialistas de otras áreas: psicólogos, neurólogos, talleristas, fisioterapeutas…
Para colmo, ese negocio iba a situarse justo a los pies de mi casa.
Pensé que como aún se estaba fraguando, todavía podían necesitar gente, aunque fuera para trabajar gratis y, así, ganarme una experiencia profesional en algo relacionado de modo muy importante con mi formación. Además, se daba la circunstancia de que una de las cabezas de proyecto me había dado clase de una asignatura, así que, pese a que podía jurar que esa buena mujer ya no se acordaba de mí, este vínculo pasado podía facilitarme un poco el abordaje.
Decidí escribirle un correo electrónico. A fin de darle toda la fuerza expresiva que pudiera, no me limité a tirar de mi condición de ex- alumna; me tomé además la molestia de buscar sus datos en Internet y estudiarme toda la información que aparecía sobre ella.
Entre otras cosas, apareció una entrevista muy emotiva en la que ella contaba cómo fue peleando contra miles de circunstancias opuestas para llegar a desempeñar el puesto que ella vocacionalmente deseabla e, incluso, cómo abordó a otro profesor para que le diera una oportunidad, y gracias a que se la dio ella llegó donde había llegado.
Reconozco e incluso proclamo que empleé deliberadamente (e incluso cité) el contenido de esa entrevista para que la mujer accediera a verme. También le dije que, aunque hubiera interés económico, también había un gran interés vocacional y pedagógico; aceptando incluso trabajar sin cobrar con tal de tener la oportunidad de aprender.
Ella no tardó en responderme. Pidió que le enviara mi CV y me citó en su despacho para esa misma semana. Y yo me ilusioné como las locas, dando por hecho que si había requerido mi CV y me había citado era porque estaba muy cerca de conseguir mi objetivo.
Sin embargo, o eso debo creer, la mujer sólo quería verme para explicarme que el negocio no era de ella, era de varios profesores, así que ella no podía tomar decisiones unilaterales con respecto a ningún asunto y que la empresa, al estar apoyada por la universidad, sólo admitía que formaran parte de ella profesores universitarios. En caso de admitir ayudantes o becarios, éstos tenían que estar matriculados en la universidad y acceder a través del periodo de prácticas de carrera.
En conclusión, me hizo desplazarme a verla… para decirme que no podría trabajar allí ni gratis. Como veis, la de la academia no fue la primera vez que jugaron con mis ilusiones.
Por mi parte, creo que expresé necesidad, interés y ganas de trabajar… y eso sólo incentivó el despotismo de mi interlocutora, peroooooooooo… a otros les funciona, ya se sabe, FACTOR SILVIA.
Bueno, quizá la próxima vez que lo intentes con tantas ganas te salga bien. La verdaad es que es un poco raro un sitio que no admitan a gente para trabajar gratis, aunque las cosas que se hacen con fondos públicos y subvenciones a veces tienen una forma de funcionamiento un poco «especial», y no es descabellado que la universidad decida reservar a sus alumnos el maravilloso privilegio de trabajar gratis… esto… ser esclavos… esto… aprender sin tener que pagar por ello.
Esto…todo eso y más. Pero ¿a que es traumático que no te quieran ni gratis? 😛 Vaya viaje tonto me hizo darme la mujer… – bueno, no viaje, pero la universidad de Almería se encuentra en un campus que a su vez está en la remota urbanización de La Cañada de San Urbano… y para llegar se va tu media hora de bus-.