Querido E:
Sé que tú eres muy discreto y que naciste sin ego. Te llego a cambiar el nombre y me expongo a que no te des cuenta de que esta entrada es tu entrada. Sin embargo, como sé que tampoco te gustaría que pusiera tu nombre completo, he decidido zanjarlo dejando tu inicial. No creo que te opongas a esta solución.
La historia es que hace poco tuve una interesante conversación con E. Nos arrancamos a hablar de los conceptos de éxito, fracaso, si son por merecimiento, si son por suerte. A raíz de algo que escuchó E en televisión, yo recordé los consejos para jóvenes de ese filántropo que es Bill Gates. Como los considero ilustrativos para la entrada, recomiendo su lectura: Consejos para adolescentes- Bill Gates.
Tras leer ambos estos consejos, le comenté que no dejaba de ser significativo que este señor a quien le ha ido tan bien comenzara sus consejos con el reconocimiento de esta verdad «la vida no es justa». Normalmente las personas que triunfan achacan el triunfo a sus méritos, por lo que se asocia esta reflexión sólo a los fracasados y eso parece quitarle validez. No es algo que esté comentando por primera vez en este espacio, se trata de un pensamiento recurrente.
Entonces E me contó la siguiente historia:
«Tengo una amiga a la que no le va mal, pero tampoco especialmente bien.Uno de los pequeños lujos que se concede es pagarse una chacha. Yo conozco al marido de su anterior chacha, hablamos de vez en cuando, compramos lotería en el mismo sitio. Una vez a él le tocó la lotería y por esa razón mi amiga tuvo que buscarse otra chacha. ¿Por qué no me tocó a mí? La vida no es que sea justa o injusta, la vida ni siquiera sabe de mí«.
Y me hizo la siguiente advertencia respecto al autor de aquella lista de consejos para adolescentes y otros triunfadores: «Mira a Bill Gates. Bien debe saber que la vida no es justa cuando se ha abierto camino a base de pisar cabezas, plagiar y hacerse con un monopolio. Y mira a Amancio Ortega, que apenas si sabe leer, pero que ha construido un imperio… claro está, a base de talleres por toda España en donde explotaba por un salario de mierda a las pobres mujeres. Claro que la vida no es justa».
Tras esta reflexión, me contó otra historia:
«Hace 15 años que estoy en el trabajo que, para bien o para mal, me lo ha dado todo. Ese trabajo no iba a ser para mí, sino para un amigo del instituto al que un día le di mi teléfono. Si yo no le hubiera dado mi teléfono o si, habiéndoselo dado, no le hubiera atendido, no estaría en este trabajo, sino en otra parte; ignoro si mejor o peor. Este amigo no iba a entrar de momento a ese trabajo porque a su padre le parecía mal enchufarlo. Así, entrando yo primero, podía allanarle el camino para que después pudiera entrar él. Todo lo decide la suerte«.
Entonces decidí que tocaba contrarrestar los efectos de los consejos de Bill Gates. No es el único modelo de éxito.Puestos a elegir, me quedo con el tono positivo de Steve Jobs -en concreto, con el discurso que dio para los graduados de la universidad de Stanford-. Un video cuya existencia debo agradecerle a mi amigo Fran (o Mateo, je) y veo de vez en vez cuando quiero sentirme positiva y necesito volver a creer en la voz interior, la existencia de la vocación y que la vida tiene sentido. Al fin y al cabo, ya me ha dado tiempo a comprobar en un par de episodios de mi biografía aquello que dice S.J de que los puntos no se pueden unir hacia delante, pero cobran sentido cuando los unes hacia atrás.
Hace días os hablé de un caso que fue muy leído y comentado (además, de modo encendido y no sólo en este blog): ese chaval del que oí hablar y que ni conozco que tras una vida de estudio fue amenazado por el cáncer y que ahora se encuentra batallando contra él. Para quien no lo haya leido, hace de esto cuatro o cinco entradas y el post se llama así: «La vida es aquello que pasa mientras opositas». Los argumentos podían dividirse en dos grupos:
– Los que considerábamos que ese muchacho sacrificó toda su dimensión personal por superar una prueba competitiva, perdiendo un tiempo valiosísimo, a buen seguro porque contaba con recuperarlo más tarde.
– Los que consideraban que ese muchacho hizo lo que realmente le gustaba, por lo que no sacrificó nada y tampoco hay que compadecerle más allá de que siempre es una pena que una persona tan joven se vea amenazada por una enfermedad tan grave.
Era un debate irresoluble, porque nadie tenía al muchacho delante para preguntarle si había hecho lo que realmente le decía su corazón o si, por el contrario, se había limitado a posponer su felicidad, sometiéndola al éxito que pudiera tener en dicha prueba inhumana y competitiva.
En cualquier caso, viendo el discurso de Steve Jobs, me reafirmo en estas dos ideas:
– Aunque gran parte de las cosas que nos ocurren dependen de la suerte, para las que pudieran depender de nosotros hay que obedecer al corazón y vivir según tus propios dictados, no los de otros. Si vives la vida que otros quieren que vivas, desperdiciarás un tiempo precioso e irrecuperable.
– Para resolver una encrucijada o saber si eres o no realmente feliz, no hay nada como mirarse al espejo y preguntarse: «Si fuera a morir mañana ¿me gustaría hacer lo que estoy haciendo hoy?». Si la respuesta es «no» durante varios días seguidos, hay algo que se está haciendo muy mal y que toca cambiar urgentemente.
Ahora es el momento de callar y dejaros con el video. Está en inglés subtitulado. Disfrutadlo, es una joya:
Me ha gustado mucho el video… los consejos de Bill Gates, más que gustarme me han parecido curiosos. Creo que mi forma de vivir la vida ahora, después de haberlo perdido todo y de haberme tenido que reinventar desde el principio, está muy acorde con la filosofía de Steve Jobs (aunque, obviamente, yo no espero crear una empresa multimillonaría que me haga rico, mis objetivos son otros). Las cosas que me han servido de verdad han sido las que en el pasado hice por gusto, o las que creí que no me servirían para nada. Esas que la gente te pregunta: «¿pero para qué estás haciendo tal cosa?» Generalmente, cuando la gente te pregunta eso, realmente lo que quieren decir es «estás perdiendo el tiempo, eso que haces no tiene ninguna salida laboral para ti».
Curiosamente, desde que me empecé a estudiar derecho, escucho muchas veces esa pregunta: ¿para qué estudias derecho? No conseguiré terminar la carrera antes de los próximos 7 años (a no ser que ocurra algo que me permita estudiar presencialmente y acelerar el ritmo), y luego, si quiero ser abogado, tendré que hacer un posgrado, que no sé si dura uno o dos años, y que, claro, para mí será el doble, es decir, 2 ó 4, para al final ser un abogado sin experiencia de cuarenta años, que no sabe hacer la «o» con un canuto y ya es demasiado viejo para ser aprendiz. Es evidente que mi futuro laboral no puede pasar por ahí. Sin embargo es lo que amo de verdad (he tardado 10 años en darme cuenta, pero más vale tarde que nunca), y confío en que al final las cosas saldrán bien.
Por último, yo también he estado bastante cerca de la muerte. Cuando te metes en un quirófano y no sabes si vas a salir, te cambia bastante la perspectiva de las cosas. Antes de eso, también la tenía presente. No creo en el paraiso, la vida después de la muerte ni en reencarnaciones. Creo que la muerte es parte de la vida, y que un mundo de vida eterna sería terrible. Mucha gente, cuando se ven viejos y sienten que les llega la hora, se dan cuenta de que sus vidas pasaron sin pena ni gloria, siendo honrados, trabajadores y haciendo lo que tenían que hacer. Los días pasaron mientras cumplían con sus obligaciones, o mientras opositaban, y nadie les preguntaba por qué hacían esto o aquello, ya que todo iba enfocado a las cosas que un hombre o una mujer debe hacer. Pero ya es demasiado tarde para empezar de cero (en realidad, siempre fue demasiado tarde para ellos: a los 25 ya sentían que sus vidas estaban demasiado avanzadas para un cambio de rumbo). Si yo muriese mañana, me quedaría con las ganas de saber qué habría pasado con mis planes, pero me iría sabiendo que ha sido una vida digna de ser vivida.
Citando a Titanic (hoy estoy en plan de pelis ñoñas) «Make it count» ¡Haz que cuente! (en referencia al tiempo, a que cada minuto cuente). ¡Siempre positivos!
Supongo que yo soy el señor E, aunque bien podría ser el señor J, o «su majestad» como se empeña en apodarme una amiga. Y dando eso por supuesto, tengo que reñirte (Lo siento, y espero que no me lo tengas en cuenta la próxima vez que nos encontremos) Pero no está bien citar frases de nadie entre comillas si no usas sus palabras exactas, pues hay cosas que pueden interpretarse de maneras muy diferentes según como se escriban.
Tampoco estoy muy conforme con eso de que nací sin ego, pero como es una imagen que cuesta mucho mantener, y a la vista está que contigo lo he consegido, no voy a decir nada al respecto. 😉
Un beso amiga.
Fueron citas bastante bastante aproximadas pero reconozco que no copié la conversación. Copiar conversaciones en memoria tampoco me parece bien, considerando que, aunque casi nadie se acerca a este ordenador, se podría decir que es un portátil familiar. Mis disculpas por el tema de las comillas, si crees que hay algo que pueda ser muy malinterpretado dímelo, aunque quien tiene voluntad de malinterpretar, lo hace también con las frases literales O si quieres que reformule la redacción del post, también puedo hacerlo, ya lo que tú me digas. En cuanto a lo del ego, no lo dije en mal sentido, más bien es un modo de expresar que eres una de las personas con menos afán de protagonismo que conozco. Y si te esfuerzas tanto en dar una imagen y te sale, pues enhorabuena 🙂 reconocerás que es una impresión que intentas dar.
Lo que me fastidia es que pensé que la entrada te gustaría (humildemente creo que me quedó bonita) y he salido, tras leer tu comentario, con la sensación de que no.
Un besote.
Un beso.
Es cierto, las citas fueron bastante aproximadas. Supongo que fue el leerlas en palabras de otra persona lo que me molestó; sonaban de otra manera. Pero no me disgusta tu entrada, ni se me ocurriría pedirte que cambies una coma.
Me gusta. Tu entrada alimenta mi ego (ese que no tengo) Pocas veces alguien ha dicho que ha tenido una «interesante conversación » a mi lado, y lamento mucho haberte dejado la impresión de que no era así. Lo siento. Y gracias por ser, y estar.
No te preocupes, guapetón. Supongo que esto es un poco como el juego del teléfono: por más fielmente que intentes reproducir un mensaje, puedes acabar tergiversando sin querer. Si quisieras cambiar algo, estás en tu derecho porque te estoy citando a ti. Me tranquiliza que la entrada te agrade, piensa que por el mero hecho de ser aspirante a escritora tengo mi buena dosis de ego y susceptibilidad. Y otra cosa más, por la parte que me toca, he tenido bastantes conversaciones interesantes contigo y seguro que no soy la única, otra cosa es que nunca antes haya incluído ninguna en el blog, sencillamente porque han sido sobre temas que no tienen nada que ver con el blog.
PD. Se me ha perdido el enlace a tu blog. Se supone que lo agregué como link oculto (para que no lo vieran mis lectores, pero sí yo) pero cuando quiero visitarte no lo encuentro. Debería hacer como las personas normales y guardarlo en «favoritos».
Un besote 🙂