Es que estuve liada y sin ganas de actualizar el blog, pero eso no quiere decir que no haya escrito, ya sabéis que estoy con el libro también. Le he metido un adelanto importante.
A continuación, unos flashes que desarrollaré esta noche o mañana:
- Pasé de la entrevista. Sospechaba que buscaban comerciales.
- Para mi sorpresa, cuando falté a la cita, la seleccionadora volvió a llamarme y a citarme para mañana. Tendré que ir, aunque sólo sea para dejar de verla en mis pesadillas.
- Lo de la academia lo voy a cerrar esta mañana (espero). No pude antes por rencillas familiares.
- Además de «La conjura de los necios» me estoy leyendo «La fuerza del optimismo» (del psiquiatra Rojas Marcos) porque creo que necesito literatura de esa de autosocorro que es superventas pero que luego nadie reconoce leerse.
- Esta tarde me la pasaré cortando tablones. El grupo de teatro necesita una mano y yo me estuve escaqueando demasiado del bricolaje. Hay personas que piensan que con paciencia y una caja de herramientas pueden arreglar el mundo; yo no soy una de ellas, pero es verdad que si queremos estrenar en septiembre hay que moverse, así que he decidido ser buena chica y aportar mis manos. Que el Señor les pille confesados, baste decir que una de mis bromas recurrentes es que «cuando sea mayor» (pues, por más años que cumpla, parece que no dejo de ser una niñata) y tenga casa propia, me coneguiré un mobiliario de plástico para no romper nada nadita.
¡Nos leemos luego!
¡Abajo las oposiciones! 
Los libros de autoayuda dicen muchas tonterías, pero hay que reconocer que a veces ayudan. Yo he leido alguno, como quien se ha llevado mi queso y el caballero de la armadura oxidada. Lo confieso. Y me avergüenzo, pero incluso me gustaron.
Puedo superarte. Me he leido buena parte de la bibliografía de Paulo Coelho. Y no me ha fulminado ningún rayo.