Como os comentaba, en esta ocasión voy a hablar de los chavales a los que he dado clase durante este curso y de los que no hablé antes porque todavía estaba trabajando con ellos, así que, como podréis comprender, una toma sus precauciones.
He de reconocer que con estos niños la experiencia no fue especialmente mala o llamativa, o será que una va ganando rodaje, pero de todo se aprende.
Primero fueron los mellizos. Imaginaos a dos chicos de 9 años que, por negligencia absoluta del colegio en el que estaban, no fueron separados en dos grupos distintos. Esto en los gemelos y mellizos tiene una serie de consecuencias, y para información de los padres que puedan estar leyendo esto, ninguna de ellas es buena: se pueden anular el uno al otro, se hacen dependientes el uno del otro, pueden competir entre sí, no socializan de modo independiente (comparten amigos o, peor, se limitan a estar juntos) y, si dicen de portarse mal y armar follón, como pasaba en este caso, se acaban aliando el uno con el otro, o bien acaba siendo uno responsable del otro, lo cual no es demasiado justo.
Aquí la problemática consistía en que a uno de ellos le habían diagnosticado diabetes un tiempo atrás. El diagnóstico de una enfermedad de estas características siempre tiene un gran efecto tanto sobre el crío como sobre la familia y, si me apuráis, a la larga más sobre la familia que sobre el niño. Por suerte, la madre es enfermera, así que no le costó trabajo enseñar al chico a inyectarse periódicamente su dosis de insulina, llevarle su diario de comidas, hacerle periódicamente sus analíticas y, quizá lo más complicado, cocinar de forma adaptada a la dieta que le correspondía llevar. El niño rara vez hablaba de sí mismo o se pensaba a sí mismo como enfermo; pero parecía que toda la familia estaba de acuerdo en que el comportamiento del niño empeoró a raíz de su enfermedad, que los padres no sabían llevarlo y que su hermano, el que estaba en el mismo curso que él, aunque inicialmente tenía un rendimiento superior, cayó (arrastrado por la vorágine) académicamente.
Hubo otra cuestión que la familia me ocultó y que supe por caminos paralelos, ya que Almería es muy pequeña y resultó que esa familia tenía contactos en común con la mía. Parece ser que esa familia antes estaba económicamente bien posicionada pero sufrieron la desgracia de que el padre de los niños (y se trata de una familia de cinco hijos) fue acusado de algo de lo que no era culpable y le tocó afrontar una suspensión de empleo y sueldo durante un tiempo bastante largo; por ese motivo aquel hombre se estaba dedicando a estudiar una carrera, planteándose incluso la posibilidad de cambiar de profesión.
Por tanto, esos chiquillos, que vivían en una casa grande, estaban matriculados en un centro privado y no habían conocido la necesidad, de pronto se veían en un entorno económico más desfavorecido de lo habitual y, como os estaréis imaginando, las tensiones familiares pueden incidir en tensiones académicas. De ese modo una vez supe que los niños andaban enfadados porque el hermano mayor, a traición, había cogido todos sus juegos y los había revendido para sacar dinero, que con ese dinero se compró otra consola y otros juegos y ellos reclamaban que, ya que aquello había sido comprado con dinero de ellos, ellos tenían derecho a disfrutadlo.
Recordad, cuando tengáis un conflicto con niños, que los niños son niños pero no son tontos.
Con este asunto hay que señalar que cometí un fallo. Cuando escribí mi anuncio, redacté que cobraba 10 € por hora. Obvié decir que cobraba 10 € por hora Y POR CABEZA. Fue un gran descubrimiento el que tuve aquel día que, esperando cobrar 40 €, sólo cobré 20 €. Después vino ese gran dilema de revelar o no revelar que mis expectativas económicas habían sufrido una fuerte disonancia y, tras pensármelo mucho, decidí callar porque, tal y como está la crisis económica, me exponía a perder a la clientela si de pronto DUPLICABA lo que ellos esperaban pagar.
También pensé en posibilidades intermedias, como hacer rebaja, y en lugar de cobrar 20 €, cobrar por los dos 15 € o 12€, considerando que son hermanos y que no es plan de hacerle esa sangría a la misma familia… pero no sabiendo cómo se me iba a dar la cosa – recordaréis que mis experiencias como profesora particular no han sido especialmente buenas- decidí dejarlo estar, y eso que me tocaba la mayoría de las veces coger el bus para ir y venir, porque los críos viven a una distancia más que razonable de mi casa. Vamos, en los quintos coños.
Con ellos llevé a cabo una intervención mixta: parte de simple profesora particular que resuelve dudas, parte intervención psicopedagógica. Noté que el diabético tenía una serie de problemas de atención asociados que requerían una atención especial y como observé que con mi intervención, por fin, MEJORARON SUS NOTAS, empecé a atenderle de modo más individualizado, es decir, yo daba a ambos simultáneamente cuatro horas de clase a la semana y al final, quitándole una hora al que iba mejor, centraba ese tiempo en una atención más exhaustiva para el hermano.
La cosa es que fui «despedida» después de esto, aunque hay que decir que coincidió con el inicio de las vacaciones y conque tanto el padre como el hermano mayor quedaban libres en verano, por lo que ambos se podían hacer cargo de los niños y se entiende que decidieran ahorrarse ese dinero en vacaciones; además, también hay que entender que, tratándose de niños de primaria, lo normal es que en verano descansen y soy la primera partidaria de que los niños descansen; esta sociedad enferma está trasladando su competitividad patológica a la infancia y deberíamos estar luchando por impedirlo en vez de fomentando ese juego.
Ellos me dijeron que me llamarían en septiembre pero, teniendo en cuenta que les expliqué qué debían hacer con los chicos, sospecho que existe cierto riesgo de que no me llamen. Es lo que pasa con los ejercicios de rehabilitación cognitiva: una, por ayudar, no se los guarda, los comparte con la familia para que la familia colabore y sean realmente efectivos, pero se la juega a dejar de ser necesaria, lo que implica dejar de trabajar y de cobrar.
Lamentaría perder a estos clientes: niños bonicos aunque tuvieran fama de intratables, la clave en que fueran una joyita como alumnos es que SÍ les importaba aprobar, hasta el punto de llorar amargamente cuando suspendían un examen, por lo que estaban motivados; y padres respetuosos y colaboradores, que eso también es complicado de encontrar y bien lo sabéis quienes tenéis costumbre de leerme desde hace un tiempo.
Próximo día: cómo me fue con mi alumno adolescente, el otro alumno que tuve este año.
PD: Algo que no conté antes y que añado ahora porque acabo de caer en la cuenta. Poco antes de que me despidieran, me presenté un día a la casa y me encontré con que no había nadie y no me habían avisado. Aquel viaje fue como para haberlo cobrado. Les llamé un par de veces, no me atendieron. Al final supe que es que se habían llevado a los nenes unos días a casa de los abuelos (supuestamente) y, a la siguiente clase, ya fue cuando me dijeron que me despedían supuestamente hasta «septiembre».
PD2: Esos niños, aparte de clases conmigo, tenían catequesis, academia de inglés y baloncesto los días alternos y todas esas actividades, cómo no, eran intocables. Otra cuestión que da qué pensar.
Lo que más me ha preocupado es el 2×1. Creo que debes estar preparada y en casos así, teniendo en cuenta que los contenidos eran iguales (supongo) cobrar 15 euros. No estaría bien cobrar 20 pero tampoco es justo cobrar solo 10. Y hazte respetar. Ya ves que si les cuadra despedirte, te despiden sin más. Besos, linda. Y fuerza, caray! Que está dificil esta España zapatera….
La verdad es que me pilló completamente de sorpresa porque nunca se me había dado el caso. Para la próxima añadiré lo de 10 € por hora y cabeza, o pondré algo del estilo: «oferta especial 2 hermanos (o alumno más amigo) 15 €». Claro que, para desestabilizarme, igual entonces me aparecen tres. Conclusión, debo hacerme una tabla con todas las opciones posibles (como si son sextillizos) para lo que pueda pasar XD No sabes lo mal que anda la España «zapatera». La última (lo supe por Facebook), es que cobran por aparcar en los alrededores de las playas de ciertos pueblos de Almería, cosa que no había ocurrido JAMÁS. Debe ser un modo de paliar la mala gestión de los ayuntamientos. ¿Sabes dónde se hace también eso? EN MARRUECOS. Para que veas hacia qué modelo nos dirigimos.