Decíamos ayer, como suelen decir los maestros, que de pronto me tocó la visita de una prima. Sintetizando la cosa, es el típico caso de bronca entre hermanos que hace que se dé una ruptura total de relaciones familiares durante años. Un buen día llamó mi prima (cortesía del 11888) diciendo que se había estado acordando mucho de mí porque había tenido un hijo – parece que el hecho de tener hijos hace que la gente se replantee las cosas- y que era estúpido – y concuerdo- que nosotras hubiéramos roto la relación sólo porque la hubieran roto nuestros padres. Así, ella vino a verme, yo fui a verla y, por Semana Santa, aquel día en que se desató el Factor Silvia, ella vino otra vez.
Sucede también con mi prima, y justo es explicarlo, que tras más de una década sin vernos, la conozco pero no la conozco, y viceversa. Yo en estos tiempos he descubierto con sorpresa varias cosas de ella y a buen seguro a ella también debió sorprenderle la mujer en que me he convertido, ya que no me veía desde que era una niña – ella es tres años mayor-. Hablando de mis descubrimientos, he sabido que es una mujer que actúa por impulsos, que se deja llevar en cada momento por lo que le dictan las tripas. De ahí su visita, acababa de tener una bronca con la pareja (de quien se acabaría separando) y, como le dio el punto de venir a verme, vino a verme, avisando con apenas un par de horas de margen, en plan «Silvia ¡Adivina qué! ¡Llego en dos horas! ¡Y voy a pasar ahí la Semana Santa!» Total ¿para qué tanta formalidad?
Sin embargo, mi familia -entendiendo que son familia aquellos que viven entre las cuatro paredes de mi casa- sí es dada a formalidades como las de avisar de una visita con, al menos, 48 horas de antelación, y es más, no es que avisemos, es que pedimos permiso, sobreentendiendo que si al destinatario de la visita le viene mal recibirnos, ha de cancelarse y posponerse a otro día. Afortunadamente, esta chica sabe que en mi casa no hay espacio para meter a nadie más (a menos que lo pleguemos o despiecemos) por lo que debió pedir asilo político (cama) a otro de mis tíos.
Eso me ahorraba tenerla hasta en la sopa, pero no me eximía de mis obligaciones como anfitriona; que me suponía estar haciéndole, como quien dice, de niñera una semana con sus siete días. Sé que visto así parece que me molesta la visita de mi prima y no es exacto; lo que me molesta es la gente que cae encima de otra gente POR SORPRESA. Probablemente es por culpa de la educación que me dio mi madre y autora de mis días.
Mi padre fue a recogerla a la estación. Después, la trajo a mi casa, cenó un poco y, como ya iba a llegar tarde, mi padre nos acercó en coche para que ella dejara la maleta en casa de los otros titos antes de que se durmieran (como se durmieran, ni abrían la puerta). El problema era que tampoco podía aparcar en el mismo portal, porque teníamos todo el centro de Almería colapsado por culpa de las procesiones.
Justo acabábamos de bajar del coche y nos disponíamos a correr rambla arriba (evitando convertirnos en calabaza) cuando de pronto, oh cuán mísera de mí, me suena el móvil. No lo hubiera cogido de no haber visto en la pantalla que era mi profesor de inglés. Pensé «este chico está tan despistado y es tan británico que igual piensa que mañana tenemos clase, mejor le aviso de que esta semana hay vacaciones».
Para mi descoloque total, al descolgar no era la voz de mi profe la que sonaba, sino de una mujer con fuerte acento sudamericano, que me saluda así:
– ¿Eres Silvia? ¡Soy M.E! ¿Me conoces?-
Daos cuenta qué gran entrada. Me llama desde el móvil del profe para preguntarme si la conozco, cuando no habíamos hablado jamás, pero esto fue lo menos absurdo de la conversación.
– No ¿Quién eres?
– ¡Soy la mujer de J! – J. es el profesor, por si cabía duda- te llamaba para preguntarte si puedes venir mañana a comer a mi casa… es que J. me ha comentado que eres una chica que está muy interesada en el teatro y resulta que mi hijo es director de una compañía y hace representaciones por toda Andalucía y tiene mucho prestigio, lo mismo podría un día acercarse a uno de tus ensayos y asesoraros un poco ¿Qué te parece?-
Como os imaginaréis, me quedé flipando. Pero la cosa no paraba ahí. Yo respondí: «Bueno, mi compañía es de aficionados, no tenemos dinero para pagar profesores, además, tampoco tenemos director, así que en cualquier caso, si decidiéramos que viniera alguien a enseñarnos, tendríamos que votarlo entre todos previamente. Por lo demás, me viene mal ir mañana a comer a tu casa, resulta que ha llegado una prima de visita y me toca hacer de anfitriona esta semana, lo siento».
– ¡Ah, no te preocupes por eso, mijita! ¡Que se venga tu prima también! ¡Así hablaremos de cosas del teatro, cantaremos y tocaremos la guitarra! Pero te tengo que avisar de una cosa y es que igual os sorprende verme, porque resulta que soy mucho mayor que J.
Aquí me salió ese lado excesivamente educado tan característico de mí que suele meterme en problemas: «¿Cómo que mayor? ¡No, mujer! ¡No será para tanto!»
La cagamos.
– Mayor y mucho mayor, mijita. Yo podría ser la abuela de J. Como que tengo un nieto que es de su edad. Tengo sesenta años. Pero que sepas que, digan lo que digan, aunque la gente rechace nuestra relación, tengo un espíritu muy juvenil. Llevo dos años con J, es más ¡le desvirgué yo! y somos juntos muy felices,no nos importa el qué dirán, aunque la gente se empeñe en hablar mal por la espalda y en huir de nosotros….
Mientras la cortaba con «Mira, me pillas en mal momento, voy contrarreloj, corriendo rambla arriba detrás de una maleta que, presupongo, es arrastrada por mi prima; no tengo mucho tiempo para hablar…» caía en unos cuantos detalles:
1. ¿Dijo «mujer»? ¿Eso quería decir que estaba casada con el profe? ¡Qué cosas que él jamás había hablado de ella?
2. ¿Cómo no me di cuenta de que ella era mucho mayor que él si me había dicho que tenía un hijo que era director de teatro?
3. ¿Cómo había tenido los ovarios de contarme que ella había «estrenado» al profe? ¿No está violando su intimidad?¿Qué me importa a mí esa información? ¿Cómo vuelvo a clase y le miro a la cara después de eso? Demasiada información sobre la vida personal del docente es mala para la docencia.
4. ¿A qué tanto interés por mi vida artística? ¡La tía estaba celosa de mí, seguro! ¡Podría estar celosa de cualquier tía que no tuviera edad de ser la abuela de su pareja! ¡Y si me negaba a ir a la comida, se los estaría reafirmando! ¡Y si se los reafirmo, igual luego se crean problemas que afectarían a mis clases a muy poco tiempo del examen! Entonces me convenía a ir a la cena; ninguna mujer normal iría a comer a casa de una señora si se está cepillando a su «hombre», y menos con el susodicho delante y una prima de importación recién caída del cielo. Igual así se apaciguaba.
Fue divertido contarle a mi prima (eso sí que es una prima de riesgo) que al día siguiente, a las dos de la tarde, nos tocaba ir a comer, a hablar de teatro, a cantar y a tocar la guitarra a casa de una señora sesentona que tenía mucho interés en conocerme y que, casualmente, era la presunta «mujer» de mi profesor de inglés.
Continuará…
Eh! Ésta la conozco! 😛
PD: Me jode muchísimo la gente que hace cosas como lo que comentas de tu prima. Mis tíos suelen hacer lo mismo. Lo consideran en plan «agradable sorpresa», y se ofenderían si supiesen que nosotros no estamos de acuerdo. No es por lo verles a ellos, por supuesto, es que mi familia también tiene vida y planes; o nos comunican los planes con varios días de adelanto, o de agradable, poco. Deberían prohibir a la gente hacer cosas así.
Jaja ¡lo sé! cuando en la primera entrada de esta historia me refería a que algunas personas me habían pedido antes que la compartiera, pensaba exactamente en ti XD. En su día no era prudente subirla, pero ya ha pasado el tiempo suficiente y ya que en agosto no se van a mover demasiados espartos académico-laborales, no es mal momento para colocarla, aunque te aviso: no conoces la historia completa, después siguieron pasando cosas, en realidad es una anécdota bastante larga XD.
En cuanto a lo de mi prima y personas similares, sé que no lo hacen de mala voluntad, incluso pretenden darte una alegría, pero… eso es la educación que tiene cada uno y resulta que ellos no son los únicos que tienen una vida, los demás también tenemos. La mejor lección posible que pueden tener estas personas es llegar para visitarnos y encontrarse con que no estamos allí, no estamos localizables y no se sabe cuándo vamos a volver. Así aprenderían a avisar (creo) ¡Muaks!
madre mia esto esta cada vez más interesante silvia jijijiji es de novela total jijijiji sin duda el desenlace tiene que ser la reostia, peropor dios donde ha salido tu profe jijiji
Pues que sepas que tu chica sabe parte de la historia 😀 e incluso estuvo presente en un momento de ella, pero mejor no le preguntes, que contado a lo culebrón mola mas. En cuanto a mi profe ya lo dije, es un hijo de la Gran Bretaña 😛 aunque si quieres más datos, es de Nottingham, como Robin Hood, si bien sospecho que tu pregunta no es tanto «de dónde ha salido» como «de dónde se ha escapado» 🙂
¡Nos leemos!