Una de anécdotas de bar (IV)


Como os contaba, yo salí sacudiendo el polvo de mis sandalias, como dirían los antiguos, al grito de «nunca mais, Santo Tomais». Mi prima, en cuanto bajamos al portal, pues antes, como habéis leido, andaba la bruja espiando que no dijéramos nada en su contra – bien debía olerse que llevábamos toda la intención de despellejarla despacito y con rencor-, empezó a gritar: «¡Prima! ¡Que sepas que me he quedado ahí dentro por ti! Cuando bajé al portal, estuve hablando por el móvil y no me atrevía a subir. Además, que me siento fatal y no se me pasa, vamos corriendo a la casa, estoy mareada, tengo ganas de vomitar y ¡mira!» dijo enseñándome sus manos, no paraban de temblar «¡que creo que esa tía me ha hecho mal de ojo, me ha envenenado o algo!».

Yo, intentando mantener  la calma, aunque en el fondo me estaba viendo invadida por las mismas ideas, digamos, inusuales que mi prima, la intenté calmar diciéndole «Prima, ya sé que esta tía es una pedazo de bruja, lo sé porque si no no tiene sentido que mi profe ande con ella, le ha tenido que hacer un amarre, pero piensa que contra ti no tiene nada porque de quien está celosa es de mí, así que descuida, yo igual tengo un mal de ojo como un camión, pero tú no tienes nada, lo que te pasa es que estás nerviosa».

Sí, ya, soy ideal para tranquilizar a la gente.

Debimos tardar aproximadamente media hora en llegar a la casa de los tíos. Durante el trayecto no se sentía mejor. Al contrario, parecía que cada vez iba a peor. Le compré un refresco y unos dulces, por ver si era un tema de tensión, pero no parecía hacerle nada, así que le aconsejé que se relajara, que se diera una duchica de agua caliente y que durmiera un rato, que no la llamaría hasta la hora de cenar.

Yo llegué a mi casa con un nudo en el estómago. Mis nervios también iban creciendo. Le conté el tema a mis padres y la reacción materna fue «¡Menos mal que te conté mi pesadilla, que fuiste lista y que no comiste nada! ¡Seguro que esa mujer quería echarte algo en la comida! ¡Mira que las brujas son muy peligrosas, pero las sudamericanas más! La magia colombiana es famosa».

Como veis, tampoco me dio mucha serenidad hablar con mis padres.

Pensé en llamar a alguien por teléfono, pero no sabía a quién podía dar la brasa con una embajada tan exótica. Poneos en mi situación, imaginad que estáis en plena crisis de superstición, con una historia que os acojona pero que si se la contáis a cualquiera, lo más probable es que se rian de vosotros en vuestra cara o, tratándose del teléfono, en vuestra oreja. Si, pese a todo, se os ocurre al menos un nombre de confianza ¡enhorabuena! ¡eso sí que es una amistad verdadera!

Yo confieso que no tuve pantalones de llamar a nadie, así que opté porque el azar resolviera la cuestión, en suma, me conecté al messenger con la idea de dar la brasa al primero al que viera con el farolillo verde de «disponible» puesto.

El azar dictaminó que el que estuviera en línea fuera un amigo que en aquel momento no era demasiado amigo, incluso entraría más en la categoría de «conocido reciente». La ventaja de desahogarse con desconocidos es que tampoco te importa demasiado que piensen bien o mal de ti, aunque hay que decir que después de esta situación, acabé dándole mucha más confianza a este chaval, porque se portó de chapeau. Además, por extraño que resultara, era la persona más apropiada para contarle este problema, porque más allá de que enarbole un rol de ateo, escéptico y centífico, parece ser que su abuelo era un hombre que andaba algo metido en cuestiones esotéricas y, entre otras cosas, sabía rezar el mal de ojo.

De este modo, cuando le describí la escena y cómo mi prima, que aunque no lo haya comentado antes, es una chica también atea y escéptica de todas estas cosas, lo que de entrada, al menos eso me dice la lógica, la debería proteger de la tendencia a la sugestión, me confirmó que más allá de que creamos más, menos o nada en absoluto en estas cosas, seguro que nuestra anfitriona sí cree en ellas y que como «haberlas haylas, aunque no crea en meigas» tampoco sobraba que hiciéramos algo para contrarrestar el posible mal de ojo y él sabía exactamente cómo hacerlo, aunque por mi parte, so pena de cortarme a pedacitos y arrojarme a un mar lleno de pirañas, yo debería prometer no comentar A NADIE que él sabe hacer esas cosas, porque podía cargarme toda su reputación XD.

Me pidió el nombre de mi prima. Se lo di. Me dijo que me duchara, que le sugiriera a ella hacer lo mismo y que, cuando acabara, que me volviera a conectar al messenger. Seguí sus instrucciones, aunque en el nombre de la ciencia, no le dije nada a mi prima de que había contactado con alguien que iba a intentar quitarnos el posible mal de ojo. Lo que sí hice fue mirar el reloj para recordar la hora a la que se suponía que iba a quitárnoslo.

Cuando me conecté al messenger, ya fuera por la ducha o porque el lado irracional de mi persona se había visto aplacado al pensar que mis perturbaciones esotéricas se iban a resolver, me encontraba mucho más tranquila o, siendo más precisa, menos histérica, porque tampoco se puede decir que estuviera tranquila. Entonces, le pregunté al muchacho que qué tal el proceso, que cómo habían ido esos rezos. Su respuesta fue: «Mira, esto va de la siguiente manera: hay una oración para eso. La mecánica es rezarla una y otra vez. Mientras la rezas, si va bien y si hay mal de ojo, sientes el impulso de bostezar. Cuando dejas de bostezar, es que ya lo has quitado. Lo normal es rezar la oración unas tres veces y que luego acabes con un poco de dolor de cabeza. Pues bien, a tu prima le he tenido que rezar nueve veces, así que la he librado de una cagalera permanente. Contigo, han bastado dos, así que chica: ENHORABUENA, a ti no te tumba ni Rafiki. Debes tener una protección natural para estas cosas y eso es rarísimo, tienes suerte. Probablemente la tía intentó atacarte a ti y, al ver que no pudo, el ataque fue contra tu prima que, de no ser por mí, probablemente le esperaba caer en un estado de cagalera permanente. Pero esa mujer no se ha quedado tranquila, fíjate que como ha visto que sus tretas no le han funcionado, está empeñada en verte otra vez. Ahora atención: te perseguirá. Procura llevar siempre contigo algo rojo, algo que esté a la vista, por si volvieras a cruzártela. Es más: volverás a cruzártela. También os daré a ti y a tu prima un amuleto la próxima vez que nos veamos».

A la noche, cuando volví a ver a mi prima, me la encontré perfectamente. Antes de darle la menor explicación, se me ocurrió preguntarle a partir de qué hora comenzó a sentirse mejor y ¡sorpresa! podéis reiros, pero coincidía con la hora a la que nos habían quitado el mal de ojo. Al saber esto, ya le conté con detalles aquella conversación y le dije que habíamos quedado al día siguiente con este muchacho para agradecerle el detalle y que nos diera el amuleto. No creáis que mi prima se rió de esto, al contrario, había pasado de golpe y porrazo de ser una mente escéptica y científica a estar convencida de que le había caído un mal de ojo y de que este chico la había librado de que fuera a peor.

Desenlace del episodio:

– Quedamos con el muchacho y nos dio los amuletos: sendas piedras blancas. Desde entonces esa piedra vive en mi cuarto, es cuidadosamente tratada y me acompaña cuando voy a tener alguna circunstancia complicada.

– Mi prima,  pese a quedó más tranquila una vez que se le dio el amuleto, no permaneció en Almería toda la Semana Santa, como tenía previsto y, aunque me metió una buena excusa, diría que se largó para evitar cruzarse con la bruja. Cómo será la cosa que, desde entonces, no ha vuelto. Como anfitriona no tengo precio.

– Las advertencias que me hizo el muchacho se cumplieron: la mujer insistió en buscarme y al final volvería a cruzármela. Era el destino.

Por ello, no acaba aún la historia, no…

CONTINUARÁ

Acerca de Hécate

Lee y me cuentas.
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4 respuestas a Una de anécdotas de bar (IV)

  1. jairo dijo:

    dios silvi que fuerte yo creo en estas cosas aunque tambien creo mucho en la sugestion y no esta de más tener algun amuleto que te ayude, mi mano de Fatima va en mi coche para darme suerte y ya sabes que alguna es afin a los lazos rojos y no le va mal estoy deseando volver a leer la continuacion. dios que fuerte.

    • vengatriz dijo:

      Es que a veces pasan cosas que dan que pensar, no digo que sean lo más normal ni que pasen todos los días, pero la prudencia nunca sobra 🙂
      La continuación mañana la tienes, palabrita de honor!!

  2. variablex dijo:

    Bueno, pensándolo bien, a lo mejor la comida suculenta (desde el punto de vista colombiano, claro) que te dio era precisamente para animarte a comer y hacerte cualquier brujería o vete tú a saber.

    Yo no creo mucho en estas cosas… pero haberlas hailas, y alguna vez me han pasado cosas que no tenían explicación ninguna, de esas que te hacen dudar del escepticismo..

    • vengatriz dijo:

      Lo más llamativo del caso era el interés que tenía en verme, cuando se supone que no me soporta XD. Y tú sabes bien que no me soporta, eres un privilegiado que conoce el final de la historia XD.Supongo que a todos nos han pasado cosas de esas que no tienen explicación ninguna, aunque haya quien no quiera admitírselo a sí mismo.

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