Cómo madrugar y no morir (XII)


¿Recordáis que ayer tuve un mal día y hoy tenía que ser mejor? ¡Pues no! Me pasé hasta las 3 de la mañana buscando música para el taller, menos mal que Variablex me echó un megacable con ese tema. De todos modos, me acosté ansiosa y no podía dormir, pero la cosa empeoró cuando mi hermano -con quien comparto cuarto provisionalmente por la llegada de mi sisterempezó a roncar y me dieron ganas de ahogarlo. Cuando por fin se calló y yo entraba en duermevela, la puerta comenzó a golpear. Puto viento. La cierro y miro el reloj, las 5 de la mañana y yo sin dormir. Cierro los ojos, pensando que me queda una hora de sueño y ¿qué hace mi bendito inconsciente? ¡Empieza a tener pesadillas! En concreto, soñaba que el reloj estaba mal, que en vez de ser las 5 eran las 6 y que cuando fueran las 6 serían las siete y yo llegaría tarde y me despedirían… cuando vine a «despertar», no había descansado una mierda, pero esto no es todo. Llego al colegio, voy a abrir la puerta de mi aula y… no se abre. Puerta oxidada, con ataque de gilipollez, o Silvi extraordinariamente torpe. Cuando logro abrirla, como me había tirado tanto rato peleándome con la puerta, empieza a sonar la alarma. Le meto la clave, no se calla. Vuelvo a meter la clave, no se calla. Vuelvo a meter la clave, no se calla. Comienzo a pensar que igual la clave que igual debo meter una clave distinta si el cacharro comienza a pitar y que va tocando llamar a la conserje. En ese momento, aparecen los dos alumnos que siempre llegan primeros porque sus padres los dejan en la puerta diez minutos antes de la hora. Sin embargo, la que llega más tarde de lo habitual es mi compañera. Yo comienzo a cagarme mentalmente en los muertos de todo el mundo. Pido a la madre que vaya a avisar a la conserje mientras yo me quedo con los chavales y me entero de otra novedad: la conserje está de baja, lleva varios días mala, non va a salir de su casa, así que toca hablar con ella a través de una ventana, como si fuera Julieta. Al final, en este follón, llega mi compañera, mete ella LA MISMA CLAVE que yo había metido tres veces sin éxito y ¡zas! problema resuelto, con lo cual quedé mal ante los padres y ante la conserje PARA NADA y me gané una mirada de conmisceración de mi compi acompañada de un «es que te pusiste nerviosa ¿verdad?» que me sentó peor que cualquier reproche. Más motivos para que me mire por encima del hombro, brrrr….

Y ahora, tras esta introducción, la descripción de cómo fue la clase hoy:

  • Como quedamos, dividimos la clase en dos grupos. Lo que pasa es que tuvimos un problema (uno entre tantos) que, hablando con la conserje, porque después de haberla despertado fui a hablar un poco con ella, me contó que tuviéramos cuidado con usar la Biblioteca, que días atrás estuvo sonando la alarma, que al parecer el director nos había cedido los recursos de la Biblio sin comentarnos que su alarma no es la misma del comedor, sino la que corresponde al resto del centro, y que el modo de poder usar la biblioteca es esperar entre las 8.05 y las 8.15 a que  venga una profesora que suele llegar con antelación y que se ocupa de desactivar las alarmas del centro. Por tanto, durante un rato largo no pudimos hacer lo que teníamos previsto y, claro, cuando ha llegado una nueva incorporación (una niña de 5º) acompañada por su padre, la impresión que le ha tenido que dar al padre es que aquello es un manicomio, así que ya van varios padres hoy que quizá piensen que somos unas incompetentes, en especial yo.
  • Cuando ya pudimos dividirnos, mi compañera se quedó con el grupo de los pequeños, como expliqué ayer, y yo con el de los mayores. Les puse de fondo «Tubullar Bells (I)» de Mike Olfield. El reto era tenerles entre 20 y 30 minutos, en silencio,escuchando la música y dibujando. La condición es que tenían que centrarse en un mismo dibujo. De paso desarrollan la capacidad de escucha, que como vengo comentando, muy entrenada no la tienen. ¿Qué conseguí? Algunos hicieron caso e hicieron dibujos muy detallados. Otros, los más impulsivos, lo pasaron fatal ante la idea de tener que dibujar y colorear algo con detalles. Unos cuantos se distraían y, aunque obedecían y dibujaban, no podían evitar hablar con los compañeros de alrededor. Después estaba la niña mayor, que como estaba empeñada en que la música es «muy aburrida» en que yo soy «muy clásica», «y como esta música es tan rollo, voy a pintar un cementerio», por no hablar de aquello de «seño ¿y yo por qué tengo que hacerte caso a ti?» contestado por un implacable «porque yo soy la seño y tú la alumna» que ha venido a ser contestado con un «yo vengo porque mi madre se va temprano a trabajar, no porque yo sea alumna tuya». Al fin he zanjado la conversación diciéndole «me da igual por qué vienes, el caso es que vienes y mientras estés aquí te toca hacer lo que yo te diga». Y con eso se calló, pero peor todavía fue lo del otro chico de sexto. Él se colocó detrás del ordenador, frente a mí, de tal manera que parecía que hacía algo, pues yo no le veía. Cuando me vine a dar cuenta, tenía la hoja completamente en blanco. Me dijo que se dedicaba a dibujar y a borrar para que le cundiera la hoja. Menudo borde. Al final hice que todos me entregaran los dibujos, anotando su nombre en cada uno. Aunque el resultado haya sido frustrante, creo que es un diagnóstico de la capacidad de escuchar, de concentrarse en hacer algo con detalles, y de la actitud. El chico, para no entregarme una hoja en blanco, cuando le dije que me la tenía que entregar con su nombre, se puso a llenar la hoja de rallajos.
  • Cuando les tocó recoger la clase antes de irse – por cierto, nota mental, hay que mentalizarles de que todos deben recoger toda la clase; tienen la idea de que cada uno sólo debe guardar lo que ha sacado, así que no se ayudan lo más mínimo unos a otros- una de las niñas exclamó «¡Por favor, seño! ¡No vayas a colgar estos dibujos!». Es una de las que menos se ha esmerado.
  • Esto me ha dado una idea. Teniendo en cuenta las diferencias de actitudes y considerando también que, de momento, no hay ninguna alergia alimentaria en clase ni ninguna diabetes, mañana daré un par de dulces a los críos que más se esmeraron con mi actividad, en especial a la nueva que ha llegado hoy, es un encanto y ni ha chistado, eso hay que valorárselo. Refuerzo positivo, le dicen. En cuanto al chico que ha hecho los rallajos, siendo de sexto, se me ocurre que lo que podría hacer es justo lo que me sugirió aquella niña que no hiciera: colgar su dibujo. A lo mejor decís que eso es ridiculizar a un alumno, pero igual se le quitan las ganas de hacer el canelo si los alumnos pequeños ven que el que se las da de listo dibuja como si estuviera en infantil. Llamadme antipedagógica si queréis, pero entre la falta de sueño, el timbre y lo que no es el timbre, he salido con una mala follá impresionante.
  • Remate final: Al salir de clase, mi superdivinadelamuertecompi (ah, socorro, comenzamos a tomarle manía) me ha comentado que aunque ella NO HA HECHO NINGUNA ACTIVIDAD CON LOS PEQUES y sólo se ha limitado a preguntarles qué les gustaría hacer, con ella no han hablado, se han portado todos bien… ¿No os parece RARO?

Nota final: Creo que voy a mandar a la programación a cagar. Quiero hacerles metas individuales y, como meta colectiva, que aprendan a escuchar. Eso me importa más que el que sepan qué puñetas es el otoño o cómo se hace un desayuno saludable, porque eso parece que se lo explican los demás. Va tocando ir haciendo de valer mi criterio ¡pero ya!

Nota final 2: No creo que realmente cuelgue el dibujo del niño. Mejor nos centramos en el refuerzo positivo. Mi psicopedagoga interior me lo decía y Ceci me ha comentado lo mismo, pero a veces dan ganas… y es que, como os contaba ayer, los profes somos personas, los niños también, y a los doce años los hay que gastan su dosis de mala leche ya. No os extrañe que el curro de docente sea de los que más estrés conllevan. Mejor me centro en recompensar a quienes lo hicieron bien. Seguiremos informando 🙂

Así me sentí yo hoy:

¡Vota a Vengatriz, que los pringados rescataremos España!


Votar en los Premios Bitacoras.com

Acerca de Hécate

Lee y me cuentas.
Esta entrada fue publicada en Cómo madrugar y no morir y etiquetada , , , , . Guarda el enlace permanente.

4 respuestas a Cómo madrugar y no morir (XII)

  1. Gissel dijo:

    Qué bueno que tú estás a cargo de la clase y no yo. Porque yo seguramente colgaría todos esos dibujos en la pared 😀 De cualquier manera, quizás sería una lección valiosa sobre las consecuencias de las acciones: una vez en el mundo real, un trabajo mal hecho podría costarles el empleo. ¿Recuerdas los cuentos de hadas en sus versiones originales? A los niños malos solían comérselos los ogros y las brujas. Dime si eso no era más traumático 😛

  2. jairo dijo:

    vaya pues yo le colgaba el dibujo por borde al niño en fin silvi dias mejores vendran sino al tiempo ya lo veras

    • vengatriz dijo:

      Merecerlo lo merece, pero ese niño en el fondo quiere llamar la atención. No sé si le afectaría que cuelgue su dibujo o no, podría jugármela a obtener lo contrario de lo que pretendo. Si ve que otros son premiados y él es ignorado, igual le joroba.

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Imagen de Twitter

Estás comentando usando tu cuenta de Twitter. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s