CMYNM (XVIII) Un día FACTOR SILVIA


Lo primero, ayer caí en el círculo vicioso de la siesta y hoy también. Y no sólo eso, tengo una novedad metabólica (novedades hay de todos los colores) y es que estoy comenzando a comer entre las 12.30-13 pm. Supongo que hasta cierto punto es normal, teniendo en cuenta a qué horas me levanto. A continuación, me pega un bajón terrible y me acuesto a eso de las dos o dos y pico, aunque no me duermo realmente hasta las tres. Entonces, tiendo a despertarme a las cuatro pasadas.

Es importante explicar esto para contar con detalle cómo fue mi día.

En el trabajo, un caos. Me quedé con toda la jauría en la clase mientras mi compi andaba en la biblioteca preparando en la pizarra lo que lleva varios días maquinando (lo de las billeteras con tetrabricks). Parece que le llevó seis horas de preparación en casa lo de elaborar las instrucciones con los dibujos y las medidas y se le ha ido un buen tiempo en ir poniendo todo en la pizarra

Mientras tanto, yo me quedé con el grupo completo. Me traje los juegos y para mi sorpresa el niño borde de sexto juega al ajedrez desde los cuatro años, le encanta. Quería echarse una partida contra mí, aunque al final ha acabado jugando con otro compañero y ellos han servido de ejemplo para otro grupo al que se le han explicado cómo se movían las piezas. Me ha encantado ver cómo contactar con el fiera, es bueno averiguar los intereses de todos los niños, pero en especial de los conflictivos.

El problema vino porque el grupo que no andaba pendiente del ajedrez ha empezado a liarla, en especial los hermanos-mellizos-bingueros: se escapaban, robaban la pelota, armaban follón… y yo acabé pegando voces, que es algo que no me gusta.

La cosa es que cuando ella ha invitado a los críos a entrar a tomar nota de la actividad y ellos han visto que les tocaba copiar instrucciones, han pasado del asunto, se han negado y se han ido del aula, dejándola muy indignada.

Luego, a la noche, me ha llamado para cambiar impresiones. Al principio comenzó lamentándose amargamente de que no le habían hecho caso, pero no perdió la oportunidad de comentar que había escuchado mucho jaleo, que los niños cuando están con ella no arman tanto follón, que a ella le gustaría que me respetaran tanto como a ella (¿?) que a mí lo que me sucede es que me ven vulnerable.

Je, falta de agresividad. Lo mismo que me fallaba como comercial. Pero no deja de ser paradójico que me venga con esas cuando ella acababa de tener un fracaso enorme con una actividad que llevaba preparando días. Un fracaso mayor que cualquiera de los míos,porque en general, salvo el día en el que les intenté leer un cuento, mis actividades no han salido mal (aparte, he propuesto muchas más que ella) y, por ende, yo no he dedicado tanto tiempo a preparar una actividad para el aula matinal.

El caso es que entre el follón de la clase y la lata que me ha dado esta niña, he salido quemadísima y aún me duele la cabeza.

Pero eso no ha sido lo único. Os cuento.

Esta tarde había quedado con unas amigas. Como os contaba al principio, quedé a las 3.00 así que, sabiendo que me pega el bajón de sueño muy pronto, comí a las 12.30, fregué los platos a la 1, me entretuve un poco con la red y a la 1.30-2 dije de dormir una siestecilla de las cortas, media hora, una hora. Había quedado a las tres, así que avisé a la chica que tenía que recogerme para que viniera a las 3.30 y así darme más margen, pero ella no podía, así que contesté que ya iría por mis medios. Cada mensajito, cómo no, es ruidito y tiempo que perdía de dormir. De pronto llegan las 3.30… y suena el teléfono. Nos cargamos el sueño. No lo cogí, le mandé un sms diciendo que me había despertado, que no se preocupara, que iría más tarde. Volví a intentar dormir, pero ya no hubo pantalones. Gruñendo, salí de la cama, me arreglé, llamé a la casa de la anfitriona para avisar de que ya venía, busco mis cartas del Tarot y ¡zas! se han perdido las tres barajas y hablo de TRES BARAJAS. Media hora buscando, las 4.30. Si salía, entre unas cosas y otras me iban a dar las cinco y esta gente tenía previsto recogerse antes de las seis, así que me tocó llamar otra vez diciendo que no iba. Muy probablemente se habrán cabreado, pero más me he cabreado yo.

Tras esto, me fui de compras con mi hermana. Primera vez que sale a la calle desde que la operaron y, la verdad, está ya mucho mejor. Como ambas somos curiosas y, retirado el pastor, se emborrachan las ovejas; tiramos un poco la casa por la ventana y compramos alimentos exóticos: pastas inglesas para el té, malvaviscos, masa para hacer arepas… y cervecitas de cannabis, llamadas Cannabia, que tendrán una cantidad ridícula de hierba, pero tengo curiosidad, más que nada siguiendo un principio de mi historia reciente: siempre que me sea posible, intentaré hacer cosas nuevas. Eso va desde vivir experiencias hasta conocer lugares o probar alimentos que nunca haya comido.

No es que las drogas me llamen, bien mirado soy una chica sanota que bebe puntualmente, no fuma y no ha probado la inmensa mayoría de las drogas; pero tampoco me voy a poner hipócrita e impresionable: muchos medicamentos son más peligrosos y adictivos que el cannabis y, además, como expliqué antes, la proporción debe ser ridícula y seguro que esa cerveza se vende más por morbo o curiosidad que por sus efectos. Ya os contaré. Si me bebí el Xango con ron, puedo con esto.

Planes para mañana:

  • Ponerles «Regreso al Futuro» que AL PARECER funciona – hoy se hicieron pruebas técnicas con la tele-. Que aprendan cultura ochentera. Y luego lo enlazamos con el último descubrimiento de los neutrinos, que corren más que Fernando Alonso.
  • Sacarme una foto para: 1. renovar mi DNI, 2. sacarme el pasaporte, 3. dar una copia a mi academia para completar mi fcha.
  • Asistir a mi segunda clase de inglés.
  • Ir a teatro.

Novedades que no os pude contar antes:

  • Me concedieron el curso de Cooperante Internacional que había solicitado en Cruz Roja. Lo supe ayer por correo electrónico, al poco tiempo de postear mi entrada.
  • Me llamaron los de la academia diciendo que o posponía media hora mi horario (cosa que me conduciría a perder teatro) o me tenía que meter en un grupo de niños de instituto (entre 13 y 17 años). Y ahí me tenéis, con los yogurines. No veas qué impresión. La profesora no es nativa o, bueno, es nativa pero de su tierra – es polaca- y habla un inglés estupendo desde mi humilde opinión. Los compañeros son majos dentro de que son muy tímidos, ríen mucho, hacen mucho el tonto y, como cualquier adolescente, no parecen muy motivados porque no están ahí por su propia voluntad, sino por la voluntad de sus padres. Se hace muy diferente estudiar cuando tienes una madurez y lo eliges tú que cuando te toca estudiar algo en la adolescencia. La consecuencia es que yo parezco la abuela de todas estas criaturas y que, aunque seamos diez en clase, actúo como si fuera para mí sola; aunque me tomen por gilipollas, pero entiendo que la clase es mi momento semanal de practicar inglés con alguien que sabe, que estoy pagando por él y si lo pierdo, lo estoy desperdiciando y, para eso, me estudio el manual de por libre, que ya estoy grande.

Mañana más. Perdonad el retraso pero… ¡puf! Creo que se nota que hoy acabé saturada ¿verdad?

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Acerca de Hécate

Lee y me cuentas.
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8 respuestas a CMYNM (XVIII) Un día FACTOR SILVIA

  1. Gracias Vengatriz!! es una buena fábula para opositores si…jeje!! Buscaré más para irlas publicando en el blog. Un beso!!

    • vengatriz dijo:

      ¡Muakis! Es buena para opositores y para todo el que pelea en esta vida, sobre todo para quienes somos especialmente sensibles a las opiniones ajenas. Estoy intentando quitarme ese defecto, pero me afectan demasiado los juicios de valor que otros hacen sobre mí. Y fíjate, sólo la ranita sorda llegó a la meta.

  2. jairo dijo:

    la cannabia sabe a rayos te lo duigo por experiencia, al menos a mi no me gusto

  3. variablex dijo:

    Eso del ajedrez me recuerda al caso de la rusa en Ecuador. Nos tajeron una refugiada rusa, que no hablaba ni papa de español (y eso que llevaba ya 6 meses en Ecuador), y se negaba a hablar ruso hasta el punto de que empezábamos a pensar que no era rusa de verdad. Hablaba en inglés, y sólo se comunicaba conmigo, siendo indiferente al resto de la gente de la cada.

    Hasta que un día, un compañero trajo un juego de ajedrez. Se le iluminó la cara, y enseguida se puso a jugar con él. Nos empezó a hablar de su pasado, y de cómo aprendió a jugar al ajedrez (así descubrimos que sí era rusa de verdad), y se convirtió en alguien mucho más sociable y amable.

    Luego pasaron otras muchas cosas y todo terminó de una manera un poco extraña… pero en Ecuador todo es un poco extraño, y la rusa era la reina de las rarezas, así que era previsible.

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