¡Hola, corazones! (momento Igartiburu, je)
Ayer no actualicé porque estaba harta de todo. El cansancio, que es muy malo. Como lo primero es antes y sé que la mayoría de quienes me leéis y comentáis sois amigos, he de decir que ya me encuentro mucho mejor de mi «catalergia», que debía tener más de catarro que de alergia. Lo que pasaba es que soy muy burra y me resisto a ir al médico y a tomar química. Al médico no fui, pero me automediqué acertadamente – niños, haced lo que yo diga, pero jamás lo que yo haga-. La solución a la mayor parte de mis problemas resulta que se llamaba Fluimucil. Me cortó los mocos de raíz. Ahora estoy prácticamente bien y confieso que me habría ahorrado muchos malestares esta semana si me hubiera dignado a tomarlo antes.
De mi horario de sueño esta semana mejor ni hablemos. Como he estado fastidiada con la catalergia, la media ha sido dormir entre tres y cinco horas por la noche y otras tantas por la mañana cuando dormía de trabajar. Lo que en entradas anteriores llamaba «el ciclo pernicioso de la siesta», que supone toda una dificultad para educar al cuerpo en el ritmo de sueño que debe tener.
Ya veis, llevo ya más de un mes trabajando (empecé el 13 del mes pasado) y todavía no he aprendido cómo madrugar y no morir. Hay etapas en las que parece que el asunto está más o menos controlado, pero a la que me descuido sufro recaídas y el sueño se me vuelve a descontrolar completamente. Mucho me temo que esta guerra va a durar todo el curso. Mi tendencia a trasnochar es demasiado fuerte y tiene mucho tiempo de arraigo, pero en fin… ¡seguimos en la lucha! ¡todo sea por trabajar!
Aula Matinal. Viernes:
Un día simpático. Como mi compi está apuntada a clases de salsa, la actividad central del día fue coger su móvil de última generación, conectarlo a unos altavoces y ponernos a bailar. Bueno, bailaba ella, que es la que sabe, aunque había unas cuantas niñas motivadísimas que lo pillaron al vuelo. En cuanto a mí, «Esther Píscore» (Terpsícore, musa de la danza, los aficionados a Les Luthiers captarán el guiño) nunca me ha querido bien y tengo el mismo gracejo bailando que el bueno de Robocop. Por ello, de niña y en mi primera juventud, bailar me daba una vergüenza increíble. Ahora me muevo (pasas más inadvertido si vas de marcha y te quedas quieto que si te mueves) y me dedico a hacer chistes sobre la gente que está bailando a mi alrededor para evitar que la quienes me rodean presten demasiada atención a mi ausencia de sentido del ritmo.
El caso es que ella bailaba, otras niñas la seguían, los niños nos miraban con actitud pasiva – salvo el rubito repelente en proceso de redención, que nos ayudó haciendo de pinchadiscos- y yo hacía como que bailaba, pero me dedicaba a acojonar a los niños. Como estaban sentados justo enfrente, a muy poca distancia, los pasos requerían ir hacia delante y hacia atrás y la canción, por llamarla de alguna manera, repetía insistentemente un estribillo más o menos así «adelante, que voy, adelante, que voy» (si no lo recuerdo literal y alguien sí, que me lo diga) yo en el «que voy» hacía como que iba a coger del brazo a uno de los chicos y les gritaba, con voz de la niña del exorcista «tú también bailaráaaaaaaaas», ante lo que solían gritar «noooooooooooooooooo».
¿A que no hay nadie que motive como yo? 😛
Imagino que tanta resistencia masculina al baile se cimenta no en la timidez, o no únicamente, sino en cierta concepción machista que considera que el baile es cosa más de mujeres que de hombres. ¡Como si las mujeres tuviéramos una neurona especial que nos facilitara lo de bailar! Yo, como os he comentado, debo ser una mutante, porque me declaro inútil total ante esas lides.
Hablando con ellos, descubrí que al chico rumano le encanta Michael Jackson y que se apuntaría a bailar, pero como él. Incluso me hizo una demostración haciéndome un moonwalk – nombre que recibe ese paso típico en el que M.J parecía deslizarse sobre el suelo-.
Le he prometido que el próximo día me traigo un sombrero, para que nos baile el lunes caracterizado como la ocasión merece y se nos entusiasmó. La nota de humor vino cuando yo le comenté a la compañera que el muchacho se reserva para el lunes porque quiere bailar caracterizado de Michael Jackson, y ella exclamó «¡Ay, sí! ¡Yo tengo un sombrero de cuando bailé el cabaret el año pasado, me lo puedo traer!». Debe ser la sorda mejoras, que escucha las medias y no escucha las horas, porque también le expliqué que yo me traería el sombrero y no pareció metabolizarlo XD.
Pero bueno, bien mirado, no está mal que haya dos sombreros… unos niños son más cabezones que otros y, además, igual de ese modo conseguimos que bailen varios.
Les dediqué una profecía y es probable que se acuerden de ella cuando sean mayores, porque sé que no va a fallar: » En verdad en verdad os digo que de aquí a algo más de una década, ya sea para ligar o para no aburrir a vuestras novias, seréis vosotros mismos los que vayáis de cabeza a apuntaros a bailes de salón». Ea.
Nota: ¡Qué ganas de ponerles «Billy Elliot»! ¡Pero no me va la tele ni tengo esa peli! XD
¿Problemas disciplinarios? Unos pocos, pero parece que van siendo mucho menos graves que los del principio. Ahora los que nos tienen a mal parir son los mellizos, aquellos que reciben el sobrenombre de «los hermanos bingueros» porque, a la que nos descuidamos, andan practicando la «educación para la ludopatía». No sé si alguna vez he comentado que son casi iguales, pero que uno es rubio y el otro es moreno, al más puro estilo Zipi y Zape y, de los dos, el más tocapelotas, con diferencia, es el rubito.
La cosa fue que el rubito y el niño que me pide siempre que hable con acento sevillano se fueron a estudiar para el examen de flauta… y parece que nadie se había dedicado a explicarles cuál es la diferencia entre la música y el ruido infernal. No sabía yo si es que intentaban tocar y no les salía o si andaban armando escándalo por gusto, pero lo que sí estaba claro es que no tocaban de modo sincronizado y eso no había pantalones de soportarlo.
Por ello, me acerqué a ellos y les dije: «Pero ¡esto qué es! ¿No os han enseñado la diferencia entre música y ruido?». El mellizo rubio (qué peligro tienen los rubios de mi clase) respondió todo un clásico del género: «ni lo sé ni me importa». Pero yo andaba de mala follá. Tanta alteración del sueño y pasar mala toda la semana es lo que tiene, así que le dije lo primero que me pasó por la cabeza, que fue lo siguiente: «Oye ¿cada vez que te pones borde aparece un gnomo que te da cinco euros?». «No seño, ojalá». «Entonces, si no te aparece un gnomo que te dé cinco euros cada vez que te pones borde y, teniendo en cuenta que lo que puede ocurrir es que yo te castigue o llame a tus padres, me parece que no te conviene que me toques mucho las narices».
Él se quedó calladito y el amigo se partió de risa. Al final la docencia saca lo peor de cada personalidad y lo peor de la mía es que, aunque tranquila,puedo ser bastante borde.
Quitando este detalle, no hubo más incidentes.
Clase particular:
Por la tarde, di la clase particular que no pude dar el jueves. Parece que la niña no salió muy bien parada del examen que hizo el miércoles. Tocó explicarle a ella, y de paso a la madre, que las técnicas de estudio no sólo hay que aplicarlas, hay que evaluarlas. Después de cada examen toca ver si se dedicó o no el tiempo suficiente, si lo que se hizo fue o no eficaz, qué resultó más fácil o más difícil, qué la cogió por sorpresa, en suma, qué es lo que hay que solucionar de cara al siguiente examen y… sobre todo, un profesor particular que va dos horas a la semana es un guía, pero no tiene la responsabilidad del trabajo del alumno, es el alumno quien debe sacarle partido. Si el alumno no se pone las pilas, el profesor no sirve absolutamente para nada.
Ya sabéis que en estos tiempos que corren, cuando el alumno suspende SIEMPRE se culpa al maestro… y si encima es profesor particular ¡ni os cuento!
Le eché su rapapolvo, hicimos la evaluación de resultados, le enseñé un par de técnicas de estudio más y le mandé deberes para el próximo martes. A ver qué tal se porta el próximo día.
Factor Silvia:
Imagino que pensáis que la entrada debe estar acabando ya y que es extraño que todavía no haya aclarado el por qué de su título «Esa no soy yo». Es que guardaba lo más interesante para el postre. Veréis, ayer cuando llegué a casa y miré el buzón, me encontré con un comunicado de la Seguridad Social. Parece que ya me han dado el alta, pero no era un alta demasiado tranquilizadora. Según lo que ponía, se me dio el alta el día 13, se me mantuvo tres días, luego se me dio de baja, se me volvió a hacer el alta en octubre, se mantuvo otros tres días y, después, se me volvió a dar de baja.
Mosqueante. Llevo trabajando más de un mes y he cotizado SEIS DÍAS. Eso por no hablar de que todavía sigo sin contrato. Pero eso no es lo peor, lo peor es que de pronto me fijé en el nombre de la persona que había estado cotizando y, por una LETRA (mi segundo apellido es HERNÁNDEZ y aparecía FERNÁNDEZ) resulta que no he sido yo quien cotizaba, sino esa fulanita que se llama casi casi como yo.
Ayer les mandé un correo pidiéndoles explicaciones. Si no contestan pronto, este mismo lunes comenzaré a dar la brasa con el asunto. Y el martes les veo en el curso de Manipulador de Alimentos, no van a poder escaquearse. Es un asunto grave y no me apetece que me vacilen con el tema; ya que he sido tan pringada como para no cotizar hasta los 27 (casi 28) es de un Factor Silvia imperdonable, que cuando me vayan a dar el alta, me la den a un nombre que no es el mío. ¡Manda ovarios!
Anexo canción oportuna:
Y ahora… ¡vótame,que ya no queda tiempo casi! (Categoría: Educación)
joer lo de la seguridad social es grave y mosqueante… Silvi el concurso acaba el 1 de noviembre, sopresa yo apàrezco tb en periodismo el 65. vamops en dos laos ni mas ni menos 😉
¡Oléeee por tiiiI! ¡Qué sorpresa! ¡Me alegra un montón!
Con lo de la SS ya veremos qué pasa, pero mosqueada estoy, esto se tiene que solucionar y pronto.
Sinceramente he disfrutado todo y esos detalles tan propios de tu estilo que le dan una vivaz forma de sorberlo, pero no porque tenga catarro ya se entiende :-)…; es que es entretenido y éste lo ha sido. Por otro lado veo que como persona dedicada a la enseñanza , no deja de ser compensador quitarse el estrés escribiendo todo lo que pasa y tienes par rato. Le voy a decir a mi hija que es profe de Educ. Física de carrera (en deportiva) y también es traductora y da da clases de español, que si puede se dé una vuelta por aquí y se despeje que, con todo lo que puede sacar en claro de tanto como ve por esos mundos frioleros, donde los diablos se ponen cenizos, se relajaría bastante. Quizá la falta de luz solar se compense con un rostro iluminado todo el día y no tenga que utilizar el aceite de hígado de bacalao o de salmón…, para dominar el mal humor que se pone cuando se acuerda de España, su benigno y no tan riguroso clima por ser mediterráneo, Ah, y esa dieta con la que su madre la cuida cuando voy o ella nos visita.
Mi abrazo, Elisa
¡Me alegra que te haya gustado! Sí que relaja ir contando todo. Además, tiene otra finalidad, sirve para analizar las cosas. Yo saqué magisterio en 2004 y me licencié en psicopedagogía en 200. Sin embargo, desde las prácticas de magisterio, no había vuelto a manejar a un grupo de niños hasta ahora. Es decir, te estoy hablando de siete años sin entrar de profe a una clase, me siento como si no supiera nada. Escribir es un modo de inmortalizar lo que ocurre y repensarlo. Y escribirlo con humor es un gran modo de desdramatizar. Sin humor no sabría vivir e intento que quien pase por aquí pase un rato agradable con la lectura de este espacio.
Por supuesto, tu hija está invitadísima y será bien recibida.
Un abrazo 🙂
Hola chata, cada día escribes más y yo tengo menos tiempo. Hoy he sabido de un sorteo donde una de las condiciones es escribir un relato corto de una temática concreta, pero el máximo son 200 palabras, así que no sé si serías capaz de hacer algo tan cortito, jaja Te dejo el enlace por si te interesa http://www.escalpeloliterario.com/?p=1315.
Ah, ayer le llevamos el regalito a los nuevos papis y fliparon. Gracias por tu comentario.
En ocasiones muy concretas y específicas puedo ser breve XD. Y si no lo soy, está el truco de pasarle al texto la máquina de podar hasta reducirlo a la mínima expresión. Hace tiempo que no me presento a un concurso de microrrelatos… ¡voy a probar! ¡Muchas gracias, guapetona, por la info y por pasarte por aquí!
¡Muakis! Nos leemos 🙂
Joder Sil,qué fuerte lo de la empresa!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!CONVIÉRTETE EN GODZILA!!!! que no se pueden reír de una así,por dios! y se me ha ocurrido,leyendo lo de la clase particular que puedes usar para el blog la imagen de cómica que te dediqué en el grupo,no? es muy ilustrativa,jejeje
Besos y te deseo que todo se solucione!!!!!!porque esto es «pa mear y no echar gota»
Todavía no han respondido a mi comentario los «hijos de Putin». Mañana tengo el curso de manipuladora de alimentos. A ver si les puedo decir un par de cosas. Si no, enseguida les estoy llamando por teléfono, para que no puedan eludirme.
¡Muakis!
MUY mosqueante lo de la empresa. También bastante extraño, ya que si por casualidad ocurriese cualquier cosa (CUALQUIER cosa) a ti o a uno de los niños, y tenéis que ir al hospital, se les va a caer el pelo. Pero caido del todo. O si por casualidad a alguien le diese por avisar de forma anónima a un inspector de trabajo… cosas así.
Me ha hecho mucha gracia lo del enanito que de da 5€ XD. Y lo de asustar a los pobres niños amenazándolos con obligarles a bailar ¿eso no es tortura o algo? ¡Pobre niños!
Soy mala malísima persona, ya lo ves!!!!
Parece que si he estado cotizando, pero aún no está claro, ya lo verás, debo ir llamando a la SS.