Sobre mis horarios de sueño: Hace tiempo que no os informo. Como llegué tan cansada del fin de semana, en el que no pude hacer mucho el animal porque, para aprovechar el día, estuve madrugando, el lunes sí dormí siesta matinal pero el resto de los días no me he podido permitir ese lujo; primero porque tenía muchas tareas pendientes que ya expliqué en la entrada anterior, segundo porque el martes mi hermano se lesionó – tiene la singular «costumbre», por ser hiperlaxo, de desencajarse las rodillas periódicamente y eso implica dos semanas de reposo absoluto sin poder doblar la rodilla- y me tocó estar cuidando de él y, sobre todo, ayudándole a moverse. Y mi hermano es mucho gran hermano, 16 años, aproximadamente 1.85 de estatura y 124 kilos de peso. ¡No es tan fácil moverlo!
Así que, en resumen, he estado durmiendo una media de 5-6 horas diarias, sin siesta. Quién sabe, igual consigo vencer la siesta matinal. O no.
Aviso: Me vais a acusar de ser una pendeja, pero vais a ver qué agenda tengo los próximos días. Este fin de semana he quedado con un grupo de amigos en Fuengirola. Gracias sean dadas a FJ, que nos encontró un chollo de 17 € dos noches en unas condiciones muy buenas. Por tanto, como salgo mañana, no vuelvo a actualizar hasta el lunes o martes como mínimo, depende de cuántas prácticas se me acumulen del curso a distancia, aunque, por suerte,esos días no tendré que trabajar.
Otro detalle a tener en cuenta: el próximo martes es mi cumpleaños. ¡Vamos «pa» viejas! Y eso que espíritu juvenil tengo un rato; el caso es que me voy acercando inexorablemente a la treintena. Pero, digo yo, si vivo como una adolescente, si he tardado tanto en salir del cascarón en muchas cosas (y en otras ni he salido), si mi futuro es tan absolutamente impreciso como antes de comenzar la universidad… ¿no tengo derecho a conservarme como Dorian Grey y a sentirme un poquito Peter Pan? Aunque va, en el fondo tiro más a Wendy; porque, conociendo mi manera de ser, aparezo en una isla destinada a jugar y a tocarse las narices y, al final, por más que quiera entregarme a lo lúdico, seguro que acabo haciéndome cargo de todos los niños perdidos.
Fin del desbarre, jeje.
El viernes siguiente estoy invitada a una fiesta por mi academia de inglés, que se quiere tirar ese detalle con los alumnos. Imagino que alguna consumición gratis caerá. Me pasaré, igual hasta me divierto. No hay que perder oportunidades de conocer gente.
El sábado y el domingo estaré de casa rural gratuita con mis compañeros de voluntariado de Cruz Roja. Han querido organizar unas convivencias para que «convivamos» (ya sabéis lo que quiero decir) y, de paso, por aquello de amenizar, van a realizar unos talleres que no sé ni de qué son. Acudiré por la misma razón por la que iré a la fiesta de mi academia: mi voluntariado es muy solitario, en tanto a que suelo trabajar o sola o con compañeros que van rotando, y una dosis de corporativismo y de crear nexos con gente no me vendría mal. Siento esa necesidad que me da periódicamente de ampliar mis círculos.
Y, si no recuerdo mal, el viernes o el sábado del siguiente finde, tendré una cervecilla con mis ex compañeros de mi primera escuela en Almería (soy un ser que ha rotado mucho de colegio) a los que hace una barbaridad de años que no veo. No es mi primera experiencia en este tipo de quedadas y lo cierto es que las anteriores salieron muy bien, fueron un punto de partida para que retomara el contacto con gente con la que pensé que no lo retomaría y es algo de lo que me alegro.
Ya el siguiente finde es fun-fun-fun. ¡Se me va a ir diciembre volando!
No todo va a ser venir aquí y hablar de trabajo. Por lo menos toca demostrar que el personaje, eventualmente, puede gozar de vida social, no sea que acabéis pensando que soy un triste ser humano que sólo es capaz de contar cosas laborales.
Jornada laboral: ¡Más sobre la gentuza del comedor! Cuando llegué a trabajar, me encontré a mi compañera hecha una fiera desatada, porque nuestros recursos – los impresionantes materiales que la gente de la empresa nos dejó, quien no sepa de qué hablo, que lea la entrada anterior- salieron del cuarto de baño (ese que nos suelen cerrar o abrir según su capricho y que les hace las veces de cuarto de limpieza y almacén) y aparecieron sobre la mesa del aula pequeña.
Al menos, todo hay que decirlo, han tenido la enorme gentileza de cedernos dos rollos de papel higiénico [insertar tono irónico].
Pero esto no ha sido todo. Mi compañera andaba con ganas de devolverles la putada y sacar sus cosas de los cajones y yo le he dicho que se refrene, que me iba a disponer a escribirles una «carta de amor» de las mías o, como uno de mis comentaristas la definió en una de las entradas anteriores, un post-it-mail cuando un hecho repentino alteró el transcurso de mi estrategia militar.
Ese algo fue la repentina aparición del director, para comentarme que dos niños andaban malos y no debían salir al recreo, que se había dado un error en el último listado de asistencia que se había enviado y de paso, como quien no quiere la cosa, para preguntar si las monitoras del comedor nos habían dejado los rollos de papel higiénico al final.
Pregunta para detectives: ¿Quién contó al director el tema de los rollos? Os enteraréis dentro de un par de párrafos.
Le contesté, comentándole que sí y, de paso, planteando el tema del cuarto de baño que anda cerrado con llave. Él me ha estado explicando que al final en ese cuarto no va a entrar nadie porque nadie se pone de acuerdo para limpiarlo: las del comedor no quieren (¿recordáis que nos lo querían endosar a nosotras?), las limpiadoras tampoco quieren y a nosotras no es algo que nos corresponda.
Así que nadie entrará ahí, en breve le pondrán un cartelito de «Cuarto de limpieza» y punto. Habrá que guardar los materiales en otro sitio, pero al menos hemos ganado que estas mujeres nos vayan pasando papel, aunque, según le dijeron ellas al director (sí, así me enteré yo, cuando el director lo comentó en plena conversación) que nuestros niños se gastaban un rollo en un día.
Más exageradas y rompen el molde.
Así que a mí se me ha calentado la boca y he comenzado a tutear al director y a explicarle que este conflicto va más allá de quién limpia y de la necesidad de que nos den rollos de papel, que nosotras siempre hemos ido de buena voluntad, como cuando nos intentamos poner de acuerdo con ellas en persona o cuando intentamos regalarles unos bombones para que nos lo despreciaran de aquella manera, pero que ellas demuestran una conducta que no se debe a un simple desacuerdo laboral: es mala leche personal que, además, mucho sentido no tiene. Le expliqué el tema de aquel árbol de navidad que nos acusaron romper, el cómo estuvimos aguantando hasta cascotes sobre la mesa durante varios días esperando a que los recogieran y ellas, en vez de recogerlos, aumentaban el tamaño de la mierda hasta que tocó amenazarlas con quejarse formalmente y también le dije «mira, A., es miserable sacarse los ojos con una cucharilla de postre por un rollo de papel higiénico o cosas así, pero date cuenta de algo: no he sido yo quien ha ido con el cuento, aunque las he tenido que amenazar para que recojan sus cosas, no quiero conflictos porque luego me esperan varios meses trabajando aquí y el clima puede ser muy molesto, cuando han pasado cosas me he limitado a dejarles notas… fíjate en quiénes han sido las que al final te han ido con las quejas y, qué quieres que te diga, me parece muy triste que te veas mediando en estos asuntos cuando bastante tienes con ser maestro de tu grupo y, además, dirigir el centro. A mí me agobia estar molestándote con ese asunto, pero no me ha quedado otra».
El hombre me contemplaba con los brazos cruzados, asintiendo con cara de director en apuros y las excusaba diciendo «creo que no es por vosotras, sospecho que andan a la defensiva por los problemas que hubo con ellas el año pasado».
Va a tener razón mi madre. Resulta que muchas veces las compañías de aula matinal incluyen comedor y las de comedor, aula matinal. Según mi madre, la única lógica que tiene esta persecución de la gente del comedor a la gente del aula matinal es que temen que sea mi empresa la que se quede con ambos servicios.
¡Si no, no se explica!
Aunque según mi amiga Hengo, parece que para ser monitora de comedor hay que recibir un carné acreditativo de la mala leche personal, porque según su experiencia, no hay ni una monitora de comedor que se tome la molestia de intentar ser medio amable.
En fin, seguiremos informando… ¡pero no antes del lunes!
¡Nos leemos! ¡Y gracias por vuestra comprensión!
Je, tengo un refrán que viene al caso para lo que les ocurre a tus compis..»Cuando el tonto sigue la linde, la linde se acaba y el tonto sigue » ;-).. En fin, yo con la gente que tiene mala leche, uso otra solución. Les arrojo una zapatilla vieja para que la muerdan. Así mientras la muerden a mí me dejan tranquilo. El questonto estonto…
Eso me ha recordado un dicho:
Hay tontos que tontos nacen
y tontos que tontos son
y tontos que tontos hacen
a los que tontos no son.
Me he reído un buen rato con lo de la zaptilla, que lo sepas 😀
vaya agenda que tienes te mueves mas que Rajoy jijiji bueno que Rajoy no se mueve jijijiji, joer lo de tu hermano..obligale hacer deporte de verdad te lo digo, yo mido 1,85 y peso mis 110 kg, pero creo que si no es por el baloncesto y el futbol mis rodillas estarian crock, lo de el comedor chapeau silvia que las pinche un pollo por perracas que son y na ya nos contaras como te va el finde ;9 y feliz cumple que nosotros estaremos en Suiza y no se si tendremos conexion.
Supongo que lo que más le convendría es nadar porque, aunque necesita hacer deporte, muchos serían contraproducentes. Lo más probable es que acaben operándole cuando acabe de crecer.
Por supuesto que contaré lo del finde XD la verdad es que promete porque nos vamos a juntar un grupo de locos.Si los viera Estefi se asustaría, porque son aún más frikis que yo XD
¿Y dices que yo me muevo cuando vosotros os vais a Suiza? ¡Pasadlo genial y sacad muchas fotos! Y a ver si venís pronto para Almería, que tu novia y yo tenemos que felicitarnos mutuamente, como buenas sagitarianas que somos.
¡Nos leemos!
Los treinta es la mejor edad. No deberías preocuparte por estar a punto de alcanzarla, sino estar triste porque todavía te queda un año ^_^
Creo que es posible que tu madre lleve razón con las del comedor, porque si no, no se explica… aunque ser conflictivas y no dar más que problemas no suele ser la mejor manera de asegurarse el mantenimiento de un puesto de trabajo ¿no? Vamos, digo yo…
¡Hola!
Acabas de decir lo que suelo responderle a mi madre cuando me hace ese comentario; si se destacan por folloneras, acumulan papeletas para que las despidan antes, si es eso lo que temen. Sin embargo, el año pasado las chicas del aula matinal se acabaron largando. Igual éstas llevan varios años y se sienten más fuertes que quien viene de nuevas. Y puede que sea verdad y que lo único que pase sea que la han cagado demasiadas veces y el director se está dando cuenta.
Por lo demás, me quedan ya un par de años para los 30 y cuando intento imaginarme con esa edad,no tengo ni idea de lo que estaré haciendo… hay un vacío impresionante, aunque lo positivo de ese vacío es que mi futuro todavía es un lienzo en blanco.
Un abrazo… ¡te veo mañana!