¿Quién dijo que todo debe ser estrés en el trabajo? ¿Os habéis planteado que es posible pasároslo bien en cualquier circunstancia?
Esta mañana volví a levantarme con seis horas de sueño,fiel a mi costumbre, dispuesta a encarar una semana más normal que la anterior. Apenas desayuné, de hecho, si os cuento la barbaridad que me metí en el cuerpo os vais a escandalizar: un Seven Up con sabor a cereza (cherry) que descubrí ayer en la sección británica del Carrefour que está mucho más buena (o, al menos, con mucho más sabor a cereza) que la Coca Cola del mismo sabor, que se lleva toda la fama.
Había que quitarse la sed de alguna manera y yo SIEMPRE voy con el tiempo pegado al culo a todas partes.
Al poco de llegar, saludé a mi compañera, que andaba con el día apático -lo contrario que yo, que aunque esté asocial y con estrés, en cierto modo estoy en racha- con un «¿Qué tal si trabajamos hoy?».
A quienes habéis seguido este diario desde el principio no os chocará tanto, pero a los que no es justo explicaros que, cuando mi compi y yo comenzamos, sin recursos, intentamos hacer diversas actividades poniendo de nuestro ingenio y de nuestro bolsillo, pero entre la informalidad de la empresa y la mala voluntad de los niños, nos fuimos desanimando para limitarnos a hacer lo que se nos pide estrictamente e, incluso, un poco menos.
Suena un poco duro, pero a las entradas anteriores me remito.
El caso es que la compi me ha mirado con cara de «vale» y le he preguntado si no le parecería mal que comenzáramos a hacer los rincones.
Explico eso. El último chillido en pedagogía juvenil – que, por cierto, tiene una colección de años- consiste en dividir el aula con cartelitos del tipo «rincón de lectura», «rincón de la tarea», «rincón de los juegos», «rincón de las mochilas»… para determinar qué se hace en cada zona y dar cierto margen a la diversidad, que en términos prácticos es «tú puedes comerte una manzana, una pera, un plátano y una cereza, de hecho te las tienes que comer, pero puedes elegir en qué orden te las comes, además, el espacio no da para que todos estéis comiendo la misma fruta al mismo tiempo».
Entonces me ha comentado la compañera que ella para el dibujo no es muy buena, que si puedo hacer yo los cartelitos para que los niños los coloreen, porque si dejamos que lo hagan todo ellos no sale tan bonito.
Esto me ha recordado fugazmente a cuando hice las prácticas de magisterio. Una de mis compañeras hacía las prácticas en infantil. En cierta ocasión, fui a intentar «salvarla», pues ella tenía derecho a salir en los recreos a desayunar, pero su tutora nunca se lo permitía y, claro, yo por estar en una situación particular (mi madre trabajaba en el colegio en el que yo estaba de práctica, aprovechando un vacío legal) me sentía mucho más segura para desenvolverme allí que los otros prácticas.
Imaginad qué ataque de risa me pudo dar cuando me encontré a mi pobre compañera de rehén en el aula, despeluchando un ejército de ovejas. Los niños de cuatro o cinco años (ya no recuerdo) de cara al Belén, habían hecho unas ovejas de cartulina con no-sé-cuánta cantidad de algodón pegado y tanta emoción le habían puesto a la tarea de algodonado que las ovejitas no eran capaces de tenerse en pie; así que ahí estaba mi pobre compañera, aligerando el peso de las ovejas en secreto, para que los chavales encontraran sus obras de arte mejor de lo que las dejaron.
Eso no es muy pedagógico.
Y esta situación me lo recordó, pero claro, ahora es cuando se ve el otro lado y el otro lado es: de cara a visitas de padres, jefes e inspectores varios, se trata de dar una buena imagen, no de hacer un buen proceso, por lo que nos interesa más que los carteles queden bonitos y, sobre todo, legibles, más que el hecho de que hagan ellos mismos los carteles.
Toca los ovarios pero aquí cabe recordar la cruel verdad que he ido asumiendo a lo largo de estos meses: yo ahí no voy de profesora funcionaria, voy de monitora, en un barco que tiene muchos más capitanes que remeros y resulta que realmente, aunque tanta gente nos supervise, la barca la movemos mi compañera y yo lo mejor que podemos.
Así que me puse a improvisar los carteles ante exclamaciones admirativas de mi compañera del tipo: «¡Qué bien te están quedando las letritas!» Yo sonreía, sabedora de que tampoco estaba haciendo nada tan complicado, que seguro que ella (que tiene un mayor recorrido laboral que yo) ha debido hacer cosas similares cientos de veces y que, además, soy un desastre dibujando, pero desastre, no recuerdo una vez que no haya aprobado esa materia que no haya sido de misericordia, más allá de que dibujara tan mal que alguien decidió que tenía estilo propio y me comprara los dibujos que hacía durante mis últimos años de instituto.
Mi madre, licenciada en Historia del Arte (que para estas cosas hace falta currículo) afirma que yo me gastaba un estilo Naiff, pero estoy convencida de que me andaba vacilando.
Al final me pasó lo que pasa cuando se demuestra capacidad y el otro no tiene ganas de trabajar: que los cartelones los acabé haciendo yo, aunque no es algo que me importe, y, lo que es más divertido, los niños se tiraron de cabeza a colorearlos. Supongo que hasta ellos acusan el aburrimiento de hacer todos los días lo mismo, es decir, tocarse las narices a dos manos por falta de alternativas.
Los carteles han quedado casi acabados, así que mañana será el turno de ponerlos. Lo mismo, si nos da el arrebato, hasta los utilizamos.
Pero lo más divertido ha ocurrido cuando se ha pedido a todos que recojan y he pedido voluntarios para ser delegado de patio. Explico: cuando queda alrededor de media hora para entrar a la escuela, les ordenamos que dejen la clase tal y como se la encontraron, después deben coger sus mochilas, ponerse en fila,dejar las mochilas en el patio y jugar hasta que toque el timbre.
La función del delegado del patio es avisar si hay peleas, avisar si se suben en la portería como si fuera una barra americana, avisar si se cuelgan en la parte externa de las escaleras, como si fueran jamones que desafían la gravedad, avisar si salen de mi alcance visual (el colegio es enorme y hay varios patios), si hacen algún amago de salir del centro y.. en fin, es el gran delator, el esbirro que cualquier docente necesita en un aula.
No obstante,como una es consciente de que el poder corrompe, es un cargo que voy alternando entre los críos.
Y sin embargo, había un niño que por conflictivo, siempre habíamos evitado nombrarle delegado de patio:el hijo del policía, que como recordaréis, también es un poco cleptómano y comprador furtivo de chocolate con churros, y siempre anda metido en algún tipo de pelea también.
Pero la seño Sil está loca y eventualmente se le cruzan los cables, así que cuando estaban a punto de salir (como toros del chiquero) pregunté en voz alta quién quería ser delegado de patio y varias manitas se alzaron, pero claro, entre ellas destacaba la de este chico,que seguro que estaba de cachondeo, convencido de que no iba a ser elegido.
Qué poco me conoce. Yo no podía desaprovechar esa oportunidad.
Su cara fue todo un poema y no de amor. Pero lo asumió, sabedor de que él había levantado la mano ante los demás compañeros.
Mi compi no podía parar de reír, pero lo divertido de verdad fue ver cómo el chico más rebelde del patio sufría verdaderamente por mantener a raya a los compañeros… ¡iba a enloquecer! Creo que no he tenido delegado más dedicado en la vida, venía a mí cada dos por tres con cosas y la impotencia se reflejaba en su cara ya que, como muchos de los compañeros no pueden verlo por lo chulito que es, aprovechaban para vacilarle lo posible y más.
Ella se ha marchado diciendo «¡Impresionante! ¡Deberíamos nombrarle delegado a diario!» yo riendo para mí, pensando que le ha salido ese punto que tenemos los hijos del cuerpo (policías, guardias civiles y militares) de autoritarios cuando nos colocan en situaciones críticas – y sí, aunque no lo parezca, yo también lo tengo-.
Luego he sido testigo de una situación tierna, ya en el patio de los pequeños. ¿Recordáis a la chica ultratímida de cuatro años a la que dejo en la puerta e su clase? Hoy nos hemos encontrado en el patio a la otra muchacha que estuvo asistiendo un par de semanas, la única amiga que esta niña ha sacado en el aula matinal y a la que yo llamaba «la esquimal» por esos abrigos-chalecos con pelos que llevaba siempre. Esa otra chica se mostró muy distante y no quería jugar con mi alumna, que andaba tirándose por el tobogán (otro gran avance, recordaréis que al principio nunca se separaba de mí) y, cuando ha visto a la otra niña, ha venido corriendo y le ha dado un abrazo… ¡es lo más espontáneo que le he visto a hacer a esa niña en la vida!
Ojalá se vaya quitando poco a poco la coraza que tiene puesta la pobrecita, pero hoy ha sido uno de eso días en los que he logrado que me dé un beso antes de irse a la fila. A los demás peques no se lo pido, no les hace falta, pero a esta cría hay que lograr, a base de cariño y paciencia, que se le quite esa timidez tan terrorífica o se va a convertir en la sombra de su hermana, que recordaréis que es igual pero como con 4 o 5 años más – y ya más difícil solución, aunque todavía se podrían hacer cosas con ella si alguien se tomara la molestia de intentarlo-.
En otro orden de cosas:
- Pensé en ir hoy a la Seguridad Social a resolver lo de mis datos, pero no tengo efectivo y me niego a sacar pasta. Como esta tarde cobro, que vuelvo a tener clases particulares con mi grupo de inglés – estos es que descansan en puentes y festivos, así que la semana pasada perdí 45 pavos- ya mañana por la mañana puedo ir a zanjar definitivamente ese problema y, si no me cobran mucho por el papeleo, también puede ser un buen momento para comprarme los adaptadores eléctricos internacionales-.
- Parece que me perdí otra clase de inglés sin darme cuenta. Como ahora vienen las vacaciones de Navidad, las están compensando y olvidé que hoy tenía clase, así que me han llamado de la Academia dándome un toque. Puf. Esta semana quiero ponerme a estudiar inglés como loca. Anoche acabé otra práctica del curso de Cooperante, ya sólo me quedan dos para quedar libre de esa pejiguera.
- Lo de teñirme el pelo – que ya me va haciendo falta, no porque tenga canas, que aún no tengo de eso, sino por la pinta que se le queda- también puede esperar. Probablemente cuando acabe de actualizar, me pondré a hacer otra práctica de Cruz Roja y a preparar algún tipo de material para mis alumnas de clase particular, a las que por cierto, el último día no di clase en serio; las vi tan preocupadas por el tema de la orientación profesional – qué estudiar, en qué trabajar, la crisis, las asignaturas que hay que elegir en 4ºde ESO- y por las técnicas de estudio – tenían un examen de Ciencias Sociales y no sabían cómo abordarlo – que les dije que yo las asesoraba si ellas me guardaban el secreto y, la verdad, creo que nunca las vi tan interesadas en una clase. Ahora me gustaría buscar algún texto en inglés sobre esa temática, para volver a la materia que se supone que imparto sin perder, en lenguaje pedagógico, el llamado «centro de interés».
- Me plantearía echarme un rato pero a mi vecino le ha apetecido ponerse a hacer obras esta mañana y se escuchan de fondo unos martillazos y blackanddeckazos que me disuaden totalmente de intentarlo.
En fin ¡corazones! Mañana más 🙂
Gracias a los que habéis permanecido fieles pese a mi inconstancia en estos días.
ajjajjaja ainsss…cariño….que tierno el macarrilla rebelde de encargado de patio ejjejej,me hubiera gustado verlo,pero mucho mas a la pequeña abrazando a su amiguita,y el posterior beso a ti…eso eniquece mas de lo que algunos imaginan…
nena!! ese tinte que no te falte,que tienes que estar divina de la life!!!!!!!!
gracias por compatir tus cositas,besos!!!!!!!!!!!!!
¡Gracias a ti por apreciarlas, cani! Y sí, estas cosas son las bonitas de este trabajo, y no se darían si trabajara con cosas en lugar de con personas ¡Un besote grande!
Es muy curioso lo de los niños rebotaos, si les das un cargo son los más entregados y los más fieles, en el fondo creo, q su espíritu de rebotaos nace simplemente de las ganas que pasan de que alguien les haga caso. En cuánto sienten que los tienen en cuenta se vuelcan por completo, pero claro, tiene que ser en algo en lo que se sientan los líderes, se sientan con poder y sean el centro de atención. Bueno, misión cumplida por hoy, ¿No?…
P.D. Con el vecino tienes dos opciones, o matarlo y emparedarlo en su casa, o en el caso de que no se te antoje mancharte las manos de sangre también puedes hacerle la competencia, esto es ponerte a hacer ruidos varios de los que joden bastante, no lo solucionas pero te lo pasas bomba, jajajajajajaa 😉
Se lució, yo acabé flipando hoy, esperaba algo así pero… ¡no tanto! ha sido todo un experimento y vistos los resultados, tendré que hacer más cosas así. Mañana pienso comentar en clase, por supuesto ante él, lo buen delegado de patio que fue.
El vecino al final paró a la hora de comer. Pufff…al menos descansé algo. Eché un par de horitas de sueño y, ahora, arreglarme y dar mis otras clases.
Lo de la competición acústica me encantaría hacerlo, es una pena no vivir sola [insertar cara de diablito].
¡Un besote!
Muy bonito. Me ha gustado lo de la niñita tímida saliendo del cascaroncillo y lo del chulito que ha resultado ser un buen Vigilante del Patio. No te pierdas más clases Silvi, que te estresas más aún y eso no es bueno para el body, nena.
Que conste que esta última clase de inglés la perdí sin querer. Andan compensando las que no daremos por fiestas y pasa lo que pasa, pero no debo perder más,como bien has dicho, luego me agobio. ¡Menos mal que ya queda poquito!
Por lo demás, no sé si seré buena maestra, pero todos los días aprendo mucho de los niños 🙂 y estas anécdotas me han gustado especialmente.
jijiji me parto pobre el chikillo quien lo veria controlando la verdad que sin duda es una buena leccion, y lo del vecino vengate si da martillazos tendras que ponerte manos a la obra tu tambien.
¡Ahora, que son las 23.45, me están dando unas ganas de poner música a toda leche…! 🙂
Al niño estoy por nombrarle vigilante mañana otra vez XDDDD
Hola! Pasaba por aqui… y mira que cuando ya tenia pensado que decirte sigo leyendo y se me olvida, asi que solo comentare que al leer «que rincon hago» me he imaginado que te pondrias a limpiar…. sindrome de ama de casa? lo dudo, yo en mi casa solo hago turismo. En fin, un placer leerte, un besazo infernal.
Jajajjaja… digamos que la gente de la enseñanza acabamos teniendo nuestro propio lenguaje y viviendo en nuestro propio mundo. ¡Un besazo, reina mora, gracias por estar! 🙂
Pero en este caso, lo peor es la inmensa mayorà a que contribuye a su arraigo simplemente con su conformidad, desde la mediocridad del “ ¡quà se le va a hacer, las cosas son asà ”.
Bienvenida, Stephanie 🙂