Hace una semana que quedé con una amiga. Hacía frío. Cuando me preguntó dónde quería ir, le comenté que sólo me apetecía dejar de rodar por la calle y meterme en algún lugar a cubierto para tomarme un par de vinos.
Haciéndome caso, comenzamos a buscar un bar. El elegido era uno en el que jamás había estado antes ninguna de las dos, pese a que mi amiga vive muy cerca de él. Lo que nos invitó a entrar fue su nombre: «El sueño del alquimista». Lo encontré más propio de una novela de Carlos Ruiz Zafón que de las callejuelas de Almería.
El invierno, el frío, los vinos, la ausencia de una televisión que molestara y de una música que distrajera, hicieron aquella reunión propicia para las confesiones. Por ejemplo, hablamos de la enfermedad. Con respecto a eso, ya he experimentado algo en varias ocasiones (en mí y en mis seres queridos): sentirse mal desemboca en problemas de salud. Podría explicarlo dando datos concretos, pero no es este el lugar. Os va a tocar creerme. Y no hablo sólo de cosas leves, sino de dolencias que pueden conllevar intervenciones quirúrgicas o incluso, a la larga, la muerte.
Lo positivo es que, al parecer, al revés también funciona. Una persona que estando enferma de pronto encuentra motivos para ser feliz, aumenta sus posibilidades de alcanzar una total recuperación. Por desgracia, en mi entorno hay más evidencias del primer fenómeno que del segundo, pero sigo apostando por esta bidireccionalidad.
También hablamos de los ángeles. La amiga con la que quedé cree en ellos y está convencida de que la amparan y le dejan mensajes que ha de descifrar cuando se siente perdida. Yo sobre este asunto no dispongo de una opinión muy formada. Conozco, quizá mucho mejor que otra gente de mi edad por circunstancias muy específicas de mi educación, qué se supone, teológicamente, que es un ángel, qué rangos tienen, cuáles fueron las misiones de los ángeles famosos… pero lo cierto es que no he contado jamás con ellos como una presencia real.
No obstante, sí he experimentado eso de las señales. Un psicólogo podría explicar que eso de ver señales se debe exclusivamente a una predisposición de nuestro cerebro por ir encontrando mensajes ocultos. Para que entendáis mejor a qué me refiero, aconsejo echar un ojo a este enlace sobre la Psicología de la Gestalt.
Respeto el modo en el que cada cual se autoengaña. Es inevitable. Yo también lo hago. O, si lo preferís en términos más positivos, apostamos. Ciertas ideologías, conceptos, emociones, puntos de vista, modos de vida y un infinito etcétera nos atraen, nos convencemos de que son los correctos, interpretamos todo como señales que nos conducen a ellos y, finalmente, apostamos… más allá, eso sí, de que nos reservemos la capacidad de ir variando nuestras apuestas a lo largo de nuestras vidas.
De este modo mi amiga ve ángeles y yo veo signos y habrá a quien cuanto estoy explicando hoy le parezca una estupidez, pero, suponiendo que sea una estupidez, todos la cometemos, porque para vivir no hay manuales ni certezas. No queda otra que autoengañarse y apostar.
Como diría Benedetti,«No te salves».
Imaginaos entonces cómo me impactó que, en este contexto en el que ella no sólo me hablaba de sus ángeles sino me aconsejaba que me encomendara a ellos y en el que yo le respondía que a veces sólo necesito señales, inspiración, para ver dónde encaminar mis pasos, apareciera entonces un señor barbudo, una especie de Santa Claus delgado y de paisano, que se presentó ante nosotras como el dueño del lugar y nos acabó revelando su particular historia.
¿Cómo resumirla? Simple en realidad, una de tantas historias que nos llegan de la crisis, aunque con un matiz diferente al habitual. Él había trabajado durante treinta años como comercial de una empresa que acabó cerrando. Se encontró de este modo en la calle y a una edad muy difícil de cara a encontrar trabajo en otro lugar, en plena cincuentena. Un fenómeno que hundiría a cualquiera. A él también… porque nadie es incapaz de ser hundido; la clave está en la capacidad para volver a ponerse en pie. Descubrió en aquella enorme crisis una oportunidad. Él realmente no tenía vocación de comercial. Su personalidad se orientaba más bien al cuidado de los demás y la vía que más le atraía era la de la cocina. Su sueño era montar un restaurante y, como tantas veces sucede, había sido siempre desplazado e, incluso, olvidado… hasta que las circunstancias se alinearon para que decidiera apostar por su vocación.
Una vez que nos explicó esto, me atreví a lanzarle la pregunta que rondaba en mi cabeza desde que había entrado a aquel lugar… ¿Por qué «El sueño del Alquimista»?
Tal y como suponía, no era un nombre elegido al azar. Quien más y quien menos ha de saber lo que es la Alquimia, aunque aconsejo echar un vistazo al enlace a quien desee profundizar. Sin embargo, si vemos al Alquimista como símbolo, se trata de alguien que, más que buscar la transformación del plomo en oro, está buscando su propia sublimación.
De este modo «El Sueño del Alquimista» era el producto de la obra de un hombre que, desde una crisis, además de sobrevivir, buscaba hacerse con las riendas de su destino y mejorar como persona.
Fijaos si este símbolo será fuerte y antiguo que figura en el Tarot, encarnado en la carta de «El Mago».
Hablamos de muchas cosas, algunas se os antojarían profundas y otras dignas de un delirio New Age: horóscopos, casualidades, flores de Bach… daría para otro post, aunque si me dedicara a escribirlo rompería demasiado con la tónica general de este blog. Y, claro, debido a la conversación, los dos vinos iniciales pasaron a ser cuatro… y, después, seis, pues el dueño nos invitó a dos vasitos más de uno que fabrica él mismo y al que atribuye unas cualidades singulares y bastante discutibles – aunque está buenísimo-.
En aquel momento llevaba la dosis de vino exacta para volver a mi casa sin menoscabo de mi dignidad. Algo me impulsó a no hacerlo – ¿la cogorza? ¿una voluntad no visible? ¿quién sabe?- y acabé en casa de esta muchacha tomándome la penúltima copa – jamás me tomo la última, dicen que trae mala suerte-.
El alcohol, mezclado con la metafísica, empujó a mi amiga a hacer algo que quizá no habría hecho de no darse las cosas como se dieron: llamar por teléfono a su madre, con la que andaba muy peleada, y acordar con ella una cita para arreglar las cosas.
Nuestra charla previa al encuentro con el «Alquimista» fue su señal.
¿La mía? El personaje en sí. Estoy en una fase en la que necesito tomar impulso para hacer muchas cosas. No necesito a mi alrededor más muestras de que todo se hunde, lo que me hace fata es ver ejemplos como este: gente que resiste, que combate por sus sueños y que ,además, gana, que de los que luchan y pierden también he visto unos cuantos.
Eso sí, no puedo evitar comentar que sé que, como norma general, el 80% de los negocios que se inician, quiebran a los 5 años; que las tapas que ponía este hombre no eran la octava maravilla y que al final, como suele decirse, «nos clavaron», pero diría que en aquel lugar, más que consumir unas tapas con unos vinos, recibí una lección vital por sorpresa… e, incluso, una señal.
Por ende, sé de uno que una vez me comentó que hay un mundo en el que sólo sucede aquello que literariamente queda bien. Si quitamos de esta historia un par de minucias… ¿no queda literariamente que te cagas?
Mañana más. Si no, pasado. Si no, cuando se pueda.
Silvia, haz o que te guste siempre, pues asi merece mejor la pena.
por cierto sobre lo de levantarse tras la caida, nunca es facil pero en ese instante de reaccion se ven la personas emprendedoras y luchadoras, sin duda una gran leccion la que has recibido.
Si de algo se puede aprender en esta vida es de la gente 🙂
Causalidad narrativa que se llama, propia del Mundodisco.
Sabía que lo comentarías XD – Síp, le robé la referencia a Mannaset- XD
Vaya, que momento más trascendental, ja,ja¡¡ Ahora sé porqué les llaman «bebidas espirituosas».
Yo personalmente, en cuanto a ángeles y demás me declaro escéptico. Pero, el destino me está dejando demasiadas casualidades y sorpresas para no creer en él. Eso sí, siempre lo acabas haciendo tú. Tú en el día construyes o destruyes a tu alrededor, con cada cosa que haces o dices. Al final esa construcción o destrucción te vuelve de una manera u otra.
Mucha razón tienes en eso de que nuestras obras hacen nuestro futuro pero, a su vez, el futuro nos hace a nosotros… y que,aunque nos guste creer que somos lo que pensamos, no es menos cierto que sobre todo somos lo que hacemos.
¡Nos leemos!
Ayer, mientras conducía, escuché por la radio a alguien que decía que en la vida se pueden buscar cómplices o aliados. Me pareció sumamente interesante. Cuando buscas cómplices y estás en negativa puede que encuentres a aquellos que te confirmen que todo está mal, pero si estás con el ánimo en alto los hallarás que te avalen tu positividad. Sin embargo es mejor buscar aliados: compañeros de ruta en la ruta hacia los logros, con la fe de levantarte cada día con la confianza de avanzar. Si lo que ayuda son ángeles, o señalres (que pueden ser disparadas por ángeles, los que a su vez pueden ser seres etéreos con alitas… o no, jajaja) no importa. Yo elijo alinearme con quienes hablan de la fuerza poderosa de la mente. Si crees que lo lograrás, vas a lograrlo tarde o temprano. Sólo haz que tu mente no te «traicione». Piensa que ya lo tienes, y lo tendrás, Y no dudes, no te «bajes» de la convicción. La fuerza de la mente, su «capacidad» no es materia opinable. Recuerdo que en su tiempo despertó mi curiosidad el asunto, pero dudaba. Un par de ejemplos bastaron para convencerme. Si cierras los ojos, imaginas que cortas un limón y lo chupas… se te hará agua la boca. ¿Qué lo causa? ¿Hay alli un limon u otro agente que actue como tal? No, Lo hizo tu mente. Imaginaste el limón, su jugo acido en tu boca, y la mente dijo: ehh allí hay un limón, a salivar se ha dicho. En fin. Que todo lo que deseas se te haga. Tienes con qué: no lo dudes. Un abrazo.
Me ha encantado tu comentario, Lita. Gracias.
¡Un abrazo!
Altamente esperanzador, ideal para esta época del año. 🙂
¡Hola, Canusca! 🙂
Me alegra verte de nuevo por aquí y que te haya gustado la entrada.
¡Un abrazo!
Me encanto 🙂 me gusta muchisima una frase de Unamuno que dice algo asi que la vida es el criterio de la verdad, y no la razon, que solo lo es de la concordia logica. Y si las matematicas matan…son mentira las matematicas 😉
Animo, y a sentirse bien. Te leo 😉 un abrazo!!
¡Nos leemos! 🙂 Este finde doy un repaso a los blogs 🙂
Quizá sea la voz discordante en estos comentarios, pero me parece que entonces hay demasiados ángeles perezosos y las señales están muy escondidas, porque a algunos la vida los trata a patadas. Tampoco me sirve la fuerza de la mente o del corazón, que ayuda a volver a intentar levantarse, pero es que hay situaciones y circunstancias tan duras contra las que es imposible luchar. Creo que en la sociedad que hemos creado resulta fácil encontrar historias que justifican este punto de vista, y más en estos tiempos. ¿Sería demasiado frívolo considerar al azar o la fortuna como elemento determinante en la vida de los humanos?
Supongo que la historia que he subido nos vale al común de los mortales (mortales residentes en el Primer Mundo) que ni tenemos las cosas extremadamente fáciles ni las tenemos extremadamente difíciles. No obstante, te comento una cosa. Alguien optimista, que busca señales y motivos para ponerse en pie, tiene más probabilidades de encontrar el modo de hacerlo que alguien que no lo hace. El motivo es que, quien sucumbe de entrada, sin luchar, sí que es seguro que no se va a poner en pie.
Tampoco es útil compadecer a alguien a quien deseemos ayudar. Si se trata de una persona deprimida, que no cree en sus posibilidades, y le compadecemos porque tampoco creemos en sus posibilidades, no podrá remontar. La comprensión es útil, la compasión no.
Por lo demás, me encantan los comentarios discordantes. Es entonces cuando surgen los debates y de los debates se saca mucho.
¡Nos leemos!
Todo en esta vida pasa por alguna razón, cada movimiento por pequeño que sea maneja las cuerdas de las demas marionetas…. Un dia te contare la historia de mi marioneta…. Ese alquimista ha cambiado algunas cosas, señal? angel? que mas da… Las ha cambiado y punto.
Un besazo poseido mi reina!
La próxima vez que te enganche te pienso interrogar y te aseguro que será con más tiempo que la vez anterior. El día lo tenía yo un poco gafado.
¡Otro besote poseído!
Hola Silvia, muy buenos días. Soy Pepe el Santa Claus de paisano que intenta transmistir a través de su Alquimia en la Cocina. Deseo que te encuentres en perfecto estado de ánimo, es más estoy seguro. Si lo que escribiste se corresponde con tu verdadero sentir, es que estás en el camino, pero recuerda el camino se hace día a día, y es duro, y cansa, se necesita mucha fé y esperanza para continuar, sin pensar en la meta. Solo debemos disfrutar de cada paso, sin preocuparnos del resultado final, ya que el final nunca llega, si nos ocupamos del momento en sí.
Siempre seguiremos avanzando, y eso es la vida un continuo aprendizaje hacia nuestra evolución…….que no es poco……Un beso. El Alquimista..
¡Mira! No sabes lo que me sorprende haberte encontrado por aquí. Alguna vez se me pasó por la cabeza que se te ocurriera buscar el nombre de tu negocio en Google, pero de verdad que ni imaginaba que acabaras cayendo por esta entrada. Sin embargo, me alegra mucho encontrarte por aquí. No sé si tú te acordabas o no de nosotras, porque por circunstancias no hemos vuelto a parar por ahí, pero las vivencias que tuvimos en «El Sueño del Alquimista» y, sobre todo, las cosas que reflexionamos a través de ellas y cómo estas se relacionaron con nuestra vida, fueron muy significativas. No sé si has ojeado otras entradas de mi blog o si sólo has leído esta. En aquel momento ya se suponía que mi madre sufría un cáncer, pero todavía no estaba claro el diagnóstico. Por esa razón, aún no lo había expresado claramente en este blog, pero aquello que movilizó a mi amiga para llamar a su madre fue el pensar que la mía se podía morir. A partir de que ella intentara reconciliarse, quedaron unas cuantas veces sin éxito… pero al menos mi amiga está en paz con su conciencia, si las cosas entre ella y su madre están mal, no es por ella… y su madre ya sabe la hija que tiene y que cuando ella quiera, la tendrá ahí. Demasiadas veces en esta vida sucede que no se puede ayudar a quien no desea ser ayudado.
Ahora, como estarás imaginando, atravieso un momento personal duro… pero intento aprender de ello. Me ha venido bien recordar lo que escribí. A veces es necesario que alguien nos recuerde lo que ya sabemos.
Sé que acabaré logrando ser la Alquimista de mi propia vida.
¡Un abrazo!