XI. Experiencias pre-profesionales: Tercera oposición


Tercera oposición:

El año 2009 no oposité. De haberlo hecho, me hubiera correspondido retomar las oposiciones de primaria. Decidí ser honesta conmigo misma, necesitaba descansar, al menos descansar de eso pues, como suele decir mi madre, se descansa de una actividad haciendo otra. Nunca he sabido descansar haciendo nada y este pequeño detalle acerca de mi personalidad quizá no sea muy sano, puede que sea el origen de muchos de mis problemas, pero, hoy por hoy, es incontrolable.

Este año decidí ser voluntaria de cierta asociación que trabaja con autistas, buscar trabajo (o crearlo) e intentar sacarme el carné de conducir; experiencias de las que he hablado en entradas anteriores. Como resultado, aprendí mucho sobre autistas, sobre cómo está la vida fuera de las seguras fronteras de los caminos estipulados y… seguí acumulando fracasos, porque seguí sin cumplir mis objetivos.

El año 2010 volvieron a convocarse oposiciones. En vista de los malos resultados en cuanto intenté en 2009, parecía que retomar las oposiciones era la única solución inteligente. Además, tenía los apuntes, tenía una programación hecha y me había mentalizado: ya no lo intentaba porque mis padres me dieran a entender que eso era lo mejor, sino por convicción personal. E imaginaba que estas experiencias que estaba acumulando tendrían que repercutir en mi favor antes o después. Ya no era esa chica inexperta de 21 años a la que, cuando se quejó de su suspenso, le contestaron que no se preocupara, que era muy joven. Ahora tenía 26.

Este año la rumorología me empujaba a introducir una variación. La primera vez me presenté por primaria, en Andalucía. La segunda me presenté por secundaria, en Andalucía. La tercera me presenté por secundaria…en Murcia.

Un opositor desesperado es un buscador del maná. Los ruiseñores siempre andan trovando que existe un reino pleno de leche y miel en el que los examinados aprueban, la bolsa corre y los interinos trabajan sin estorbar a aquellos que aspiran también a ser interinos; ya que el convertirse directamente en funcionario es casi ciencia ficción.

Andalucía es una tierra en la que puedes sacar un ocho y carecer de plaza en propiedad; es una comunidad autónoma grande, pero también vive en ella mucha gente y, debido a su pobreza en comparación con otras comunidades, encima un porcentaje demasiado notable de esa gente está desempleada. A eso sólo cabe añadir que, como carece de lengua autonómica, cualquier español que lo desee puede presentarse en Andalucía en igualdad de condiciones con un andaluz; mientras que un andaluz, a menos que se moleste en prepararse de modo específico para ello, no puede examinarse en ninguna comunidad en la que haya una lengua autonómica y, aunque estudie esa lengua, siempre le quedará la inquietud de no poder manejarla con la misma soltura con que la emplea alguien que haya nacido ahí.

De ahí que el maná para muchos andaluces, en especial para muchos almerienses, estaba en Murcia. El principal motivo era el funcionamiento de la bolsa; en Andalucía es imprescindible aprobar para que te llamen a trabajar, mientras que en Murcia bastaba con sacar un tres para acceder a una interinidad. Luego había otra ventaja: un interino en Andalucía puede ser destinado a cualquiera de sus ocho provincias, imaginad: un dolor de muelas de tres días a Jaén, un esguince de quince días a Huelva; una depresión de un mes en Granada; un virus estomacal de una semana en Cádiz… ya no es sólo por las molestias que supone estar trasladándose permanentemente, es la dificultad para ir encontrando residencia, el gastar mucho más de traslado en traslado que lo que se cobra, la inestabilidad personal para mantener los lazos afectivos con familia, amigos, pareja… y el riesgo de pasar así años antes de encontrar una estabilidad. Sin embargo, por más que te trasladen dentro de Murcia, estás en la misma provincia y, estando mi mundo y mi gente en Almería,  por lejos que me mandaran nunca iba a estar a más de tres horas de mi tierra.

Podía haber estudiado la legislación educativa murciana desde Almería, bastaba habérselo notificado a la academia o preparador de mi elección, pero en aquella coyuntura juzgué que lo más inteligente era acudir a una academia de ahí, así que me inscribí en aquella que tenía más fama según decían mis tentáculos; por suerte y por la red de redes, tengo muchas amistades diseminadas por España.

Debido a esto no sólo se me iba dinero en pagar una cuota: también se me iba en desplazamiento, pero creía que lo acabaría amortizando: consideraba que con la experiencia que tenía y la facilidad de que aceptaran interinos con más de un tres, como mínimo parecía claro que entraría en bolsa.

Ello por no contar lo que expliqué con respecto a mi examen anterior: debí invertir – ejem, mis padres debieron invertir-  una notable cantidad de capital en la realización de los cursos necesarios para conseguir los cuatro puntos que estaban a mi alcance en el baremo. ¡Qué gran negocio hacen los sindicatos!

Salí satisfecha de mi examen escrito y, con el recuerdo grabado a fuego de los malos resultados de mi exposición oral, centré todos mis esfuerzos en hacer aquello que siempre dije que era imposible para mí: aprenderme la defensa de memoria, punto por punto, coma por coma. Y fui capaz de cumplir mi objetivo; estuve, por primera vez en mi historia desde que comencé con esa guerra, hablando durante una hora de reloj. Encima me sentí favorecida por la suerte ya que pude elegir exponer la unidad didáctica que fue mejor valorada por mi preparadora. Sólo cabía esperar una buena nota.

Conseguí un 2.1. Como veis, peor calificación que en mi segunda oposición, a la que fui sin apenas estudiar, con mi programación más copiada que adaptada, y en la que tampoco hablé mucho más de un cuarto de hora durante mi defensa.

Nuevamente, un fracaso total, la sensación de haber tirado esfuerzo, dinero y un año de vida y la incapacidad anímica y psicológica de volver a presentarme a una oposición. Y, lo que es peor, la sensación de que la nota que había recibido era injusta, no se correspondía ni a mi esfuerzo ni a mi rendimiento… y tampoco me resultaba posible reclamarla, dadas las características de este tipo de examen.

Fue entonces cuando nació mi blog.

En su día pensé que cuando se me pasara la furia, los temas se me iban a agotar. Sin embargo, tanto tiempo después… ¡aquí sigo!

Los más curiosos, podéis buscar mi primera entrada y así comprobaréis la mala leche que llevaba en el cuerpo cuando lo empecé. La idea era ya mandar las oposiciones definitivamente al carajo, de ahí el nombre de este espacio. No deja de tener gracia que haya tenido que pasar más de un año para que me haya animado, por fin, a compartir la experiencia con vosotros :)… y también es divertido que, de pronto, la idea de opositar vuelva a aparecer de nuevo por mi mente. Esto es una relación enfermiza y lo demás son tonterías.

¡Nos leemos!

Acerca de Hécate

Lee y me cuentas.
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4 respuestas a XI. Experiencias pre-profesionales: Tercera oposición

  1. Brushi dijo:

    Y yo que viví todo esto (cibernéticamente, sí, pero lo viví) doy fé de todo eso…;)
    Y lo bien que nos vino a las dos que subieras a Murcia q? jajajaaj…con aquella fugada al bar espectacular de una tarde entera, ..si, si, lectores de la bruha con lentes, así fué la primera vez que nos vimos Silvi y yo «in person», pillamos una kurda espectacular jajajaaja…

    Y ya intuía yop que te había vuelto a picar el gusanillo de intentar lo de la opo 😉 LO CONSEGUIRAS, hazme caso. 😉

    Besos Perla de Oriente.

    • vengatriz dijo:

      Yo fui a verte un rato y me lié… recuerdo el susto que pillamos cuando nos dimos cuenta de la hora y tú temiste que la grúa se hubiera llevado tu coche xDDDDDDDDDD

      Pues mira, no es un gran gusanillo, de hecho ahora el momento para opositar es NEFASTO, pero si de aquí a 3 o 4 años no he encontrado nada, me lo volveré a plantear… que la seguridad del funcionario, mal que me pese, es la seguridad del funcionario.

      Sólo espero que la situación en España mejore un poquito en lugar de seguir empeorando :S

      Besotes reina mora!!!

  2. La de cosas que podríamos haber hecho invirtiendo ese dinero en otros ámbitos (emprendiendo, for example).. yo te comprendo muy bien porque tuve similar experiencia, pero una cosa me queda clara y que ahora tengo más presente que nunca. Aprendimos mucho, antes, durante y después, tanto en conocimientos, como en emociones, somos expertas en tolerancia a la frustración, y eso no nos lo quita nadie, a mí ahora, mis apuntes de las opos (ojo, no todos), me sirven para aplicar en la consulta, igual que los conocimientos obtenidos, e igual que los fracasos, de los que aprendí mucho (también se aprende de los éxitos, ¿eh? que no se desmerezcan). Ánimo y a por todas!:D

    • vengatriz dijo:

      ¡Muchas gracias, guapa! Desde luego, si algo aprendimos con ellas, fue tolerancia a la frustración xD pero es bueno recordar que también ganamos conocimientos y habilidades, a destacar la de la autonomía. Cuando estudiamos la carrera (a menos que saquemos el título por la UNED) estamos amparados en unos compañeros, un entorno físico especial, unos profesores accesibles a los que se puede consultar… pero cuando preparamos una oposición, con independencia de que estemos apuntados o no a una academia, la mayor parte del esfuerzo lo hacemos SOLOS. Se sale de la oposición con una mayor madurez.

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