Va una de fenómenos extraños. Las currantes del Aula Matinal no nos aburrimos:
- La resolución del triste caso de la paloma muerta: O de cómo entre todos la mataron y ella sola se murió. Un claro caso de incompetencia pedagógica por mi parte. No pude apartar a los niños de la paloma a tiempo y a ella no le quedó otra que morir de un infarto mientras la arrinconaban contra la puerta del cuarto de baño de las chicas. Al día siguiente, no sé si por causa del arrepentimiento o si lo hicieron para medir mis reacciones, llegaron confirmándome que la paloma no estaba asustada, sino muerta. Cabe decir que yo jamás había visto a una paloma muerta y al verla de pie, dejaba lugar a la duda. La confirmación del fallecimiento llegó a la hora del recreo – un animal vivo no se pasa dos horas en esa misma posición-. Además, parece que para salir totalmente de dudas, probaron a tocarla con un pie.. cosa que una paloma viva no tolera. Esta, sin embargo,no respondía. Me quedaba la duda de quién tuvo estómago de recogerla, puesto que al día siguiente, como es lógico, ya no estaba allí. Hoy, hablando con la conserje, supe que fue el profesor de Educación Física. Como os imaginaréis, la confirmación de esta muerte, aunque me la podía imaginar, volvió a enfurecerme y a los niños les cayó una filípica de las de Filipo de Macedonia, pero yo NO me quedé satisfecha. La cuestión es que como el asunto, con el paso de los días y un fin de semana de por media, ha perdido actualidad, ya no tiene mucho sentido plantearse otra actividad al respecto. Las actuaciones cuando sucede algo así deben ser inmediatas o no tienen valor pedagógico y como es imposible prever estas situaciones, a los profesores, al fin y al cabo seres humanos, no siempre sabemos actuar del modo más apropiado. Eso no quita que yo me haya pasado todo el fin de semana comentando el tema, dándole vueltas e incluso leyendo en Internet y ¿sabéis qué he descubierto? Parece que la psicología me da la razón: la crueldad con los animales es un signo muy peligroso en niños; ya que puede estar reflejando un trastorno de personalidad, entre otros, la psicopatía infantil.
- La admiración súbita de mis alumnos hacia Whitney Houston. Aunque sólo hace un día de su fallecimiento, hay que vivir en un tupperware para no haberse enterado. La conocen, o al menos eso pensaba yo, quienes tienen de 20 años para arriba, y aquellos que ya rozamos la treintena no podemos evitar recordarla porque en los años 90 era considerada una gran diva y nos la ponían hasta en la sopa, en especial a partir de la película El guardaespaldas. Recuerdo en especial cómo en Lluvia de Estrellas – aún no existían Operación Triunfo ni Factor X– parecía que inevitablemente triunfaba quien fuera capaz de emularla en I will always love you. En fin, dicho todo esto, no esperaba hoy que ninguno de mis alumnos hablara de ella, pero me han sorprendido. Hoy, en el patio, me los encontré con uno de los ordenadores que les da la Junta de Andalucía, buscando información sobre la artista – no porque se la hubieran perdido, sino por interés personal- y les oía decir «Esta cantante era buena, realmente buena, qué pena que tomara drogas y que muriera tan joven». No he podido evitar sumarme a la conversación, pensando que aún queda esperanza si los jóvenes, a pesar de la mierda – sin perdón- que se está extendiendo últimamente, son capaces de reconocer, incluso en una persona que pertenece a otra generación, dónde está el verdadero talento. Aprovechando su interésen Whitney y, de forma tangencial, en las drogas, les lancé una pregunta: «¿Por qué creéis que algunas personas toman drogas?». Se ha creado un pequeño debate en el que destacaban dos posturas: 1. Porque esas personas se sienten mal y se refugian en ellas y 2. Porque se aburren y no saben divertirse de esta manera. Dos respuestas acertadísimas en un grupito cuyas edades se comprendían entre los 10 y los 12 años. Confirmé que ambas respuestas son ciertas, que hay quien las ve como un modo de diversión sin valorar qué daño hacen a su cuerpo y que hay quien las utiliza como un medio de escapar en vez de afrontar de otro modo sus problemas, aunque en ambos casos son personas que necesitan ayuda. También aproveché para comentarles que en el caso de la cantante, lo más probable es que fuera un modo de escapar, ya que ella ha declarado que estuvo sufriendo malos tratos durante catorce años. Les pregunté si sabían qué era y, como los niños – aunque a veces se nos olvide- tampoco viven en un tupperware, resultó que lo sabían perfectamente y se indignaron muchísimo: «¡catorce años! ¿cómo es posible? ¿y no dejaba al tío ni le denunciaba?». Ahí tocó explicar que no es tan fácil, que hay personas que tardan en darse cuenta de que las tratan mal o que se sienten incapaces de defenderse, ya sea porque tengan miedo, ya sea porque se crean enamoradas de quien las maltrata. Ella finalmente se dio cuenta y se divorció, pero dejó pasar demasiados años. Del mismo modo, también intentó desengancharse de las drogas, pero cuando alguien consume mucho tiempo, acaba con el organismo muy dañado y no queda como antes de tomarlas. Luego, aunque me ha tocado dejara los pequeños en sus aulas, les notaba con ganas de seguir comentando el tema. En concreto, han comenzado a hablarme de vecinos que se drogan en su barrio y del miedo que les da pasar por ciertas plazas a ciertas horas. Cómo se nota que los niños toman interés por las cosas cuando estas afectan en su entorno cotidiano. Por lo demás, creo que esta conversación, que ha sido muy breve y no planificada, ha valido más que muchas de las actividades que pretendía mi empresa que lleváramos a cabo en el aula. Si es que nos sale más a cuenta ir utilizando lo que pasa en el día a día que algo impuesto desde una estructura burocrática. La muerte de Whitney era una gran oportunidad, aunque sea triste hablar de eso en estos términos, así somos los docentes. Qué lamentable, eso sí, que estemos más dispuestos a ser empáticos con un famoso al que consideremos con talento que, sin ir más lejos, que con la vecina del quinto, sea quien sea.
- La plantación misteriosa de cucharas: Ha constituido el enigma del día. Justo después de la conversación que he descrito en el apartado anterior, uno de mis alumnos de infantil se ha encontrado tiradas en mitad del patio dos cucharas que, según él, pertenecen al comedor. Si el chiquillo está en lo cierto, he de suponer que algún gamberrete durante la hora del comedor las ha robado, jugó con ellas en el patio y, cuando se cansó, decidió tirarlas por ahí. Sin embargo, existe también la posibilidad de que algunos gamberretes del barrio, de los que saltan por las noches al patio para jugar al fútbol, hacer botellón o vete a saber, se las hubieran dejado tiradas. Al final he decidido fregarlas y esconderlas. El lunes interrogaré a los niños para enterarme de si pertenecen o no al comedor. Si no, aunque las he limpiado, llamadme absurda pero he pensado en tirarlas. Si pertenecen, estoy por dejarlas con una notita a las del comedor diciendo algo con retintín, del tipo: «A pesar del encomiable celo que le ponéis a la guarda y custodia de las cucharas, parece que los duendes os han hecho una jugarreta. Guardadlas mejor, que no sabéis lo caras que son en el mercado negro. Si meterlas en un cuarto bajo llave no funciona… ¿qué tal si las metéis, además, en una caja fuerte con un par de candados?«. Bueno, a lo mejor pensáis que esto es pasarme de borde, sobre todo si quienes me leéis no tenéis ni idea de mis conflictos con las monitoras del comedor. A quien no sepa de qué va esto, le aconsejo leer esta entrada: https://abajolasopos.wordpress.com/2012/01/23/cmynm-69-75-aula-matinal-vs-comedor-2o-round/. La conclusión de todo esto es que saber qué destino darle a dos cucharas puede ser, aunque no lo parezca, una decisión importante.
- El desinterés súbito de mis alumnos por entrar al cuarto de baño: Desde que impuse la norma de que los baños permanecerían cerrados hasta las 8.50 (para que orinen antes de entrar a clase) y que sólo se abrirían excepcionalmente cuando alguien tuviera ganas a fin de cerrarlo justo a continuación… las ganas de orinar de mis alumnos han mermado tanto que he llegado a la conclusión de que el 90% de las veces que decían querer ir al aseo era cuentitis, una excusa para salir de la clase un rato. ¡Ojalá se me hubiera ocurrido esto hace cinco meses! Al final habré aprendido la mitad de lo que debe saber un monitor cuando esté acabando el curso académico.
Y ahora, algunos fenómenos para-anormales extra o, en otras palabras, vuestra dosis de Factor Silvia:
- Anécdota del jueves: Como recordaréis, mis padres estaban fuera con motivo de la broncoscopia que tenían que hacerle a mi madre. Además, ese día tenía yo el Aula Matinal, el curso de Primeros Auxilios – panzá de reanimar muñecos que me di- y las clases particulares que imparto por la tarde. No había mucho tiempo para hacer compras ni para hacer prácticas en la cocina – nunca lo he comentado, pero debido a que no tuve necesidad de aprender, resulta que entre fogones soy una inútil funcional… o disfuncional, según se mire- así que decidí hacer un pedido a una empresa de Almería que se llama MacPapa’s. Su especialidad son las patatas asadas combinadas con cualquier cosa y los bocadillos camperos. Imaginadme a mí, tan convencida, que marco el número de la página y les digo: «¿MacPapa’s? Buenas tardes, les llamaba para hacer un pedido» y una voz femenina, con bastante mala leche, me contesta secamente: «Ha llamado al Tanatorio«. Algunas voces ingeniosas me han comentado que habría sido una gran ocasión para responder algo como «Entonces tráiganme algunos fiambres» pero yo, con ganas de desaparecer, sólo fui capaz de disculparme y pedirles el número de teléfono para comprobar dónde estaba el error. Y el error estaba en un número (era 950 62 42 12 y yo debí marcar 950 62 42 42). ¡Ay! Sólo añadir que en mi familia se suelen referir al cuarto donde dejan a los fallecidos en los hospitales como «cuarto de las papas», así que, tirando de humor negro, resultaba extrañamente apropiada la confusión.
- Anécdota del domingo: Ya estando mi madre de vuelta, intentó preparar un cocido. Digo intentó porque, en realidad, tenía dos pinches, mi hermano y yo – lógico, ya sabéis que sufre problemas de movilidad- y porque los electroduendes se pusieron a conspirar para que ese cocido no llegara a término. Primero, la olla casi explotó tres veces. Jamás pensé que una olla llena de garbanzos pudiera llegar a ser un arma biológica – más allá de su facilidad para causar flatulencias a quien los consume- y, segundo, porque justo después de esto, la luz se fue unas veinte veces o más en un lapso de media hora. Tened en cuenta que ese cocido se estaba preparando sobre una vitrocerámica. Os estaréis imaginando el resultado: aquello no era un cocido, era una auténtica porquería; por no hablar de la sensación de estar experimentando un auténtico poltergeist – en «andalú» póster gay-, algún espíritu cabreado a quien no le apetecía que preparáramos el cocido, por lo que sea.
Joder, ahora que lo pienso… ¡qué tétrica me ha quedado la entrada hoy!
Mañana más. Si no, pasado. Si no, cuando se pueda.
¡Nos leemos!
Uisssss cuantas cosas… A la vez… Te diré que dos buenos compañeros me dijeron que extenderme demasiado en mis entradas podían suponer digamos pesadez a la hora de leerla… Y sabes? A mi no me ha parecido pesada, al estar bien escrita y ser entretenida lo leí rapidito, y me gusto mucho…
Dale de mi parte a tu madre un súper besazo y abrazote fuerte… Y para ti mucho animo!!!! Muackkkkk
Me alegra que te haya gustado. La verdad es que soy dada a los textos largos 🙂 pero es que – valga como excusa- las anécdotas con niños dan para mucho… y mi capacidad de atraer anécdotas extrañas también xD
Gracias por los ánimos y por los buenos deseos.
¡Besote! 🙂
Muackkkkk
¡JA JA JA! De tétrica nada, mujer, que la última parte del post casi hizo salir leche de mi nariz a fuerza de risas (no hay que hacerme reír mientras estoy bebiendo). Muy buena la reflexión sobre la muerte de W. Houston. Si los críos aprenden algo, al menos dicha muerte no habrá sido un triste desperdicio.
De donde sale el lema… Si lees a Sil, no bebas 😀 ¡Me alegra que te haya gustado!
Creo que muy pocos sucesos hay que no puedan ser utilizados de alguna manera para enseñar a los niños. A veces parece olvidarse que ellos viven en el mundo y no en una galaxia paralela.
Un abrazo 🙂
No estaria mal lo de la nota por las cucharas, lo de la paloma es una lastima la verdad
A ver qué opina mi compañera mañana, cuando ocurrió esto, ella no estaba ahí 🙂
Lo de llamar al tanatorio en lugar de a mcpapas ¡me ha hecho reir un buen rato! Aydió, tienes unas salidas geniales. Sabes contar bien, pero … convengamos que te pasan cosas que te dan argumento todo el tiempo. ¡Ay! si has de tener material para tres novelas como mínimooooo….Jajajajajaj beso enorme.
El factor Silvia tiene la culpa xD
¡Un beso, Lita!
Sólo paso un segundito con mi conexión precaria para saludar! Mua!
¡Qué bueno saber de ti! ¡A ver cuándo actualizas! Besote 😀
Palomas muertas y divas que se apagan…todo en un pequenyo colegio y con una agradable levedad…bueno, así de bien contado, me gustaria estar allí. Salvo por esos malos espiritus que te tienen mania jajaja
Saludos 🙂
Bueno, pero los espíritus están en mi casa, impidiéndome hacer el cocido. En el colegio se supone que no hay presencias extrañas, aunque debo confesarte que hace un par de días el horno de las monitoras del comedor, al parecer, se encendió solo, lo que hizo que saltara una alarma y se despidiera un inquietante olor a quemado,pero… esa es otra historia que, supongo, contaré pronto 🙂
¡Nos leemos!
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Pues a mí me ha gustado mucho esta entrada, será porque soy algo macabrilla, jiji…
Si, lo de maltratar y matar animales cuando eres crío es un factor predisponente para la psicopatía infantil y adulta, pero no es el único y tampoco se cuenta si es en un sólo caso aislado. 🙂
Luego la parte de Whitney, me ha gustado mucho leerla, me ha encantado ver como los alumnos tienen interés en aprender y como muestran empatía y cómo sale el debate espontáneo, una maravilla.
Lo del Tanatorio, es buenísimo y la broma también y esas papas asadas a mí me súperencantan.
Te hubiera comentado más,pero al no hacerlo a la par se me ha olvidado todo lo que tenía que decir, 😀 jejeje…
Has hecho bien en matizar que, aunque matar animales sea un factor predisponente, por si mismo y aisladamente no significa nada, así no hay sustos ni malos entendidos.
Me alegra que te haya hecho gracia 😀 aunque más que «macabrilla» me quedó «mac-cabrona» 😉
Si entraras con más frecuencia a comentar no se te acumularía el trabajo (jijiji)
¡Besote, guapa!
Las ollas a presión las carga el diablo, te lo digo yo que me ha tocado lidiar con la mia más de una vez jajajajaaj…
Me ha gustado este post, me he reido mucho con tu confusión!! jajajaaj
Besicos Perla de Oriente!
Ah!, y por lo de tu ineptitud ante los fogones no te preocupes, yo tamb lo era, hasta q la necesidad aprieta, (ya sabes aquello de q la necesidad agudiza el ingenio, jajaja, y dé que forma!).
En eso confío. Un año de estos saldrá mi gen culinario diciendo «hola» y sacándome de los problemas xD
Me he pasado todo el tiempo leyendo «dos cucarachas que pertenecen al comedor», «hemos limpiado las cucarachas y no las hemos tirado»… ¡Pero qué ascazo!
Supongo que es una consecuencia del trasnochar, a pesar de que este es también mi horario preferido.
Me gusta como cuentas tus historias.
¡Un saludo y ánimo!
¡Hola! ¡Bienvenida! Por lo que leo en tu email, parece que somos tocayas 🙂
Trasnochar tiene extrañas consecuencias. Yo también he experimentado lapsus de esos; luego son muy divertidos de vivir y de contar. Me alegra que te gusten mis historias, espero volver a verte aparecer por aquí.
¡Nos leemos!