CMYNM (165-168): Estresada III… ¡quintuplicándome!

¡Hola a todos! Llevaba demasiado sin actualizar, ya lo sé, pero hace ya varias entradas que se hace evidente que mi tiempo libre está bajando hasta la extinción. Cómo será la cosa que anoche, a eso de las 3.30 am, charlaba en MSN con dos amigas cuando, de pronto, les escribí lo siguiente: «Un día me va a pasar como al del cuento de Kafka, ese del tipo que una vez se despertó convertido en bicho. Yo cualquier día me despertaré para descubrir que me he quintuplicado, porque la gente normal no lleva la cantidad de cosas que yo llevo».

Las amigas se rieron (o, al menos, escribieron «jajaja») y comentaron que lo que debía hacer era convertirme en escarabajo pelotero; supongo que por mi capacidad de cargar con mierdas que superan varias veces mi tamaño y que, además, no me pertenecen.

Pero no os creáis que yo andaba charlando por puro gusto a esas horas tan inapropiadas. Aquel día me dediqué a hacer el cuadrante de los columnistas de «La Universal», a elaborar la memoria del proyecto de Tecnología de mi hermano (jamás tuve esta materia y se me está haciendo odiosa) y a pasar a mapa conceptual todos sus temas de sintaxis, para hacérselos más digeribles.

Eso por no mencionar que mientras tanto mi hermana también le ayudaba en esta ocasión. ¡Necesitamos una legión para ayudar a mi hermano a sacar adelante todo lo que lleva!

Con respecto al cuadrante, os confesaré que sarna con gusto no pica. ¡Tenemos 14 secciones! y tocó asignar días y horas a la gente, para que cada uno disfrute de sus ratos merecido de protagonismo al mes. Ayer Coral abrió el fuego con su presentación de «Con el miedo a los aviones (http://launiversalradio.com/?p=7647) en la que hablará con todo lujo de detalles de esos tremendos viajes que se regala a pesar de su eterno miedo a volar y hoy Lola se ha estrenado con la presentación de «La cocina de Lola» (http://launiversalradio.com/?p=7650) que, os lo aseguro, cuando comience a exponer sus recetas, hará que se os salte la hiel y os entren ganas de poneros a chupar las fotos de sus platos. ¡Ya me contaréis!

Lo del proyecto de mi hermano es para mearse y no echar gota. Le pidieron que hiciera un expositor giratoro con capacidad para exponer 20 tipos de plásticos que, a poder ser, estuvera elaborado con materiales reciclados y que pudiera ser reutilizables. Por suerte, no le pidieron que lo hicera solo, así que se juntó con dos amigos suyos y su entonces novia y actual ex novia, de la que sólo puedo decir que a diario habla de suicidarse y que va contando por ahí historias que anuncian que esta chica es una novelista en ciernes, como que su abuelo es un asesino (¿?) que se manifiesta en forma de espíritu violento (¿?) ante ella y antes quienes la conocen (¿?). Ahora pensad cómo influye ese derroche de imaginación cuando se trata de poner a mi hermano a parir por ahí o cuando, cosa más alucinante aún porque carece de sentido aparente, habla mal al profesor de sus compañeros de equipo, no sólo de mi hermano, sino de todos. Y sin embargo, en vez de irse a otro grupo, ahí sigue, jorobando.

Parece ser que llegaron al aula taller y repartieron tareas. La ex de mi hermano quedó como portavoz y se dedicó a estar mano sobre mano. Los otros cogieron una base, le hicieron un agujero, clavaron en él un palo, cortaron tres ruedas de madera de marquetería, las agujerearon también, las insertaron en el palo y… como parece que aquel día el profesor andaba mosqueado por no sé qué, en vez de ayudar a que hicieran que las ruedas girasen, les dio la orden de que las sellaran a la parte central con silicona; lo que de por sí les lleva a incumpir el objetivo del trabajo. Por si fuera poco, un día entró alguien (o álguienes) al aula y se cargó casi todos los trabajos, de tal manera que se ha perdido uno de los tres discos del expositor y el palo que los sostenía ha quedado torcido, de tal manera que ahora el trabajito, en palabras de mi hermano, tiene más parecido con la Torre de Pisa que con cualquier otra cosa.

Esto, técnicamente, recibe el nombre de «mierda pinchá en un palo» y, sin embargo, le pedían que hiciera presupuestos, planos de la gran maravilla de la técnica, a la que además de dar vueltas le pedían que brillara… y que contuviera los 20 tipos de plásticos que mencioné antes… la verdad es que me reí cuando hice aquella memoria y no pude por menos que escribir que, ya que lo de contener esos plásticos era un criterio de evaluación, tocaba quedarse con la duda porque nunca se supo qué dimensiones tenían esas muestras de plástico.

En fin, entre unos temas y otros, me vi acostándome a las 3.50 am y mi hermana a las 6.00 am. No me puedo quejar, he dormido 3 horas y poco durante la noche y una horita más de siesta matinal; llevaba varios días consecutivos durmiendo una hora por la noche y tres horas de siesta matinal. Una mejora que toca agradecer a la valeriana, a la Dormidina y a la de haber faltado al trabajo el miércoles, porque aquel día dieron las 7, no había dormido y pensé que el único método para corregir el desajuste era faltar, despertar a las 12 y drogarme la noche siguiente.

¡No os extrañe que pierda las llaves! (todas, incluso las del curro) ¡Y hasta la cabeza! Hace tres días que estoy agobiadísima y hasta hoy no he podido buscarlas en condiciones por aquello de la falta de tiempo y de que mi hermano ha estado invadiendo el dormitorio para estudiar. Hoy, palabra de honor, que le ato los huevos a San Cucufato, como manda la tradición para encontrar cosas (San Cucufato, San Cucufato, los cojones te los ato y, si no me lo devuelves… ¡no te lo desato!) y le rogaré a San Antonio (un clásico que a mi madre no le ha fallado nunca) y… ¡a quien haga falta! Como si le tengo que meter fuego al cuarto. Desde luego, este sería el modo más rápido de dejarlo ordenado, que ya me agobia mirarlo. En él queda patente la llamada Ley de la Transmigración de la mierda: «La mierda ni se crea ni se destruye, sólo cambia de sitio».

Pero se supone que estamos en el diario del Aula Matinal, llevo más de 1080 palabras escritas según WordPress y todavía no he hecho ninguna mención a ella. Por lo pronto, me veo obligada a decir que, por una vez y sin que sirva de precedente, nos equivocamos con respecto a las (¡guarras!) del comedor: ellas no nos robaron las bolsas de basura. Fue el rubito, el gamberro sobre el que he escrito en tantas ocasones, y además sin mala intención. Resulta que el chico andaba enfrascado en uno de los juegos de construcción y tenía un coche a medio hacer. Por aquello de protegerlo lo escondió bajo las bolsas y, las bolsas, a su vez bajo una caja. Lo más gracioso es que luego se olvidó de su propia obra maestra y, de ese modo, mi compañera descubrió el pastel de pura casualidad.

Por otro lado, después de lo paranoica que se puso mi compañera con el tema de la señora del que hablé en mi anterior entrada, le tocó envainarse una lección de humildad cuando un día que me retrasé unos minutos (a raíz de cómo estoy durmiendo) me preguntó delante de la niña de 12 años si me había dormido, que tenía los ojos enrojecidos… y fue una ocasión divina para llevármela aparte y comentarle que esos comentarios de alumnos nuestros a sus padres, que son los que pagan, suponen más peligro potencial que cualquier cosa que yo le hubiera dicho a cierta señora y, cómo no, se la envainó. De paso, se quedó alucinando cuando le conté los hábitos de sueño de los últimos tiempos, y de ahí que ella misma me ofreciera cubrirme si lo necesitaba para regularlo. Y es que lo necesitaba.

Dicen que no hay mal que por bien no venga. No sabría decir si siempre se cumple, pero en este caso cuadra.

Por cierto, aunque me quede largo, no debo cerrar esta entrada sin compartir con vosotros la anécdota del día en el Aula Matinal.

No sé si recordaréis a esa chica de primero que estaba sobreprotegida por una madre muy pesada que nos obligaba a llevarla hasta su fila cuando esa obligación sólo la tenemos con los de infantil. Jamás habíamos visto al padre, pero eso hoy día pasa mucho. A mí no me extrañó, puede haber mil razones para ello: que esté trabajando a esa hora, que no sea de dar la cara en el colegio (ocurre con muchos), que esté divorciado de la madre y sea ella la que traiga la custodia… pero, sin embargo, mi compañera es más curiosa (o más cotilla) y parece ser que de vez en cuando se ponía a sondear a la chica acerca de su padre y esta respondía cosas muy extrañas que dejaban intrigada a mi compi.

Hoy lo compartió conmigo, me susurró sus sospechas y colaboré en el «interrogatorio».

Nos contó que su padre no vive en casa, sino en el trabajo. No sabe bien a qué se dedica, pero hace muchas tareas distintas,  siempre lleva chándal y ¡tiene un patio!. Hace ya cinco años que se fue a aquel lugar, más o menos cuando nació su hermano menor, y cuando le preguntan cuándo va a volver a casa, todavía no lo sabe. Él le aconseja a ella que deje pasar el tiempo, que haga muchas cosas y que no piense en los días que quedan, así será más rápido. En ese lugar hay muy pocas mujeres, una de ellas es la que coge las cosas en la bolsa cuando van a visitarle, porque no pueden llevar nada en las manos cuando van a verle. Además, tampoco pueden ir a verle cuando quieran, hay unos horarios y toca pedir cita para hacerlo. Su mamá está loca porque regrese, siempre lo dice, y a ella le encantaría conocer mejor a su padre y traerle al cole para podérnoslo presentar.

Blanco y en botella ¿verdad? Aunque la chiquilla no es consciente todavía, está claro que ese hombre está en la cárcel. Dentro de unos años no hablará tan tranquilamente de él, de hecho, probablemente oculte su existencia.

Fijaos cómo conocer la historia de los niños hace que todo tome sentido. Ahora entiendo por qué la madre es una mujer tan sobreprotectora y estresante y por qué la niña hacía esos esfuerzos al principio de curso para llamar la atención – no comer, simular estar enferma, no querer ir al cole, llorar-… la madre está llevando sola una casa con dos hijos, se siente culpable por desatenderlos, pero encima la razón de esto es que su mardo esté preso. Son cosas que, a pesar de cuanto intenten protegerla, dañan de un modo u otro a la niña.

En fin, voy acabando ya mi entrada, no sin antes:

• Mencionar a Marta Martín… ¿Por qué? Pues porque con Luismi nació una moda: ¡nombrar a la gente porque sí!
• Hacer propaganda (sí, más aún) al chat de mi amiga Lorena, de amigos, esoterismo y mucho más. Os doy mi palabra de que el ambiente es muy acogedor y agradable. Este es el enlace: http://xat.com/EsoterismoAmigo… ¡ya me diréis!

¡Espero aumentar la frecuencia de posteos! ¡O, al menos, ir comentando más! Ya no tengo clases particulares, así que supongo que algún hueco podré sacar.