¡Hola a todos!
Esto que tenéis ante vosotros es una entrada histórica: la última de «Cómo Madrugar Y No Morir» (CMYNM) o, en otras palabras, la última del diario de mi trabajo en el Aula Matinal, al menos en lo tocante al curso 2011/2012. Ignoro si volverán a contratarme o no. Recordaréis que las penúltimas noticias al respecto eran positivas: me encontré con mi jefe por la calle y me comentó que tanto en la empresa como en el colegio estaban contentos con nuestro trabajo y que, si todo iba bien (si solicitan los niños suficientes) mi compi y yo volveremos a trabajar con ellos en septiembre. No obstante, al menos según mi compañera, las últimas noticias no son tan buenas. Resulta que ayer recibió una llamada de nuestro jefe, cuya pretensión era pedir que le devolviéramos el teléfono móvil – ese artefacto que nos iba a servir para fichar nuestra asistencia y que luego resultó completamente inútil- y los petos – esos uniformes que sólo hemos utilizado dos veces: 1. el día de su estreno, por aquello de comprobar cómo nos quedaban; y 2. el día aquel en el que Godot (el inspector) iba a venir pero nunca se presentó-. Mi compañera aprovechó la ocasión para volverle a preguntar si nos renovarían o no y la respuesta, siendo la misma, ha tenido un matiz más desagradable: «Mira, por mí no hay problema, pero eso no lo decido yo, lo deciden los jefes, así que ya se verá». Nótese que este chico es nuestro jefe directo, por aquello de que es el coordinador de los monitores y quien elaboró nuestra programación, pero los «jefes supremos» son otros. En fin, no os extrañe que, debido a esta charla, mi compañera me haya acabado mandando un «guasap» en el que me decía que no confiara demasiado en mi renovación, recomendándome así que me fuera buscando otro curro por si acaso. Vamos, como si cayera de los árboles.
A todo esto, a mí ni palabra; esta llamada se la han hecho sólo a mi compañera. Ha de ser porque mi jefe sabe que ha terminado el curso y yo (atención, que esto es muy fuerte) todavía no he firmado la modificación de mi contrato y temerá que le haga mención al asunto. Aviso para los despistados o incorporados más tarde a la lectura del blog; cuando firmé el contrato había un error en los apellidos, de ahí que me toque firmar otra vez.
Pero ahora que por fin voy a tener tiempo libre, ni dudéis que pienso agobiar lo que haga falta a mi jefe con el asunto.
Solamente por esto me da a mí que aunque, en rigor, esta sea la última entrada de este diario en sentido estricto, los temas pendientes del aula matinal seguirán dando coletazos a lo largo del verano. Y por supuesto que os tendré al tanto ¡faltaría más!
Entrando en materia, y con la mano en el corazón, no me queda otra que entonar un «Antonio, mea culpa»* porque desde el principio se suponía que acabaría encontrando la solución al dilema de madrugar y no morir y, aunque técnicamente no me he muerto, lo he estado llevando de un modo desastroso para mi salud y para mi ánimo, especialmente en los últimos tiempos. Las siestas matinales, que acabaron siendo un sistema compensatorio para esas dos o tres horitas que me faltaban para cumplir con mi necesidad de descansar ocho horas al día, se acabaron convirtiendo en el único descanso diario (cuatro o cinco horas) dejando para la noche una o dos horas de descanso (¡o menos! ¡hoy por ejemplo no he dormido NADA por la noche!). Menos mal que ahora tengo las vacaciones para regularlo, pero sé que me va a costar Dios y ayuda.
* Nota: Obvio que lo de «Antonio mea culpa» es una barbaridad, pero se trata de una barbaridad deliberada que tiene origen en una broma radiofónica que se hizo muy popular. Si cuando acabéis esta entrada os apetece reíros un rato, os aconsejo que paséis por aquí, que de paso entenderéis la referencia: http://www.youtube.com/watch?v=M05OgGMIvIM
Debido a mis problemas con el sueño y a los constantes problemas de salud de mi compañera, esta semana se ha hecho bastante dura de llevar. Sé que lo de mi compi no parece ni medio normal y muchas veces he pensado que lo suyo es cuento, pero después de haber sido testigo de:
- Cómo lleva encadenando virus gastrointestinales desde diciembre. Pero de verla vomitar.
- Cómo le han salido almorranas, al grado de sangrarle la retaguardia. Va, esto no lo he visto, pero tampoco se me antoja.
- Cómo, a sus años (los míos, nos llevamos meses) le han detectado intolerencia a la lactosa y a no sé qué leches más, lo que implica darle un vuelco de 180 grados a su alimentación.
- Cómo hace por lo menos cuatro meses (¿o más? tendría que revisarlo) se le caló el cuarto de baño por culpa del vecino de arriba y todavía nadie ha tenido pantalones de terminar de arreglárselo por unos problemas con el seguro que rozan la Ciencia Ficción.
- Cómo le abrieron el coche, que más que coche es tartana, para robarle un cargador de móvil y una botella de aceite.
- Cómo, tras seis años de carné de conducir, le han puesto la primera multa de su vida. ¡Anda que no cogió un buen disgusto aquí!
- Cómo, después de empezar una relación con la que parecía ilusionada, ahora no está muy convencida de ella.
- E incluso cómo, del modo más estúpido, tuvo un accidente insólito con la plancha y acabó «planchándose el culo». De esto he visto la marca y aluciné un rato.
Tras las cosas enunciadas (y seguro que se me olvida alguna) sólo puedo pensar que , o sufre un mal de ojo tremendo, o su, digamos, «Factor Compi», es todavía peor que el mío, que ya es decir.
Como os contaba, se nos hizo dura la semana y andábamos locas por terminar, aunque, como sabéis, vista la incompetencia de nuestros jefes, que nos dejaron en ayunas de materiales y eso por sí mismo imposibilitaba cumplir la programación; vista la actitud de los mismos niños, que en cuanto se les proponía alguna actividad que no fuera darle patadas a un balón sacaban las zarpas; y visto que es muy complicado hacer algo en hora y media con más de veinte niños de edades distintas; se puede decir que nos limitamos a darles el desayuno, facilitar que jugaran, evitar que se maten y que dañen el mobiliario.
Ayer hablaba de esto con ella. Ha sido la primera vez en diez meses que hemos encontrado hueco en nuestras cruzadas agendas para tomarnos una cervecilla (ella trabajaba de mañana y yo de tarde y los findes se iba de Almería o a visitar a la familia o a viajar con el novio) y ambas llegábamos a la conclusión de que, si el próximo curso volvemos a ser monitoras de Aula Matinal del mismo centro, intentaremos tocarnos menos cierto espacio entre las ingles y ver cómo hacer que pasen por el aro.
Al menos, si volvemos el curso que viene, tendremos materiales. ¿Sabéis por qué? Pues porque, sencillamente, los hemos hecho desaparecer, dividiéndolos por la mitad y repartiéndolos. Si vuelvo al Aula Matinal, será para que lo usen los niños, que ya no estaremos a principios de curso con una mano detrás y otra delante. Si no, que mi hermano les dé uso, que por su condición de estudiante, le pueden venir de lujo.
Es gracioso, pero acabo de caer en la cuenta del único artículo que mi compañera y yo hemos olvidado en el aula. ¿A que no lo adivináis? El lavavajillas; ese jodío compuesto químico cuyo precio no supera el euro y por el que llegó a correr la sangre entre nosotras, monitoras del aula matinal, y las cerdas del comedor.
Nota: La de arriba no es una imagen tomada de Internet. Os regalo la visión de nuestro AUTÉNTICO lavavajillas, en exclusiva desde «¡Abajo las opos!».
Supongo que os estaréis preguntando si hubo alguna cerdada más… ¿Cómo podéis dudarlo? ¡Por supuesto que sí! Aunque estas cerdadas no llevaban la intención directa de perjudicarnos, más allá de que nos perjudicaran indirectamente.
La primera se debió a una visita sorpresa del inspector del centro (no confundir con el inspector de nuestra empresa, ese que nunca llegó). Por lo visto, le echó un ojo a todo, incluyendo a las instalaciones que compartimos con la gente del comedor, y en ese vistazo descubrió algo que yo llevo varios episodios comentando: que SU frigorífico y el mueble en el que guardan SUS productos despiden algo más que mal olor: HEDOR. Intoxica de sólo acercar la nariz. Es más, me maravilla que aún no haya sucedido nada grave a ese nivel.
Fue divertido que la conserje, esa mujer a la que tantas veces he dado la lata para que me asesorara con respecto a las cerdas, viniera a solicitar mi ayuda, porque prefería advertirlas en privado, como compañera, que acudir a la dirección, soltar la bomba informativa, y que el tipo tuviera que comportarse como lo que es: EL DIRECTOR, y no el cucharilla (recordad: ni pincha ni corta) que ha sido siempre o, por lo menos, en relación a estas tías.
La segunda se produjo ayer. Al parecer, les estalló el termo y dejaron todo mojado. No contentas con eso, se empeñaron en responsabilizar al colegio y en hacer que la conserje se ocupara de la limpieza de los restos (y, al no poder limpiar todo, nos encontramos la clase empantanada al día siguiente) cuando la responsabilidad en sí era del catering con el que trabajan y la obligación de limpiar los restos era DE ELLAS.
Como es normal, nosotras no limpiamos los charcos: 1. No era nuestra obligación y 2. No nos es posible, si las cerdas se empeñan en impedirnos acceder al «Sancta Sanctorum», ya sabéis, aquella habitación en la que guardan bajo llave cuanto les apetecía quitarnos: los cubiertos, el lavavajillas, los rollos de papel higiénico… y la fregona, entre otros.
Lo más gracioso es que el Karma existe y, si no existe, nos lo inventamos. Hoy, último día del Aula Matinal, nuestros niños se han descontrolado y han hecho una guerra de agua inevitable dejando todo el suelo echado a perder. Lo hubiéramos limpiado, pero no teniendo con qué recogerlo… ¡que se jodan!
No obstante, este día no me ha dejado satisfecha. Mi compi y yo les preparamos una fiesta con todo el cariño del mundo. Compramos batidos, pastas y churros. Supongo que recordaréis los momentos en los que el rubito, el hijo del policía, robaba dinero a su padre para comprar churros para toda la clase en el intento de lograr caer bien a sus compañeros a pesar de las trastadas constantes que les hacían.
No la han agradecido para nada. Se han portado especialmente mal; gritándose, peleándose, comiéndose la comida como termitas sin pensar en otros compañeros que llegaban más tarde… ya habéis leído antes lo de la guerra de agua en el comedor, pero eso sólo ha sido la guinda del pastel. Los nenes se han lucido y no nos ha quedado otra que tenerles la mitad de la fiesta castigados. Encima, y esto nos ha dolido más de lo esperado, el rubito no ha venido, y eso que prometió que iba a venir. Tal vez el padre no le haya dejado. El caso es que le tuvimos todo el tiempo en mente. Seguro que le habría encantado el detalle de los churros.
No obstante, al menos tuve mi compensación emocional por otro lado. Ayer me despedí de mi alumna de los martes y los jueves, esa a la que enseñaba técnicas de estudio y que sufre a una madre medio paranoica. Fue una despedida con alegría: ¡ha aprobado todas las materias que tenía conmigo! y por eso, a modo de agradecimiento, me citó a su casa para regalarme un bizcocho que me había hecho especialmente y unos marcapáginas (ganó un concurso de marcapáginas y se los editaron, es muy buena dibujando). Además, merendé en su casa, me invitaron a beber mate (la famosa bebida argentina que quería probar desde hacía años) y pasamos un par de horas muy amenas con el Tarot… ¡qué menos que echarles las cartas! Pensad que normalmente tanto los niños como los padres son muy ingratos y no saben hacerte una despedida en condiciones, sencillamente te desean, como mucho, un buen verano o puede que ni eso. En algunos casos te dejan de llamar sin más y nunca vuelves a saber de ellos. Eso duele, sobre todo porque los profesores nos acabamos implicando emocionalmente y son muchos meses los que pasamos dándoles clase.
Pero vamos, no fue el caso. Me quedé muy satisfecha tanto de los resultados de la niña como de la despedida que le hicieron. Y fijaos lo que os digo: aunque me perjudique económicamente, espero que la chiquilla haya aprendido lo suficiente como para no volver a necesitarme. Recordad que la idea no era que aprobara ciertas materias con mi ayuda, sino hacerla independiente de mí proporcionándole herramientas. Si no vuelve a necesitarme, será señal de que lo he hecho bien.
Toca ir acabando esta entrada, pero da miedo acabar. Este blog va a cumplir dos años de vida el próximo 10 de julio (¡el tiempo vuela!) y llevo DIEZ MESES escribiendo este diario, es decir… ¡casi media vida de este blog! Se me queda un sentimiento de vacío, ya sabéis, ese temor a quedarme sin ideas, sin nada que contar, pero claro… en realidad no es la primera vez que me pasa, sólo que es la vez que más se ha notado por la extraordinaria duración de esta sección en comparación con otras anteriores. Afortunadamente mis amigos saben tranquilizarme y de entre las cosas que me dijeron me impactó especialmente esta frase (o una similar, porque soy una persona, no una grabadora): «Silvia, no te preocupes, con los berenjenales en los que te metes… ¿Cómo no vas a tener nada que contar?».
Finalizo esta entrada, antes de que se nos haga eterna, con el mismo vídeo con el que comencé esta sección. ¡Ay, qué mala es la nostalgia!
Espero que la hayáis disfrutado 🙂 ¡Nos leemos!
silvia grande la entrada, mucho animo que ya llega el verano, espero que tengas suerte y puedas renovar en el aula seguro que si…un besazo
¡Me alegra que te guste! En cuanto arregle lo de cierta tarjeta de embarque, hablamos 🙂
Me encanta… Eres unas risas… Bonito detalle el de tu alumna… Si aprobó todas tus materias POR algo será… Y que vuelva no significa que hayas hecho mal tu trabajo… Si no refuerzo… Nunca viene mal… Y por supuesto que no se te acabaran las ideas xdxdxd muackkk BOMBOM
¡Ojalá, guapetona! ¡Un beso grande!
Muy buena, me ha gustado mucho!
¡Me alegra, diablito! 😉
Mija si que te has explayado!!!! pero el dia de fin de curso a todos se nos hace largo, que menos que la entrada tambien jejejeje
No me he podido resistir y he marchado rauda a escuchar el video de Antonio mea culpa… lo que me he llegado a reir!!!!
Y el detallazo de «no poder limpiar» el estropicio me ha parecido encantador JUAS!!!!
Bien merecidas tienes tus vacaciones porque esta aula va a acabar contigo… o tu con las guarras!
Un besazo enorme mi niña!
Y eso porque no te he contado lo de cierta tarjeta de embarque. Una no descansa ni en vacaciones 😛 ¡Muaks!
Mamaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa no levantes la persiana!!! Joder que si he disfrutado de tu entrada, emocionante, nostálgica y divertida a la vez. ¡Qué pena que el rubito no se presentara!
No te preocupes, que tu con tu «Factor Silvia» no tendrás problemas para saber sobre lo que escribir.
¡Muchas gracias, guapetón! 😀 La verdad es que ha sido hoy, cuando me he permitido el lujo de quitar todas las alarmas y dormir todo lo que quiera el cuerpo, cuando me he dado cuenta de lo verdaderamente cansada que estoy.
¡Nos seguimos leyendo! (y próximamente quedando)
Ok, guapa, nos vemos por Bayyanna.
Ay Silvia! Empiezan tus vacaciones y como madre, terminan las mías…ja,ja.
Te esperamos el curso que viene, espero que trabajando si no en lo mismo en algo mejor, o al menos mejor remunerado. Pero en medio, no nos abandones. Estoy convencida de que algo se te ocurrirá.
Un beso y que recuperes «los sueños».
¡Pienso darme unas pasás de dormir olímpicas! 😀 Y descuida, no os abandonaré, soy adicta a mi propio blog y eso es un problema, jejeje…
¡Besote!
Todo bien, nena. Terminó esta etapa, la vida sigue. Si vuelves al aula matinal, estupendo, si no, será porque algo mejor te aguarda. Te ha proporcionado una buena experiencia y algun dinero. Has tenido una gran satisfacción con tu alumna, y vas para adelante. Disfruta del verano y ten ideas positivas. Espera todo lo bueno que vendrá en tu vida. Un abrazo y beso tb. Jajajaja….
¡Hoy a descansar! Luego tocará echar cv, buscar alumnos y, qué se yo, tal vez escribir, escribir, escribir… toca retomar algún proyecto atrasado, entre otros, la versión libro de este blog :
¡Muakiss!
Ahora toca una buena cura de sueño. Yo tampoco creo que te quedes sin ideas, observas tu entorno, a la gente, sacándole el jugo aunque sea a una vida cotidiana. Tu entrada ha sido muy entretenida.
Me he reído mucho con lo de tu compañera y su serie de desgracias increíbles, pero la verdad es que cuando se le cruzan los infortunios a alguien, parece no dejarles descansar.
Espero que el año que viene no tengas ningún problema en comenzar un buen año laboral.
Un beso enorme Silvia, que todo te vaya bien.
¡Muchas gracias, Lolica! por lo pronto anoche dormí siete horas, hoy me regalé tres de siesta y lo mejor es que sigo hecha pedazos, así que calculo que esta noche dormiré 😀
¡Besoteees!
Hola Plumífera, me ha encantado la entrada final, ¿es correcto eso?, bueno el factor compi me ha encantado y me he reído a media maestría y mi maestro se me quedó viendo. TE mando un besazo tía. Pásate a mis blogs. Cuídate. Y tenemos plática pendiente.
Final de sección pero no del blog. No os libraréis de mí tan fácilmente 😉
Yo también he terminado el curso: la escuela está vacía de niñas y niños, tan sólo queda el silencio y ese olor dulzón de los lápices mordidos y las gomas de borrar troceadas. Es posible que yo ya no empieze el curso próximo, por la cosa de los recortes y ajustes presupuestarios del gobierno (piensan que ante todo hay que dar confianza a los mercados, y eso pasa por despedir maestros porqué deben creer que vamos sobrados).
El fin de curso es terriblemente duro y es una puerta cerrada. Pero en alguna parte sin duda hay otra abierta.
¡Mucho ánimo! Ojalá continúes, aunque es difícil negar la evidencia: los recortes se centran en nuestro sector.
Pero piensa que es totalmente cierto lo que dices, siempre hay otra puerta abierta.
¡Éxito!
Un buen resumen. Ahora a disfrutar y seguir peleando, que se debe poder compaginar, esperemos. Un abrazo muy fuerte 🙂
¡Ya te diré si se puede o no compaginar! jajaja 🙂 Muakiss
Flor k pena k se acabe lo del aula matinal… Con lo k me he reido… Pero no pasa ná, k con el factor silvia seguiremos pasandolo bien, jaajaja. Ya sabes k nos encanta k escribas… Bss loka!!!!
¡Besos, Juanica! 😀 ¡»Os» veo pronto! (nótense las comillas)