¡Hola a todos! Aquí me tenéis con las pilas cargadas y la entrada prometida; ese viaje a París que tanto esfuerzo me supuso y que, como veréis, tanto ha merecido la pena.
Antes de continuar he de explicaros algo acerca del Factor Silvia que es probable que ni los lectores más usuales conozcáis: además de atraer fenómenos insólitos (me sucede todo aquello que puede sucederle a cualquiera) resulta que hasta ahora vivía con la convicción de que mis viajes al extranjero estaban gafados. Ningún viaje de estudios me salió bien, ni del colegio, ni del instituto, ni de la universidad. Lo de mis planes de irme de niñera a Irlanda, como sabéis, debió ser pospuesto, porque cosas mucho más importantes me retenían en España. Ni siquiera había sido capaz de entrar en Gibraltar, y eso que estuve saliendo con un chaval de Algeciras que alguno de vosotros conocéis, y os aseguro que hubo tres intentos. Y eso que vi el peñón desde el otro lado de la frontera. La primera vez fue porque al mozo se le olvidó el DNI y por eso no le dejaban entrar en «territorio británico». La segunda, sencillamente, nos metimos en demasiados planes y no dio tiempo. En la tercera, nos acompañó una amiga suya menor de edad y, claro, aparte del DNI necesitaba autorización paterna para pasar, un detallito en el que podían haber reparado antes.
¡Y yo con estas ganas de salir de la piel de toro! Por supuesto, con lo que a mí me gusta viajar, era un motivo ya de frustración vital.
No obstante, alguien decidió que la maldición se rompiera. Todo comenzó con la invitación de mi amigo Miguel Naranjo, al que podemos llamar Miguel o, simplemente, el bokerón (sí, con «k»), que por algo es de tierras malagueñas. Este chico tiene una forma de vida muy original. Estudió piano y traducción y, como tantos españoles, malvivía a base de trabajos de mierda hasta que un día, gracias a su dominio del inglés y del francés, le surgió la oportunidad de ir a trabajar a Eurodisney. Ni lo pensó, cogió el petate, emigró, y allí lleva alrededor de un año, y tan contento. Obvio que echa de menos el clima, la familia, los amigos… pero siente que está viviendo una experiencia única y quiere exprimirla todo lo que pueda.
Este amigo llevaba mucho tiempo pidiéndome que fuera a visitarle. Alguna vez incluso me propuso pagarme el avión, pero me daba demasiado reparo aceptarlo. Sin embargo, le prometí que en cuanto fuera capaz de reunir el dinero necesario para visitarle, iría a verle.
La cosa tardó meses. Primero por mi proyecto de irme a Dublín, que requería ahorrar, y luego por mi relación con este chico, por aquello de que las relaciones a distancia requieren un mantenimiento. Si una tiene una pareja, qué menos que hacer por ver a esa persona un par de veces al mes. Y aunque esa relación acabara mal, no me arrepiento del gasto ni del tiempo, actué en coherencia con lo que sentía en ese momento.
Pero claro, como sabéis, la operación Dublín se pospuso y la relación con este chico terminó. Sólo quedaba un impedimento, que paradójicamente era lo mismo que me proporcionaba los medios para ir: la obligación de trabajar de lunes a viernes. Un viaje a París no es para hacerlo en un fin de semana y, si no me creéis, sencillamente, seguid leyendo, que ya entenderéis por qué lo digo.
Por tanto, era un viaje que para mí sólo resultaba posible en una fecha: en verano… ¡temporada alta! Imaginaos el susto cuando entré en los buscadores y empecé a mirar precios, no encontraba nada que bajara de 400, así que llegué a dar mi viaje por perdido. Afortunadamente el bokerón con un solemne «me niego a que pagues 400 euros» acudió en mi rescate… él y una cosa maravillosa y a la vez infernal a la que llamaré las zonas Ryanair.
Zona Ryanair es todo aquel lugar en el que existen aviones de esta compañía. Que una ciudad sea zona Ryanair es garantía de la existencia de vuelos Low Cost (de bajo coste) en ese lugar, aunque todo depende de la cobertura que tengan. Almería, sin ir más lejos, es zona Ryanair, pero carece de conexiones baratas con París, por eso no encontraba nada; tenía la idea de coger un vuelo que saliera directamente de mi ciudad. Almería es mejor para vuelos baratos a sitios como Inglaterra, Irlanda o Bruselas. También hay conexiones baratas con Madrid que pueden ser muy útiles. Lo que yo no sabía es que Málaga es una zona Ryanair que ofrece unos vuelos a París estupendos.
En una primera ocasión vi una oferta de 85 euros. La pena es que la perdí. Hay que tener en cuenta que para salir desde Málaga tocaba buscar asilo político, porque la potencia económica personal no da para hacer demasiados milagros. Por suerte, ahí estaba Rosana Cobo, también llamada «Barbie», «Cani» o «ser entrañablemente voleable», ya que tengo por costumbre volearla cada vez que la veo, que me ofreció su techo y gracias a eso pude volar a París aprovechando la siguiente oferta barata con la que me encontré: 135 euros, que considerando que es a París en temporada alta… ¡sigue estando que te cagas!
La compra del billete se hizo paso a paso con la asistencia del bokerón. Sé que es de risa, pero, aparte de mi temor a la Maldición, estaban mis naturales recelos hacia Ryanair; en concreto hacia lo maniáticos que son con el tema del equipaje. Pasa que la pela es la pela y tocó tragarse el pánico: era el único modo de llevar a cabo ese viaje.
¡No os podéis imaginar la alegría que me dio cuando el billete quedó oficialmente comprado! Faltaba el pequeño trámite de arreglar eso de la facturación del equipaje on line, pero eso no se podía cumplimentar hasta que no faltaran al menos quince días para el vuelo. Y eso era un sinvivir, aunque daba por hecho que sería el trámite más tonto, el más sencillo…
¡Tonta de mí!
Por suerte, en fechas muy cercanas al viaje conocí a un chaval: Noel, a quien también podemos llamar el norteño, pues para eso es asturiano, que para mi sorpresa se ha convertido en mi asesor para viajes baratos*.
*y si queréis sus consejos, sólo tenéis que pasar por «Viajes Low Cost» de «La Universal».
Varios problemas me solucionó el norteño. Todos los electroduendes se pusieron de acuerdo para que no sacara la tarjeta de embarque así que, de hecho, acabó sacándola él y enviándomela por correo electrónico. Aparte, debió darme asistencia psicológica cuando descubrí que mi DNI, que renové en diciembre alegando pérdida a fin de tenerlo renovado de cara a mi estancia en Irlanda, conservaba la misma fecha de caducidad que el antiguo, es decir, hasta el día 18 de este mes, cuando, a juzgar por lo que me cobraron, debería haberme durado cuatro años más. De hecho, a fin de evitar problemas, decidí sacar la tarjeta de embarque identificándome con mi número de pasaporte.
Ah, por cierto. Antiguamente (siendo Cirino gobernador de Siria) los números de pasaporte se correspondían con los del DNI. A partir de que surgieran los DNI electrónicos ya no pasa. Así que, si llegas a tu pasaporte y ves: «number passport: ….» y debajo «ID number» (con tu DNI), tu número es el otro. Si sigues dudando, pasa la página y me cuentas cuál es el número que está trazado con agujeritos.
Para saber esto, debí llamar a una comisaría y preguntar. Y dudaban.
En fin, mi amigo el norteño estuvo aguantando todo esto y más y, por ende, gracias a su asesoramiento habré evitado un par de multas. La primera, por no imprimir la tarjeta de embarque. Tal y como tienen montada la web estos cabrones, no ves fácilmente que sea tu obligación imprimir la tarjeta de embarque. Si no llega a ser por él, me hubiera expuesto a, si no recuerdo mal, 65 pavazos de multa. La segunda, porque me aconsejó que no me fiara de las maletas, en general, recomendándome en su lugar una mochila.
Explico esto. Estos de Ryanair son unos hijos de la gran puta. Si no facturas tu equipaje on line (que fue lo que me pasó) y te toca facturarlo en el aeropuerto, te cae una multa de 50 pavazos. Si os dais cuenta, si al billete de 135 euros le sumas los 65 euros de la primera multa y los 50 euros de la segunda, el billete se pone en 250, que es un precio más semejante al que ofrecen las aerolíneas más convencionales; todo esto sin sumar las miles de cosas que intentan venderte: seguros, maletas… incluso la prensa o los refrescos que normalmente te ofrecen en cualquier vuelo de manera gratuita.
¡En alguna parte tenía que haber negocio! De ahí que el dueño de ese chiringuito se esté forrando a pesar de tirar el precio de los billetes al suelo.
A lo que iba… ¿solución para no facturar? Como os imagináis, el equipaje de mano. Aquí es donde entra en juego la política tan estricta de esta gente. No admiten un equipaje de mano que supere los 55cm x 40cm x 20cm. No sé si os hacéis cargo, pero estas medidas son mucho más pequeñas que las de otras compañías. La justificación es que deben entrar holgadamente en las lejas*1 que están situadas sobre los asientos. La razón real es joder al personal y hacerle pagar la multa, porque maletas de medidas superiores a esas pueden entrar holgadamente en ese estante. Tampoco está permitido que el equipaje supere los 10 kg de peso y, he aquí otra cosa muy jodida, no se pueden llevar líquidos, gases, geles o cremas. Imaginaos qué pasa con las botellas de agua, el maquillaje, la pasta de dientes… ya se sabe, cosas del terror social: cualquiera puede ser un terrorista talibán en potencia.*2
* 1 Leja es el término levantino para designar un estante. Lo siento, se me notan los orígenes.
*2 Esto último no es tema de Ryanair, es legislación internacional, pero no deja de ser otra puñetería.
Resulta que yo normalmente cuando viajo suelo llevar mi casa conmigo, como los caracoles. Hay que reconocer que las mujeres somos especialmente complicadas para viajar. Por tanto, carecía de maletas de esas dimensiones, así que, por aquello de evitar comprarme una, empecé a sondear a mi círculo de amigos, hasta que Estefanía se apiadó de mí y decidió dejarme su maleta, pequeña, roja y bonica.
Debí preguntarle cuarenta veces si esa maleta no podría darme problemas y ella me garantizó que no, asegurando que jamás la han parado con ella, así que lo di por cierto y no me preocupé más hasta que, el día antes de tomar el autobús hacia Málaga (por cierto, 33 euros ida y vuelta) Ryanair me envió un recordatorio de las medidas del vuelo. Momento en el que se me ocurrió medir la maleta – aunque al final no hizo falta, llevaba sus medidas en una tarjetica- y en el que descubrí que, mientras que las medidas que exigía Ryanair eran de 55cm x 40cm x 20cm, las de la maleta de mi amiga eran 45cm x 30cm x 22cm, es decir, muy inferior a las medidas requeridas, PERO, oh desgracia, podría darse que la echaran para atrás porque superaba la medida del ancho.
Imagino lo que (los novatos en esto de viajar) estaréis pensando: ¿Es que acaso van a tener la santa paciencia de parar a todo el mundo para medir maleta por maleta? No, lectores: resulta que Ryanair cuenta con unos cajoncitos en los que debes probar a introducir tu equipaje de mano. Si tu maleta no encaja en esos cajoncitos, que por supuesto en realidad son mucho más pequeños que los estantes del avión, ocurre que o dejas el equipaje en tierra o pagas los 50 euros de multa de los que hablé antes.
Todo esto me lo explicó Noel, que tenía sus dudas de que la maleta pasara, así que tomé una decisión que sería clave: no me limitaría a llevar a Málaga la maleta; llevaría también una pequeña mochila, notablemente más pequeña que la maleta, por si venían mal dadas y me tocaba ir con un equipaje de mano menor. «No pasará nada» pensé «siempre puedo ir al aeropuerto, probar si la maleta cabe y, si no cabe, volver a casa de Rosana en taxi, meter lo más esencial en la mochila y volver al taxi al aeropuerto».
Se equivocó la paloma, se equivocaba, pero ya iremos ahondando en el tema, así que…
Próximamente MÁS.
Que chulo…. Tú vienes y todavía no has pasado de una simple maleta jajaja eres la caña.. Vaya intriga… Espero la segunda de las muchas partes ( me imagino) jajaja Besazos BOMBOM te eché de menos que lo sepas
Ya conoces mi tendencia a explayarme, ajajaja… aparte, que lo creas o no, estuve acojonada hasta el último momento. Ya verás, ya.
¡Un besote!
jajjajjajjaja jajajajj se equivoco la palomaaaaaaaaa jejjej.aqui la chica voleable,que risa leerte y revivirlo de nuevo hija.vengaaaaaaaa que voy a destripar el final,pues resulta que kjaowpodfhf qlkapkdjdhd KjakJS!!!!!!!!!!!!!!!!
UN BESOTEEEEEEEEEEEEEE BOKKERONNNNN
Pues sigue, que esto da para varios capítulos y el siguiente te lo conoces muy bien 😉
¡Besote con un par de «revueltas»!
La anécdota del pianista español trabajando en Eurodisney para salirse de los trabajos (y los salarios) de mierda es el retrato de nuestro país…
Hace algo más de un año yo puede experimentar con el cajoncito mágico de Ryanair. Un cajón de barrotes de aluminio… y con una balanza al pie, para que no engañes ni en medidas ni en peso. Tuve que meter mi maleta ante la mirada de dos azafatas con aspecto de institutrices británicas, altas de metro noventa. Tuve que apretar y empujar hasta que la maleta entró, y entonces las miré con una sonrisa, pero ellas me devolvieron una mirada de hielo.
Bueno, yo le veo más como traductor que como pianista, pero ciertamente, tiene ambos títulos, por no decir que sabe inglés,francés e italiano. Y ahí le tienes, pero no es el único. Como ya explicaré más adelante, tenemos en Eurodisney gente muy preparada trabajando muy por debajo de su cualificación, pero es que en España no les dan ni siquiera la oportunidad de eso.
Las rubias de metro noventa de Ryanair son legión, jejejej. Ay, qué ladrones que son.
Madre mía que follonaco, espero que haya merecido la pena tanto mareo (bueno, sé que lo hizo) El palizón que te diste antes de viajar no está contado ni el comienzo…jeje, pero bueno, supongo que eso es otra historia. Mierda Ryanair y sus tonterías!
Gracias por estar ahí…¡no me sueltes!
¡Por supuesto que no te suelto! ¡Y por supuesto que mereció la pena! Pero… ¡qué trabajico que me costó! jajaaj…
¡Muaks!
espero pciente la continuaacion silvia, ya me dijo estefania que el viaje genial pero en fin espero verlo bien relatado aqui
¡Por supuesto! Y no tardaré demasiado en actualizar, no quiero perder detalles 🙂
El pianista español tocando en Eurodisney me parece una buena imagen de nuestro país…
Sobre Ryanair sólo he tenido con ellos una experiencia, que pasó por meter la maleta en el famoso y estricto cajón, bajo la mirada de dos azafatas de 1.90 metros. Conseguí meterla y les sonreí, pero ellas me devolvieron una mirada de hielo.
Luego, dentro del avión, aparte de bingo también intentaban vender unos cigarrillos de pega a 6 euros la pieza. Un chollo.
Te salió repe el mensaje, pero por el detalle de los cigarros falsos, merece la pena respetar ambos. Me has desvelado una de las anécdotas de mi vuelo. Si no me equivoco, la marca era «No Smoke» (no fumar) o algo así. Cigarros para que los fumadores superen el mono y fumen sin fumar. La releche. También te intentan vender cupones para conseguir viajes de regalo y, lo más divertido… les encanta vender maletas.
Jooo k intriga!!!! Para cuando la siguiente parte????
Intentaré redactarla esta noche 😉 ¡no quiero perder detalles!
Jajajajajaja Todo eso de la maleta también podría habértelo dicho yo jajajajaja!!! Aquí sale a la luz mi rareza innata! si yo hago ese viaje con la mochila me sobra espacio… claro que el tema de las pelas también influye… seguiremos leyéndote!
Besazos desde mi infierno!
Ojo: mi mochila no era de viaje, sino escolar 🙂 no puedo entender cómo he podido sobrevivir con la mierda de equipaje que llevé, jeje… pero ya verás, ya 😛 ¡Besotes!
Wowwwwwww… pero qué chévere y apasionante todo lo que te está costando este viaje, espero que ahorro en dinero y anécdoticos momentos con todo lo que pasas. Me imagino que éstas vivencias están recargadas para que a la hora que subas al avión, el despegue sea fabulosooooo. ¡Fascinante aventura la tuya!
Un vacilón lo de la maleta.
Qué penita que aún no haya subido a uno… pero es por miedo a volar. Qué roche!
Besitos y que todo te salga bonito!
Pues que sepas, Nuria, que una de las amigas más viajeras que tengo (suerte que la economía se lo permite, todo sea dicho) sufre un miedo tremendo a los aviones, que por más que vuele no se le pasa, pero pueden más sus ganas de ver mundo que su fobia… así que si tienes la oportunidad ¡aprovéchala! ¡no te dejes frenar por los miedos!
Un besote 😀
La historia interminable jiji, te pasa de todo
Es lo que tiene 😀 ¡me alegra leerte por aquí!
Si, las mujeres sois ¡muy complicadas! para viajar.
También es gafe lo del DNI, o te cambian el nombre, o te ponen mal la fecha…
Que jodidos los de Rynair, desde luego, menos mal que estabas bien asesorada,
¡Anda que no! Al final de este diario tendré que hacer una lista de agradecimientos, debo este viaje a mucha gente 🙂