Como os contaba, mi tercer día de viaje fue mi primer día real en París; un día que pasé con Miguel y con Deborah, una chica gallega, también trabajadora de Disney y residente en La Boisserie.
Para llegar a París primero debimos tomar el bus que llevaba de la residencia a Disney para, una vez allí, subirnos al tren de cercanías (RER, si no recuerdo mal, y en francés suena muy divertido) que nos llevaría a la capital de la república gala; aunque no paran aquí las incursiones ferroviarias, París es inabarcable sin metro.
Cuando llegamos, nos metimos en unas cuantas tiendas de zapatos deportivos. No es que supongan un interés turístico especial en esas tierras, pero Deborah tenía el problema de haberse destrozado los pies con unas botas y por tanto necesitaba encontrar un zapato apropiado para su trabajo.
En una de esas tiendas sucedió algo que encontré divertido y ameritó foto: unos zapatos deportivos de la marca “Pie”.
Sin embargo, Debo no encontró unos zapatos que la convencieran, aunque sí unos calcetines cutres. Ese dato (el grado de cutrez de los calcetines) no es algo que sea realmente preocupante en términos objetivos, pues ¿hay algún calcetín que realmente pueda librarse de ser cutre?
Más preocupante era lo mío, pues:
• Eché el día buscando una farmacia, sin éxito. ¿Será que no hay farmacias en París? La necesitaba para comprar unas tiritas, pero tocó sacar pecho y aguantar sin nada que amortiguara las molestias. PD: Días antes del viaje me había tocado pillarme una remesa de calzado de verano, de tal manera que utilizara el calzado que utilizara, me iba a tocar lidiar con zapatos nuevos y ya sabemos todos lo que eso significa.
• Se me habían roto los leggins; esa prenda que supone el eslabón perdido entre las medias y los leotardos, porque son más resistentes que las primeras y más elegantes que los segundos. No era una gran rotura, tan sólo un pequeño agujerito a la altura de la rodilla… pero, siendo pequeño, era más que suficiente para evitar que yo saliera con los leggins puestos y, dado que de forma extraordinaria hacía un tiempo verdaderamente veraniego allí, se me ocurrió salir simplemente con la falda. No conté (y quien sea mujer rechoncha me entenderá) con la llamada fuerza de rozamiento entre los muslos.
Viajar en RER fue, por sí misma, otra experiencia reseñable por los motivos que expongo a continuación:
• La espectacular pelea de negros con la que nos encontramos, de las de voces, llamar a seguridad y quién sabe si algo más. Pronto me di cuenta de que París está llena de ellos, es más, hay barrios que son completamente suyos y, además, dato importante, en su mayoría son completamente franceses, por aquello de ser hijos de inmigrantes de tercera o cuarta generación. Eso me hizo pensar en lo que nos quejamos en España con respecto a la inmigración. Allí, entre negros, españoles, latinos y demás, hay tanta variedad racial que ya, según me explicaron, no se estila preguntar “¿De dónde eres?” sino “¿Cuáles son tus orígenes?”.
• Debido al siempre presente Factor Silvia hubo un problema con las líneas de tren. Miguel y Deborah tenían previsto hacer una determinada ruta, pero debido a dicho problema, debieron modificarla aunque, qué queréis que os diga, quedé tan encantada con el resultado final que a la larga ni me importó el percance.
Y así llegamos a París, una gran ciudad, indistinguible en sus estructuras modernas de cualquier otra gran ciudad de múltiples colores, tiendas y altos edificios. Como recordatorio de que no sólo los estadounidenses tienen vena imperialista, apareció Zara ante mis ojos. Sin embargo, no pude cumplir el reto que me encargó mi amiga Brushi – encontrar un comercio chino como los que tenemos en España-. Más tarde, cuando pregunté por el particular, Deborah me explicó que en Francia están apostando por incentivar la venta de productos franceses y la consiguiente defensa del pequeño comercio; de ahí que, directamente, han impedido la entrada a los comercios chinos.
Mientras tanto, en España les eximimos de pagar impuestos durante los cinco primeros años; por lo que conseguimos que, al cabo de los cuales, intercambien comercios entre ellos, consiguiendo que eludan pagar impuestos durante otros cinco años más.
Comimos en un kebab. No fue la primera ni la última vez que lo hice. Probablemente una de las cosas que me faltó disfrutar de Francia fue su gastronomía, pero es que estaba absolutamente prohibitiva, así que esta es una de las miles de millones de razones que tengo para volver a visitar París.
Por cierto, que del kebab viene otra imagen curiosa:
¿Sandwich o Tortillas? ¡Esa es la cuestión!
Por cierto, que en el kebab pronto nos saludó una chica latinoamericana que nos animó a sentarnos con ella ante la falta de mesas y con la que estuvimos conversando con toda la naturalidad del mundo; una escena que no me habría imaginado nunca en España.
Llevaba años en Francia por razones de estudios, y ahora buscaba trabajo. Incluso preguntó acerca de cómo comenzaron a trabajar en Eurodisney.
Cuando acabamos de comer y tras callejear un rato, llegamos a Notre Dame. No pude entrar, una pena, había una cola atroz (normal) pero ya con encontrarme ahí hacía que el viaje mereciera la pena. Alrededor de Notre Dame había una plaza, un parque y, cómo no, el Sena. Debo y Miguel se rompieron la cabeza para sacar unas fotos creando la ilusión de que ciertas ¿cabañitas? que había en el parque eran sombreritos como los de los gnomos, pero no hubo manera. ¡Si es que tenemos debilidad por las fotos absurdas!
¡Qué vamos a hacerle!
Tras la sesión de fotos, previo pago de euródromos para usar el servicio de los meódromos (homenaje a Debo, que tiene el don de decir cosas espontáneamente que a otros nos costaría pensar un rato para poder parirlas) nos acercamos al barrio latino, que no recibe ese nombre por casualidad: allí medio mundo nos entendía, aunque en realidad, como habéis leído en varias ocasiones, esa sensación me acompañó desde que llegué a París. Una vez en el barrio latino, paramos en un barecito de un señor que, si no recuerdo mal, era mexicano. Fue muy divertido que, nada más vernos, comenzara hablándonos en francés para, a continuación, interrumpirse a sí mismo y decir algo como: “¡Pero vamos a dejarnos ya de tonterías! ¡A ver si voy a olvidar mi propio idioma!”.
En serio, un encanto de tipo. Aprovechamos la ocasión para echarnos unas chelas -para los mexicanos, cervezas- unos cócteles y unas tapitas. También socializamos con la camarera, una chica rumana con mucho mundo y, en consecuencia, muchos idiomas.
Hablamos de la situación laboral de España y reflexionamos cómo eso de ser emigrante, al menos al parecer, cambia la psicología. Españoles o latinos que salen de su tierra no se comportan, ni al buscar trabajo ni al trabajar, como harían en su tierra, aceptando cosas (trabajos, condiciones, etc) que en su países de origen no habrían aceptado; pero estos no son detalles que afecten sólo al mundo hispano; según nos comentó este señor podría aplicarse exactamente lo mismo a ingleses a los que había visto trabajando en Francia o a franceses que habían emigrado a otros lugares, ya que la experiencia de emigrar altera los propios esquemas.
Después de las tapitas, nos acercamos a un puesto de gofres (¡ñam!) y disfrutamos de unos gofres de Nutella (¡ñam ñam!) mientras el verano de París amenazaba con esfumarse y comenzaba a chispear.
Fue entonces cuando, tras pensar por dónde continuar aquel día, tomamos la decisión de sumarnos a unos de esos pequeños cruceros turísticos por el Sena; la mejor decisión que podríamos tomar.
¡Pero eso ya queda para mi siguiente entrada!
¡Nos leemos!
Mucho que contar, pues 🙂
¡Besos!
¡Mucho mucho! 🙂 A eso añádele que hablo por siete 🙂
Comentario 1: me gustó el artículo, está entretenido 🙂
Comentario 2: ¡los blancos también pelean! Y los amarillos, etc., solo que una pelea entre negros debe ser mas fastuosa en términos energéticos.
Comentario 3: Ajá, eso de la localización de la comida se ve en el kebab con papas fritas 😛
¡Saludos!
Poniéndonos serios… lo que pasa es que en Francia hay mucho racismo todavía y los negros no viven como los blancos, de tal manera que los conflictos los suelen protagonizar ellos, ya sabes, desigualdad económica/social lleva a marginalidad y la marginalidad conlleva conflictos. No hace mucho tiempo (aunque sucedió antes de la famosa crisis) pudimos ver a esta gente metiéndole fuego a los coches, porque inmigrantes de tercera y cuarta generación no tienen los mismos derechos que los franceses «de toda la vida».
Aclarado esto, todas las peleas en las que priman la mala educación, gritos y golpes son espectaculares 🙂 Como dirías tú, fue muy fastuosa en términos energéticos, jajaaj… y no fue la única que vimos, eh.
Me alegra que te gustara el artículo. Es la primera vez que nos cruzamos ¿Verdad? La foto del kebab lo dice todo 😛
¡Espero seguir encontrándote por aquí! 😀
K chulo esta el viaje por el sena, aun me acuerdo de cuando fui con el cole de viaje de estudios… K recuerdos!!!
¡De las mejores cosas que hice! 😀
Esto me suena jeje que chuliguay!!! ALgún día verás a Cenicienta en su castillo!!
¡Ya queda menos! 🙂
Ay, París, para mí la gran capital más bonita del mundo. Recuerdo las colas de Notre Dame pero no para entrar en la catedral en sí, que siempre ha sido sencillo, sino para subir los más de 400 escalones que llevan a las torres, junto a las gárgolas. Es una de las vistas más bonitas de la ciudad pero llegas cansado arriba. La Ile de la Cité es una de las zonas más bonitas de la visita a PARÍS y a mí siempre me ha gustado más que el Barrio Latino, aunque éste sea el típico barrio para comer o tomar algo. Pero en el primero están la catedral, el subsuelo de la ciudad, la Conciergerie y las celdas de los presos en la Revolución (incluso María Antonieta, cuya celda se ha recreado con muñecos y todo), la bellísima Sainte Chapelle… Y la vista de la catedral es más bonita por detrás, yendo hacia la Ile de Saint Louis.
En cuanto al crucero del Sena, estoy acostumbrada a hacerlo de noche, cuando se iluminan todos los edificios. Normalmente compro los billetes de Bateaux Parisien antes de salir de Barcelona, en la Maison de la France, con un descuento por haber comprado los billetes de transporte.
Ay, qué bonitos recuerdos de París.
¡Madre mía, la de cosas que me quedaron por ver! ¡Definitivamente, tengo que volver!
Tienes el don de matarme de envidia, tía, jaajjaj
¡Un besote!
muy chulo el viaje, silvia Paris es una ciudad que me encanta aunque tambien te digo la cocina francesa para mi no es la mejor asi que la opcion Kebab ha sido muy acertada
¿Y eso por qué? ¿Muy cara? Yo me quedé con cierta curiosidad por ella 🙂
Comentario ineludible: Me parece muy acertado lo de las tiendas de chinos aunque yo lo extendería a otras muchas…
Veo que te lo has pasado de lujo mija «como te odio» en fin que el paseo por el Sena tiene que haber sido lo mas jejejejejeje
Me alegro mucho por ti Cielo!!!!
Un besazo!
Parece que te hubieras puesto de acuerdo con Hengo, cuyo comentario va a salir justo a continuación del tuyo. En él se explican cosas interesantes que yo no sabía, así que por mi parte no queda mucho más que decir, salvo que… ¡ME LO PASÉ QTC! (que te cagas) ¡aynns, qué morriña!
¡Besazo enorme, reina mora! 😀
Un pequeño comentario que no tiene mucho que ver con el viaje en sí, pero sí con el tema de la interculturalidad: no sé qué política tendrá Francia con los comercios chinos, pero para fomentar el «pequeño comercio francés» creo que habrás visto la cantidad de épicéries árabes y magrebíes que hay. En la ciudad en la que viví lo invaden absolutamente todo, y debido al tamaño son los únicos comercios que tienen derecho a abrir 7/7.
Respecto a los chinos y España, un amigo chino que estudia Comercio Internacional en Madrid me explicó que no es que no paguen impuestos, si no que España y China tienen un convenio bilateral por el cual hay ciertos impuestos que, para no pagarlos «dobles» (pagar exactamente lo mismo y por el mismo motivo a España y a China a la vez) se pagan solo en uno de los dos países. Esto tanto a los chinos que abren empresas en España como a los españoles que abran empresas en China. Tenemos convenios de doble imposición no solo con China, si no con una lista larga de países que incluyen desde a Francia hasta a Vietnam (http://www.minhap.gob.es/es-ES/Normativa%20y%20doctrina/Normativa/CDI/Paginas/CDI_Alfa.aspx)
Como ya te he dicho no tiene mucho que ver, pero mi amigo el chino está indignado con este tema y le he escuchado repetir tantas veces la misma historia que estoy empezando a hacerlo yo también.
Por lo demás, y como ya sabes, me alegro muchísimo de tu independencia y de la mejora de tu madre. Me gusta la nueva cabecera, aunque el montaje de la snitch dorada me gustaba más XD Lástima que mi manejo del photoshop es nulo, jo, si no me apuntaba a la nueva moda de tu blog XD Sigue contándonos la hitoria de tu viaje! 😀 Y muchísimas gracias por vigilar que siguiera viva durante toda la semana pasada.
Un besazo!
¡Hola, Hengo! ¿Cómo vas?
Interesante la explicación: no todos tenemos amigos chinos que nos informen. Además, parece que te hubieras puesto de acuerdo con Nieves (la chica que escribió su comentario justo antes que el tuyo) así que lo digo para que conste: como ahora estoy sin internet estas dos no se han leído, ambos comentarios han sido aprobados casi a la vez. Je.
Ahora tu explicación me deja con la duda de por qué se favorece tanto al comercio árabe sobre el chino. Tiendas árabes no te creas que vi demasiadas (supongo que todo depende de la zona por la que te muevas) pero kebabs encontré a porrillo, así que si me lo dices, te creo 🙂
Sé que te alegras por todo. De ahí que merecieras que te llamara para decírtelo. Una pena que no manejes el Photoshop, creo que me pierdo grandes montajes con tu negativa, jeje. ¿Seguro que no quieres probar?
Y claro que vigilé que siguieras viva, me interesas viva y por muchos años. Algo de cariño te he cogido a estas alturas 😛
¡Muakis, guapetona!