¡Hola a todos!
Se acabó el ocio, sí, ese ocio que nunca tuve, y volvemos al tajo, sí, ese tajo que pese a ser hondo y escarpado es deseable, porque mejor mala salud que ninguna. Al fin y al cabo, mi cuerpo trasnochador odia madrugar, pero ya ha asumido que debe hacerlo si quiere comer, así que estos días, aunque han estado plagados de madrugones crueles y de siestas matinales – siempre fiel a la tradición- detecto que ya soy capaz de reaccionar a las órdenes del despertador e, incluso, de adelantarme a él.
Eso digo ahora, en septiembre. A ver si en diciembre me lo tomo con ese entusiasmo.
Por aquello de darle un poco de orden a la redacción y partiendo de que ya sabéis algunas cosas, a destacar que casi desaparecen los monitores de Andalucía porque la Junta no paga y que pasamos de cobrar 189 euros a cobrar 170, comentaré que me incorporé el miércoles 12 y escribo esto la madrugada del viernes 21 (curioso juego de números) y que me encontré con las siguientes novedades en mi camino:
- Mi compañera del año pasado ya no trabaja conmigo. Inicialmente ella decidió no solicitarlo por la incompatibilidad de horario. Recordaréis que ella debía abandonar el puesto un cuarto de hora antes para llegar puntual a su otro empleo y que luego debía estar trabajando hasta las cuatro de la tarde, lo que le resultaba agotador. No obstante, no podemos obviar que ella reclamó su finiquito, un finiquito que al parecer no nos han pagado, y eso pudo conllevar que desde las alturas la miraran con malos ojos. Es muy significativo, según me contó ella (quedamos hace poco), que nuestro coordinador le mandara una carta muy atenta comentándole que lamentaba mucho tener que prescindir de sus servicios y alegando que esto se debía a un recorte de personal según el cual iban a respetar antes a los trabajadores más antiguos que a los contratados recientes, pero que de todos modos la tendría al tanto de las posibles vacantes entre los monitores extraescolares.
- Sabiendo esto hubo algo que me sorprendió horrores: la aparición de una compañera nueva. Y no quiero decir «nueva en el colegio» sino nueva en la empresa e incluso nueva en la profesión. Se trata de una chica de 37 años que estudió empresariales y cuya mayor experiencia trabajando con niños es haber estado dos meses de monitora de biblioteca en un colegio, es decir, atendiendo el servicio de préstamos. ¿Soy yo o esto huele a enchufe a quinientos metros? Recordad que el año pasado (aunque ya conocí otro caso de enchufe similar) se suponía que exigían, como mínimo, cualquier especialidad de magisterio. El día en que quedé con ella (cómo no, antes de trabajar juntas tocaba conocerse) le metí un poco la cucharita al respecto, manifestándole mi sorpresa de verla de monitora siendo de empresariales y su (balbuceante) respuesta fue un: «Sí, bueno, pero a mí me encantan los niños, tengo dos sobrinos… además, el coordinador me explicó que, por la bajada de sueldo, muchos de los monitores del año pasado estaban abandonando, por lo que necesitaba gente». Una cosa que no resultaría tan ilógica si no fuera por lo distinta que es al contenido de la carta que recibió mi ex compañera. Así que insisto: a la primera se la cargaron por chula y a la segunda la han metido por trifásico. Por lo demás, si el que te gusten los niños te capacita para trabajar con ellos, el que a mí me agraden los ordenadores debería facultarme para, por ejemplo, ser auxiliar administrativo ¿no?
- Más cosas sobre mi nueva compi, para que le hagáis la ficha técnica: 1. Tiene 37 años; 2. Es de un pueblo remoto de montaña; 3. Su nombre es horrible por culpa del segundo dato y me causa un auténtico sufrimiento no poder hacerlo público para que os riáis un rato, así que sólo diré que consta de cinco sílabas y acaba, como tantos otros, en «ón», aunque a mí me dio por referirme a ella como Prudencia y me parece un pseudónimo muy válido para el personaje; 4. Tiene una cualidad que me resulta tremendamente desagradable: mientras que yo, dada mi velocidad para hablar, soy capaz de expresar cuatrocientas ideas en un minuto, mi estimada compañera necesita cuatrocientos minutos para expresar una idea. Un ejemplo. Por aquello de acabar el verano de modo guay, decidí pillar un resfriado de cuatro días (pero de los de fiebre, angustia, mocos y todos los complementos) y, por tanto, tuve que medicarme y eso implicó llevar la medicación al trabajo. Al final acabé teniendo angustia y a Prudencia se le ocurrió decirme: «¿Has desayunado algo sólido? Es que cuando te tomas cosas como el Algidol o el Frenadol deberías desayunar, porque si no se te daña el estómago». Hasta aquí OK, toda la razón del mundo. Yo le proporcioné la respuesta lógica: «Lo sé, el problema es que no me dio tiempo, es lo que tiene nuestro horario». Aquí debería haber acabado el asunto, pero NO. Necesitaba sus 400 minutos para caer en un bucle infinito para comentarme de miles de modos la conveniencia, por mí sabida, de tomar algo sólido antes de consumir medicamentos. Y yo con fiebre, lo que mermaba mi capacidad de escucha. La odié. Sin más.
- Los viejos lectores os estaréis preguntando qué fue de las cerdas del comedor ¿verdad? Pues bien, el día que quedé con mi compañera, le expliqué un poco la dinámica de trabajo y me la llevé al colegio, por aquello de que reconociera el terreno, y en esas estábamos cuando, para mi sorpresa absoluta, me encuentro a las cerdas limpiando al comedor. En ese hermoso encuentro, marcado por un tonito falsamente educado y por un cruce de indirectas que no hay Prudencia que pueda entender, sólo faltaron las espadas láser para un combate espectacular, siempre tamizado, eso sí, por el «espero que las cosas vayan bien este año», lo que para ellas es que nos ocupemos del trabajo de las limpiadoras (¡ja!) y que les hagamos el pequeño favor de cederles una pequeña balda de nuestra nevera a fin de que escondan allí su comida. Sí. Escondan. Es que si Sanidad descubre que guardan la comida de ellas con la de los niños, se les cae el pelo. Y fijaos en esto: yo acepté. En el fondo quiero concordia. Acepté, pero se me quitaron las ganas de aceptar cuando, justo después de haberme sacado este pequeño compromiso, una de las cerdas me desafió con un «Por cierto, el curso pasado se me olvidó comentarte algo». «¿De qué se trata?». «¿Recuerdas el estropajo que estaba junto al fregadero, el que usabas para lavar los platos?». «Sí, claro ¿cómo no voy a acordarme?». «Pues bien… como te había comentado, debimos retirar todos los productos de limpieza para evitar problemas con nuestros jefes, nada personal… ese era el estropajo con el que limpiábamos la basura«. Obvio, las increpé, preguntándoles cómo pudo ser posible semejante omisión y la respuesta que obtuve fue un: «Es que con más de cien niños aquí tenemos mucho trabajo». Ya, claro. Lo que viene a ser como decirme que no se produjo una intoxicación de milagro y da bastante qué pensar. ¿Querrían complicarnos deliberadamente en un caso de intoxicación? (sin darse cuenta de que, aunque los niños usan sus propias tazas, vasos y platos son comunes y les pudo haber afectado) ¿O será que me mintieron para que denunciara esto y luego me puedan acusar de querer perjudicarlas? Advierto algo: lo denunciaré, pero de forma extraoficial, a modo de toque al director… y no antes de haber firmado el contrato. Ni lo dudéis… ¡la guerra continúa!
- El factor Silvia es tan persistente en jorobar como las cerdas del comedor. Os explico. A principio de curso se dan a los monitores una serie de objetos: un chaleco, una tarjeta con el nombre del monitor, un teléfono móvil (cuya inutilidad quedó manifiesta el curso pasado) y un paraguas. El chaleco y el paraguas forman parte del uniforme. Si por casualidad, una mañanita un inspector desayunara un Red Bull con cereales y se le ocurriera inspeccionar a la pulga que menos le pica, es decir, mi gremio, podría suceder que por la falta de la tarjeta y del chaleco le cayera a la empresa un multón. Por si no lo recordáis, la tarjeta con el nombre desapareció de modo misterioso el curso pasado, así que me tocaba volver a pedirla este curso. La putada es que además… ¡me ha desaparecido el chaleco! Se perdió el mismo día que me lo dio mi jefe (por cierto, me dio el inventario entero a mí, lo mío y lo de la compi) en casa de mis padres. Sólo sé que puse todo encima de la mesa de la sala de estar, justo para no perderlo, y de pronto los chaleco no estaban ahí. Después de una frenética búsqueda por toda la casa, el chaleco de mi compañera apareció tirado sobre la caseta del gato y del mío… nunca más se supo. Y ahí sigue, en paradero desconocido, y yo con miedo (aunque parezca absurdo) a plantear su pérdida porque ya voy a quedar como «la que pierde cosas» y no está el tema para ganar mala fama por nada… ¡malditos duendes!
- Este miércoles hubo una reunión. No era la clásica de principios de curso para poner a los nuevos al día. Su idea era informarnos de la crisis económica de la empresa, la razón de la bajada de sueldos, nuestro abandono del convenio colectivo (algo que aceptamos con un papel que se debió firmar antes de empezar) y elegir a una comisión de tres personas que deberán representar a los trabajadores en una ¿negociación? muy dudosa con los jefes. Para que os hagáis una idea de lo suavita que fue, baste comentar que duró tres horas y que en ella se produjo un episodio en el cual uno de los compañeros se encaró con la comisión elegida acusándolas de que hacían el paripé para la empresa, porque en ciertos foros a los que él tiene acceso ya se sabía quiénes iban a ser las personas elegidas. También se quejó de no haber sido informado de la situación hasta ese momento y se puso a proponer imposibles, como que el sueldo vuelva a subir una vez que pague la Junta y, a ser posible, que cuando se saneen las cuentas, nos paguen los atrasos de lo que la empresa nos debería. Soñar es gratis. Sólo hay que recordar que la Junta lleva sin pagar desde enero, que prometió que pagaría en tres meses, que prometer y pagar no es lo mismo, que aunque pague no pagará todo lo que debe de golpe, que las deudas de la empresa crean intereses y que se ha hundido ya una de las empresas de Almería del mismo sector. Además, el coordinador nos dejó caer este comentario: «Mirad, esto lo hacemos porque somos legales, otras empresas se limitarían a bajar los sueldos y punto». ¿Es o no es elocuente? Yo me limité a poner cara de tonta y a hacer una pequeña intervención apelando a que ya no se nos iban a ocurrir más cosas para sugerirle a la comisión y que estaría bien que dejaran de discutir y establecieran un modo de funcionar. Lo mejor es que me respondieron «Tienes razón» y siguieron discutiendo. Coherencia al poder. Y pst, dos chismes: 1. Mi contrato es de obra y servicio, pero he descubierto que hay personas con contrato de fijo-discontinuo, es decir, gente a la que hay que indemnizar si se la echa y 2. El chico que se encaró con la comisión realmente no sabía lo de la bajada de sueldo, reconocido en privado por mi coordinador, y en palabras de este «tiene intereses personales en boicotear, porque está en juicio contra la empresa». A mi ex compi no la llamaron por menos, pero claro: tiene toda la pinta de ser fijo. Si no, no se explica que no le hayan dado ya la patada en el culo.
- En esta situación, mejor ni preguntar cuándo nos llegarán los recursos. Cuando Prudencia, haciendo gala de mote, se puso a preguntar por el asunto en plena reunión, sólo obtuvo como respuesta un: «¡anda ya! ¡pero si en ese colegio tenéis de todo!». Lo cual huele a otro año de tocarse las narices a dos manos con los niños ante la imposibilidad de hacer otra cosa.
Como veis, empezamos fuerte. Sólo queda incrustar la banda sonora con la que ya es costumbre abrir y cerrar esta sección…¡mi himno!
¡Hasta prontito!
Si que es fuerte, hija. Lo de las guarras del comedor tiene guasa y a la vez no me hace ni puta gracia. Que su trabajo sea el de limpiar y se dediquen a joder ya tiene tela. Pero que sus tonterías puedan afectar a la salud de los niños me parece algo monstruoso. Por supuesto no me olvido de vuestro bienestar que también se pudo ver afectado por culpa de ese estropajo. ¡Marranas! Yo le cojo y le tiro la comida que guarden en la nevera. Que luego pregunten donde fué a parar…es que hay tantos niños, ¿cómo voy a saberlo si no tengo tiempo material? Sigue adelante con esa intención de al menos comentarlo en dirección. Que esté avisado nunca estará de más. En lo referente a la reunión, pues que quieres que te diga, más mierda en el plato para comer. Olvidaste mencionar lo de las petardas de primera fila ofreciéndose com representantes (¿o estoy haciendo spoiler del siguiente capítulo? No fuí yo, fué Bob Spoiler!) Lo dejo aquí porque lo siguiente lo censurarías con toda la seguridad. Un beso y abrazos!
mucha suerte silvia y tranqui la junta pagara ya han pedido el rescate jijijijiji, en fin animo y tranqui con la pruden que seguro que luego es una buena aliada, espero que este año la guerra aula comedor caiga de tu lado, en fin te ire leyendo que al menos estas cosas alegran a uno el dia jijiji
¡Y ahí seguiremos! ¡Adelante mis valientes!
Gracias por los ánimos, Jairo. ¡Muaks!
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