Hola a todos. Una vez más, he seguido con muchísimos líos en mi vida, por lo que sigo teniendo el blog medio abandonado. Por ello también estoy tardando en dar de alta a los comentarios que me llegan y más aún en contestarlos, pero sigo ahí, los sigo autorizando y los sigo respondiendo, aunque más despacio.
Debo agradecer muchísimo que a pesar de la parsimonia con la que me estoy tomando la escritura este año, todavía me encuentre con alegrías como las 122 visitas que tuve ayer y el día anterior. Estamos hablando de 122 personas que entraron a leer cuando hace una barbaridad de días que no actualizo. Puedo sentirme orgullosa de contar con un público fiel y doy las gracias por ello. Al fin y al cabo, es por vosotros por quienes saco fuerzas para seguir escribiendo, pues en estos momentos de mi vida sería muy fácil renunciar a ello si no contara con esa motivación.
Aunque en el título he hecho referencia a que lo que tenéis a continuación es un capítulo de mis historias en el aula matinal (y así será) no tengo más remedio que informaros de algunos acontecimientos que están influyendo en mi presente.
Esos acontecimientos son los siguientes:
1. Estoy en pleno conflicto legal contra mi padre por motivos de herencia (y alguna otra cuestión en la que prefiero no entrar). No podéis imaginar la energía que he gastado en el mes de enero simplemente en ir resolviendo papeleo. Estos temas son muy duros y es necesario mantener cierta discreción sobre ellos, así que no daré detalles de esto en el blog. Lo comento sólo por dar otra razón que se suma a las anteriores que ya había para justificar mi inactividad.
2. Vuelvo a mudarme. No puedo por menos que dar las gracias a mi aún compi de piso porque sé, como le dije en persona, que le debo mucho a varios niveles… pero he descubierto que no es lo mismo apreciar a alguien que ser compatible en la convivencia y eso hace necesario que corra un poco el aire entre nosotros. No obstante, sabe que puede contar conmigo para lo que quiera y que, si necesita algo de mí, estaré ahí.
Mudarme en mi situación económica es verdaderamente difícil. Nadie firma un contrato de alquiler a alguien en mi situación económica. Ni siquiera se lo firman a mi hermana, y eso que cobra una pensión de orfandad que le garantiza cierta seguridad en los próximos tres años. Por suerte, a través de contactos, hemos encontrado una casera que ha decidido fiarse de nosotras.
Como contraprestación, resulta que ahora viviré más lejos del trabajo (y ya sabéis lo que implica, considerando que debo estar trabajando a las 7.30 de la mañana). Va a ser todavía más difícil eso de madrugar y no morir, aunque mi nueva compañera de piso se ha ofrecido a acercarme con el coche de paso que va a hacer otras gestiones. Sin embargo, esto no se va a dar inmediatamente, porque esta chica sufrió un accidente de coche y necesitará al menos un mes para rehabilitarse.
Además, otro conocido ha ofrecido su ayuda, aunque claro, eso va a conllevar darle algo aunque sea en concepto de esfuerzo y gasolina, pero quiero ver si hay posibilidad de ir en autobús o de conseguirme una bicicleta, porque no quiero depender de terceros. De hecho, una de las pocas cosas útiles que aprendí de mi padre fue el siguiente dicho: «Quien deja su suerte en las manos de un tercero es un solemne majadero».
Este dicho rige y no sabéis hasta qué punto mi modo de comportarme actual. Debo evitar depender de los demás, aunque sé que en ciertos momentos es inevitable, pero en lo que esté en mi mano, me niego a dar poder a otros sobre mi vida y si veo que alguien intenta ejercer contra mí ese poder, salgo huyendo, porque nunca se sabe si quien hoy es amigo mañana va a ser enemigo, que la vida es muy puta.
Y ahora, hablemos del aula matinal.
La verdad, este año mola menos escribir sobre ella. Debo decir que echo profundamente de menos las guarradas que me hacían las del comedor, porque era divertido contarlas. En esta ocasión está todo en calma, como una balsa de aceite. Lo más grave que nos ha ocurrido al respecto es que nos quitaron uno de los balones, pero como el Señor es Misericordioso, a los pocos días encontramos un balón estupendo en el patio que no pertenecía a nadie, así que nos lo quedamos nosotros. Total, para todas esas veces que nos encontramos prendas de ropa, peluches rotos o, directamente, vasos de cubalitro rotos, o las cucharillas que aparecieron misteriosamente el curso pasado, está bien que de pronto aparezca algo que sea útil.
Seguimos sin cumplir la programación, pero eso ya no es ninguna novedad. No obstante, de vez en cuando metemos actividades inusuales, que entran estupendamente en la categoría de «juegos tradicionales» de nuestra programación, como el clásico «juego de las películas» en el que los jugadores tienen que representar escenas de películas, o el clásico «hundir la flota» en una versión casera que nos hemos montado en plan casero. Todo consiste en hacer una plantilla, fotocopiarla y luego colocar a lápiz nuestros barquitos y los del enemigo según le vayamos «bombardeando».
Por cierto, insisto en el truco que os di en una entrada anterior. Los niños de hoy, no sé por qué, tienen siempre el «no» en la boca aunque les estés proponiendo un juego, ya ni os digo lo que pasa cuando se le propone una actividad que les suene a académica (relacionada con leer o escribir). El truco no está ni en ordenar (saben que un monitor, a diferencia de un profesor, no tiene poder) que obedezcan ni en dejar que hagan lo que les dé la gana, sino en ignorarles… y dedicarme a hacer aquello que les quiero proponer sin proponérselo, para que se les despierte el interés (les dé envidia) y ellos mismos, por voluntad propia, te pregunten cómo se hace y te pidan permiso para sumarse a la actividad.
Si os interesa, saco foto de la plantilla del juego de los barquitos y la comparto la próxima vez que escriba, que este juego vale su dinero en su vertiente comercial cuando es extremadamente sencillo de hacer de modo artesanal.
Con la compañera las cosas van un poco mejor, sobre todo desde que ha descubierto que para examinarse de alemán o que para ir temprano al colegio concertado en el que colabora, es necesario estar a buenas conmigo para que la deje escaparse antes de hora, así que ya no me agobia tanto si un día me retraso o le pido algún favor de naturaleza similar.
Lo que no sé es si se quedará o no. Creo que os comenté que esta chica fue contratada sólo para tres meses por aquello de esperar si regresaba o no regresaba nuestra Prudencia.
Ahora bien, os engaño si os digo que nunca pasa nada divertido. Hace unos días tuvimos unos problemas fenomenales con las llaves. Resulta que para pasar accedemos a través del patio de primaria por una puerta de hierro y ya, desde ahí, abrimos el aula matinal.
Esta puerta siempre dio problemas, pero podíamos abrirla. Sin embargo, hubo un día que no. Ni Cecilia, ni yo, ni los padres de buena voluntad que se iban apegotonando junto a la puerta. Mientras tanto, el tiempo pasaba y los niños aumentaban. Probamos a llamar al timbre del colegio por si la conserje nos oía, también llamamos al teléfono del centro (misma razón) e, incluso, a nuestro jefe. También intentamos cosas más rudimentarias, como intentar despertar a la conserje a voces, pero no funcionó. Al final, 50 minutos después, justo cuando ya había avisado a un cerrajero, conseguimos que la conserje nos oyera y nos abriera la puerta.
Tras este episodio, permitieron que copiáramos la llave que permite acceder a través del patio de infantil, ya que por lo visto arreglar esa puerta es misión imposible, pues un cerrajero no basta, sería misión de un herrero y eso es mucho más aparatoso.
No sabéis la de cosas que se planteaba una en esta situación. Como me tocó la parte más llevadera (estar yendo y viniendo, por el tema de hacer llamadas) no me tocó preocuparme por eso, pero el papelón que le tocó a mi compi, de estar con los niños en la calle esperando el resultado de mis intentos, no se lo deseo a nadie.
Yo, la verdad, en su lugar, hubiera pedido permiso al de la churrería para meter a los niños en su negocio mientras se arreglaba lo de la puerta. Al fin y al cabo, me conoce desde el curso pasado (desde que mi ex alumno robaba a su padre para comprar churros) y cada vez que he andado falta de cualquier cosa para los desayunos (como cuchillos, cucharas o vasos en esos días en los que la puerta del aula no se abre y me ha tocado estar en la biblioteca) he ido a él a pedírselos.
La biblioteca. Ese lugar conflictivo porque tiene una pizarra, está llena de libros y, sin embargo, no debo entrar porque se activa una alarma que no se puede desactivar desde la misma biblioteca, por lo que empieza a sonar dentro del centro hasta que llega la conserje y la desactiva; por lo que sólo nos metemos por imperativo circunstancial cuando la puerta del aula matinal se niega a abrirse.
Desde que llegó mi nueva compañera, esto sólo ha ocurrido una vez (y a lo mejor, desde que comenzó el curso, habrá pasado dos o tres veces) y, aunque en principio es una faena enorme porque sabemos que si entramos nos regañarán y porque ahí no hay material para dar desayunos, por lo que toca pedírselos al de la churrería, debo decir que pocas veces me he divertido tanto en mi trabajo como durante ese día. Y es que ese día uno de los niños hizo casualmente un hallazo impresionante, pero como una imagen vale más que mil palabras y en estas ocasiones una siempre saca fotos, adjunto las imágenes que constituyen el plato fuerte de hoy:
De verdad, los hombres son muy ocurrentes. No se les ocurre mejor forma de estar cerca de una mujer que ponérseles encima y meterles el pene dentro de la vagina. Por supuesto, ellas se dejan, nadie se plantea si les apetece o les deja de apetecer, porque eso se hace meramente como aproximación física ya que ellos las quieren mucho.
Por si no os quedó clara la posición, adjunto otra imagen:
Fieles al «Misionero Style», que como se explica, es la única manera posible de hacer las cosas… ¿o alguien lo dudaba?
Lo de los corazones por encima de sus cabezas mola, eh.
Y si este punto no os parece lo suficientemente didáctico, no os perdáis la lección de anatomía:
Fijaos en un detalle muy curioso. Al hombre se le ven aquí hasta los granillos del culo, no se puede decir que salga muy favorecido y menos con un espejo tan mal colocado. Sin embargo, después de esta imagen que pretende ser reveladora, seguimos albergando dudas acerca de qué es eso que esconde la mujer entre las piernas. Lo único relevante del caso es saber que tiene tetas y, eso sí, hay que reconocer que estas tetas son bastante más realistas que las que aparecen últimamente en las revistas eróticas masculinas. Si son grandes, se caen, es una ley y hay que joderse… y si no se caen es que son chicas, con lo cual hay que joderse también.
En la pésima distribución del baño me ahorraré entrar, porque si no, no acabamos la entrada hasta dentro de tres días.
¿De dónde proceden estas imágenes truculentas? Pues de un libro de Educación Sexual destinado a los escolares que estudiaban en el año 1973. Es impactante pensar que era ese el material con el que trabajaban sólo diez años antes de que naciera yo. La sociedad ha cambiado mucho más rápido de lo que imaginamos, para lo positivo y para lo negativo, que no todos los cambios son necesariamente buenos, pues no puedo por menos que recordar aquel «diálogo de niños» que apareció en una revista:
– ¡Eh! ¡He encontrado un condón en un parque!
– ¿Y qué es un parque?»
Hasta aquí por hoy. Os mando un fuerte abrazo a todos, gracias por seguir ahí. Espero que, aunque publique poco, os sigan agradando mis entradas.
¡Nos leemos!
Ja,ja…con lo enterado que están éstos ahora de todo. En cambio, si eso está ahí desde el 73, ese colegio era super moderno porque yo soy del 65 y si en mi colegio nos hubieran enseñado algo así, no veas la que hubieran liado los padres de entonces.
¿Y ese erotismo del barquito?..ja,ja,ja
Besos, Silvia y que los cambios de tu vida sean para mejor.
El erotismo del barquito sólo puede ser superado por el erotismo del patito de goma.
Tendrás razón, esa temática era muy fuerte para el 73, pero lo vemos ahora y nos reímos, no sólo nosotros, hasta los niños, que están más que espabilados.
Gracias por tus buenos deseos y suerte en tu andadura literaria 😉 que aunque ande medio aislada de la vida pública, sé que estás en trámites de publicar 😀
vaya libros la verdad en fin animo con tu mudanza ya me conto algo stefi.
Ya hemos realizado el 95% de la mudanza. Mi hermana ya duerme en la otra casa con el gato y la cobaya y yo estoy en mi futura ex casa (qué raro suena) con Luismi viendo la tele.
pues te reirás un rato pero ese libro lo recuerdo perfectamente de la biblioteca de mi colegio en las clases de educación sexual…menos mal que nuestro maestro era un «hippie melenas» y aclaraba nuestras dudas…que si ha de ser por el librito de marras…XDD
Seguro que ese libro, desde una óptica «hippie» gana bastante xD
Jajajaja, enséñanos más páginas de ese libro, vale su peso en oro!!!!
La verdad es que sí xD Si hay más oportunidades, pillaré más páginas, porque se aprende un montón 😀
Será que soy de pueblo y a los pueblos la educación sexual de los años 70 llegaría ya muy metidos en los 80 porque nunca dimos esa asignatura y no sabes cómo me he reído viendo las imágenes ¡Y el texto! no tiene desperdicio. Yo también quiero ver más de ese libro que me perteneció en parte un día y se me negó aunque imaginando a mis compañeros vaqueros de aquellos días (no imaginar a vaqueros texanos buenorros con pose chula y sensual ) con ese libro entre las manos ¡Qué destrozo madre mía! jajaja
Pasando al tema culinario, me alegra mucho que poco a poco vayas comiendo mejor, la cocina es una tarea que hay que echarle tiempo y ese no lo tienes.
Me alegro mucho de que hayas escrito otra vez.
Un beso muy grande.
Fíjate, Lola, que no tenía ni idea de que fueras de pueblo de monte. Supongo que estas cosas dependían de ser de pueblo o de ciudad y también de quién gobernara la CCAA y la provincia en la que estuvieras.
Sólo necesito una excusa para volver a entrar en la Biblioteca y buscar esa obra maestra.
Y pensar que cuando hice las prácticas de magisterio mis alumnos de 6º ya leían la Interviú y mis alumnas la Superpop…
En cuanto a la cocina, me encuentro en el siguiente nivel:
– Pasta: Sólo sé hacer espaguetis a la boloñesa. Todo es ir viendo otras cosas que puedo echar a los espaguetis.
– Arroz: Este se ha prestado a mil batallas, lo he mezclado con revueltos de verduras, con diversas especias y ya, lo último, un día con plátano frito.
– Nota sobre el plátano frito: probé a echar miel a la sartén y moló, no sé si sirvió de algo, pero moló. Cuando estoy sola, sin que nadie me vigile, hago muchas estupideces.
– Sofritos: Un día se me acabó el tomate frito y, a falta de él, eché mano del ketchup. Nadie se dio cuenta. Supongo que el resultado es igual pero con más tralla. Y ayer lo que no tenía era carne (ni picada ni la de salchichas, que alguna vez he echado) así que probé a echar chorizo y, oye, que el chorizo frito está muy bueno. Luego me enteré que hacer chorizos fritos con vino blanco es una receta del norte de España así que, aunque no sea nada light, voy a tener que probar.
– Huevos fritos (Huevovnis): Debo seguir practicando. E incluso, si le echo valor, atreverme con la tortilla, que te reirás, pero me impone, sospecho que no es tan sencilla como la pintan.
– Nota: En realidad mi mayor aberración no fueron los huevovnis, sino las letras con sopa. Intenté hacer sopa de letras y debí joderla con la proporción. De todos modos, no dejaba de ser pasta con caldo (que, por alguna razón me recordaba al rammen) y, si yo lo destrozo, yo me lo como. Esa es mi política.
– Puré de patatas: Mola echarles quesito (último descubrimiento). Lo tengo bastante pillado, aunque la última vez la volví a jorobar con las proporciones, aunque ya he captado que si me paso con la leche, toca echarle más puré concentrado (ni sueñes con que lo haga ya con patatas auténticas).
– Las costillas a la cerveza: Se puede decir que sólo las hice una vez y con ayuda. La próxima las tendré que hacer solita, pero antes quiero probar otra receta que me dio mi chico (pescado en salsa verde) para ver qué tal sale el experimento. Tengo todos los ingredientes para eso congelados desde hace una semana y, como sabes, lo que me falta es tiempo para practicar, así que llevo una racha en la que sólo experimento los fines de semana. Poco a poco, en realidad no llevo demasiado haciendo intentos.
– Diversos elementos precocinados al vapor: Sobre todo el brócoli (es una rareza, pero se trata de una de las verduras que más me gustan). Pillo una bolsa congelada, descongelo al microondas con un plato puesto sobre el otro plato, creando así una especie de efecto invernadero que hace que las cosas se preparen al vapor. Luego le echo limón y eso se puede comer.
Así que te puedes reír un rato, pero igual en tres o cuatro meses ya cocino a nivel superviviente. Si te das cuenta, comencé en diciembre y tampoco es que le dedique todos los días.
En fin, una vez que he confesado mis crímenes, voy cerrando la respuesta. Gracias por estar ahí. Un beso enorme.
Jajaja, no, de pueblo de monte no, de pueblo de tan solo a 10 km de Sevilla capital, el pueblo tal vez más llano de toda la comarca, pero en aquellos tiempos (los 80) no era el más avanzado. Ahora vivo en la barriada de mi pueblo que es mucho más grande que el propio pueblo, tenemos un total de creo que ya más de 40.000 habitantes,
Y de tus hazanas en la cocina no me río, sino de cómo las cuentas, es divertido leer cómo comenzamos todos, yo incuída, así que no desesperes, todo es cuestión de práctica, no hay más, bueno si, las ganas también influyen y el tiempo que tengamos como ya hemos dicho.
Bestios guapa.