A continuación una desagradable experiencia de un amigo, que me ha pedido que la comparta en este blog. A ver qué os parece.
Alegrías y penurias de un profe de particularess:
Hola, amigos. Os voy a contar lo que me sucedió el Jueves 17 de Julio de 2.014 en una de mis rutinarias clases particulares a domicilio para que veáis cómo es nuestra realidad diaria, y hasta que punto estamos totalmente desprotegidos ante los usos y abusos de nuestra clientela.
Hace una semana me contactó de alguno de mis anuncios en el espacio virtual un chico que me llamó al móvil, que me hablaba de usted y con voz hosca y un tonillo que me sugirió algo de prepotencia para concertar para éste miércoles una clase de francés de 2 horas. Le dije que me pillaba lejos, que era necesario desplazarme en coche y le dije que sería 20 euros la hora de precio final. Le pareció bién y quedó en mandarme una foto con el movil del programita este google earth o google maps para que localizara su casa. Me pareció extraño, pues aunque te envíen una foto así de un chalet, en la zona de españa donde vivo yo existe el fenómeno del mushrooming (es decir, proliferación como champiñones de casas donde antes había algunos restos de naturaleza, para solaz de algún guiri con pasta caprichoso y perjuicio nuestro), hablo del mushrooming pues en una urbanización a 20 kms lo menos de mi domicilio y sin referencias reales es muy difícil conseguir llegar entre tanta casa a una concreta, y menos si no has estado allí nunca. Tomé un supermercado que opera a escala nacional como referencia y ayer, cuando me llamó para cancelar la cita que teníamos, le recordé que si no le importaba estuviera en dicho supermercado 15 minutos antes de la clase para yo seguirle con mi coche y coscarme de cómo llegar a su casa y me dijo que no era fácil, pero no obstante accedió.
Hoy me apareció en un coche descapotable conducido por su progenitora o su abuela (por la edad podría ser perfectamente la abuela) y cuando le dí la mano al chico (que parecía sacado de uno de los cachorros de «Sensación de vivir») con su pelo en forma de cuña de queso y cara ateutonada de niño bien, saludé como persona educada que soy y humana a dicha señora, a lo cual esta no quitó la vista del volante ignorando mi saludo. Ya me fui dando cuenta de la clase de personas con las que iba a tratar con estos pequeños detalles preliminares. En fin, yo les seguí, y a esto que al llegar a la casa entro y me siento en la mesa y mientras el chico viene la vieja se dedica a hacerme un interrogatorio que ni Hitler habría ordenado en su sueño más salvaje.
Que si yo trabajaba en un colegio, que si yo sabia francés (pregunta estúpida por ende pues todo ya lo había hablado previamente con el cachorro), que si yo podía ayudar a su hijo, el colmo de la estolidez vino con el comentario de si yo era español. Me dió ganas de decirle: «Señora, aunque yo fuera moro si domino una lengua la domino, no necesito haber trabajado en ningún colegio y suena a prejuicio que me lo podría tomar hasta por racismo. Señora igual que usted se meció con música de Wagner y jaleó a Angela Merkel yo soy hijo del Cid por parte de padre y de Doña Jimena por parte de padre, en todo caso soy 100% español, cosa que usted no es , pues tiene la poca educación de sabiendo hablar español hablar delante mía con su hijo o nieto en alemán para putearme y que yo no me cosque.»
Bueno, para zanjar el interrogatorio un poco le solté la retahila de que yo tenia el Delf b2 de la Alianza Francesa, Titulo también b2 superior de Francés de la Escuela Oficial de Idiomas (para los metidos en el ajo, se la conoce como EOI) y sin olvidar mi estancia de 2 semanas en el sur de Francía en la bella Montpellier completamente solo hace 2 años. Yo sé, por la cara de empaná que me puso que esta señora no sabía de qué la estaba hablando pero se permitió la desfachatez como os digo de hacerme el tercer grado, eso sí, sin ponerme el flexo de luz sobre los ojos pues había bastante luz solar aún.
Una vez empezada la clase vi que el chico me hablaba de usted pero no en plan educado, sino con arrogancia, mostrándose impaciente y molesto, y cuestionándome las explicaciones que le daba y cortándome constantemente.
Hubo un momento en que le tuve que decir que no me llamara de usted que yo me llamaba Carlos (el colega sabía cómo me llamaba yo).
Terminé de explicarle este asunto gramatical tan espinoso y arduo (el cuándo utilizar que o qui en frases interrogativas), y ya habiamos pasado 30 minutos justo de clase. En ese momento empecé a explicarle otra de las dudas que tenía sobre gramática y que me habia mencionado al iniciar la clase cuando me cortó de nuevo diciendome: «ya he resuelto la duda que tenía, han pasado 30 minutos, ¿cuánto te debo?»
Mi primera reacción fue de asombro e incredulidad, pues el chico me había dicho telefónicamente que la clase duraría 2 horas, tiempo suficiente para que mi esfuerzo en desplazarme me compensara, y maquinalmente le dije hice el cálculo exacto y real, si eran 20 euros la hora, pues sería 10 euros y eso le respondí.
Pero luego, reaccioné rapido en mi defensa y le espeté_ «Mira esto no es serio, estoy alucinado, tu me dijiste que iban a ser 2 horas por teléfono y ahora me dices de pagarme por 30 minutos».
El chico saltó rápido diciéndo en su defensa que él no me había dicho que ibamos a dar 2 horas, cosa falsa a más no poder pues por teléfono me dijo que quería 2 horas como ya mencioné antes.
No me dejé avasallar respondiéndole que eso no era cierto y que me diera 20 euros ya que me había dejado tirado y con 10 euros no tenía yo ni para pagar la gasolina de ir y volver pues yo vivía lejísimos, a lo que él erre que erre seguía escudándose en que no me había dicho ninguna duración de la clase.
El caso es que me debió ver tan seguro en mi defensa y en que yo no iba a dar mi brazo a torcer que fue a la cocina y nuevamente en alemán (para que yo no me coscara de nada) le dijo a su madre/abuela que le diera más pasta, 20 euros en vez de 10, a lo que ella accedió sin rechistar.
Justo antes de salir de la casa de esta gente adinerada pero paradójicamente tacaña y pesetera le dije al chico que lo sentía pero que yo no iba a volver a darle clase, y que yo era un profesional.
Y me fui con un buen cabreo pero al menos aliviado de que me hubiera pagado 1 de las 2 horas que me había solicitado en un primer momento.
Como véis este tipo de situaciones es el pan nuestro de cada día entre los maestros que no trabajamos aún como docentes en colegios o institutos y que tenemos que sobrevivir con estos trabajitos u otros totalmente ajenos al tema educativo (en mi caso lo hago con clases de tenis de fin de semana durante todo el año, siendo profesor titulado en ello y trabajando de oficinista en un cole público de mi localidad marbellí donde curiosamente fui alumno de niño durante un curso escolar).
Cuando me suceden situaciones laborales tan desagradables como estas veo lo desprotegidos que los profes de particulares estamos, no hay una regulación del sector, hay intrusismo de muchas personas que las dan sin ningún tipo de preparación y sobre todo me doy cuenta de que cuando vas a domicilio estás especialmente desvalido ante una clientela que te puede salir por donde menos lo esperas y que se las dan de listillos en muchos casos, menospreciando nuestro trabajo y creyendo que porque alguien se anuncie por internet tiene que poner precios tirados o es peor profesional que quienes no lo hacen. A mi me han llegado a decir a la cara que lo que cobro por hora «es muy caro», como si la educación fuera como comprar un kilo de queso que da igual que sea de García Vaquero que Hacendado. Vamos a ver señores, yo y otros compañeros y compañeras hemos dejado mucho de nuestra capacidad en las aulas de magisterio estudiando, formándonos, sacándonos titulación en idiomas, talleres, cursos sin fin que nos respalda y nos hace merecedores del mayor de los respetos, no podemos tolerar que adolescentes por hacer de canguros o señoras por limpiar una casa cobren más que licenciados, masters, doctorandos o diplomados con mucha experiencia.
Y lo peor que esta situación sigue ocurriendo, y se da todos los días, que si nosotros los profes particulares tuviéramos marcado un estipendio por hora mínimo y digno estas cosas quizá no sucederían, aunque también echo culpa de esta situación a esos profesores que revientan el tema con precios tipo 5 euros la hora con los que no se puede competir.
Hago esta reflexión y a veces no puedo evitar pensar: «He aprobado las oposiciones en 2011 de Inglés Primaria en Andalucía, he tenido supermala suerte en la bolsa pues esta estancada desde entonces, y para colmo estando en Diciembre a huevo que me llamaran de interino no se dió el milagro. Ahora es el momento de que lo hagan y quitarme los marrones y malos tragos que me ocurren dando particulares a domicilio donde ni aprecian nuestro esfuerzo ni respetan a las personas. Pero parece que tendré que seguir esperando, bueno un saludo y gracias a mi amiga y compi Silvia por dejar que me cuele en vuestro mundo virtual y compartir estas experiencias. Un abrazo
Si quieres pasame su direccion completa y yo me encargo…
Son situaciones estas que sacan de quicio, como bien dices si el sector estuviese regulado no se darian tales casos tan comunnmente
Tienes razón Jairo, regulando el tema ganaríamos todos, la seguridad social, hacienda, tendríamos el respaldo de seguros de accidente cuando nos desplazamos en vehículo itinerit a casa del cliente y muchas otras cosas que ahora no recuerdo. Yo lo que sé es que cuando un país es pobre aflora la economía sumergida (España tenemos un triste índice de más del 30%) y si queremos ser un país avanzado y moderno cosas así tienen que dejar de pasar. Yo llevo años dando particulares durante todo el año a algunos alumnos, pero especialmente en verano me suelen salir más clases por las recuperaciones y tal. Pues lo cierto es que ni yo ni el resto de profesores de mi gremio somos malos, al contrario, nos preparamos las clases, le echamos tiempo buscando material pues muchas veces los alumnos son incapaces de seguir un libro de texto o no tienen nivel para hacerlo, etc.; ya no se trata sólo de tener un respaldo que nos de cierta protección a la hora de trabajar, sino de que también los clientes (que suelen ser los padres de los alumnos) nos valoren como se debe pagándonos el importe que nos merecemos pro las clases. ¡Gracias por tu comentario Jairo!