Viaje a Londres (CAP I)


¡Hola a todos!

Sé que antes de este viaje os debo otro: el viaje a Lisboa. No fui rápida al escribirlo y ahora no podría contarlo con el mismo nivel de detalle, por lo que no cometeré el mismo error y paso a compartir con vosotros el que probablemente sea uno de los viajes más impactantes de mi vida, probablemente el más impactante.

Llegada: Jueves 18/09/2014.

Llegar. Llegar no es un proceso nada fácil. Pasa por levantarse tempranito, coger un tren desde Alcorcón hasta la T4 (1 hora), pillar luego un autobús desde la T4 a la T1 para comerse luego todas las colas del mundo (qué soez queda esto) y luego disfrutar de los retrasos. Sí, en plural. Porque vale que el avión tardó 15 minutos en llegar con respecto a la hora prevista, pero, una vez dentro del avión, pudimos pasarnos como 45 minutos dando vueltas dentro del avión mientras el piloto buscaba pista o se rascaba un pie, no lo tengo muy claro.

Al menos morir de ansiedad en ese avión que no salía sirvió de excusa maravillosa para tomar una «nutella and go» – lo que viene siendo un minibote de nutella con palitos para mojar- y sentirme una gorda física y mental, una gorda realizada.

Una vez que llegamos… tampoco llegamos, porque el aeropuerto de Stansted no tiene una ubicación precisamente céntrica, por lo que debíamos elegir entre ir en los buses urbanos (se tarda infinito), el tren (es una  clavada) o usar el Terravisión (autobús, más barato que el tren, más caro que los urbanos, y que tarda un tiempo razonable).

Como en el término medio está la virtud, fuimos en autobús, que de lo malo nos dejaba en la estación de Victoria, muy cerca de nuestro alojamiento (sí, Noel estuvo agudo y encontramos un alojamiento en el mismo centro).

Por cierto, el alojamiento (Holly House) estaba estupendo dado el estándar que hay fuera de España, es decir:

  • Wifi gratis.
  • Televisión (yo no entendía una mierda, pero podía ver la BBC, y eso me permite practicar el noble arte del postureo en este momento).
  • Situado en el mismo centro de Londres.
  • 70 libras la noche incluyendo un dormitorio para dos y con el desayuno incluido.
  • Cuarto de baño compartido, pero casi nunca se coincide con nadie.
  • Nevera y lavabo dentro de la habitación.
  • Dan toallas y pastillas de jabón para asearse (poco común).
  • ¡Sin ratas o insectos! ¡Limpio! [En el de Lisboa encontramos alguna cucaracha].
  • Aunque el recepcionista debía ser como poco pakistaní, no era difícil comunicarse con él, como sí ocurría con el recepcionista de Lisboa.
  • Con una tarjeta podías abrir la puerta de la calle a cualquier hora. En Lisboa todo pasaba por gritar alto ya que, al no haber ni portero automático, todo funcionaba de oído, a lo Omaíta.

Aunque eso sí, con el somier un poco roto y apañado de mala manera y el espacio justo para dormir ambos de canto pero ¿acaso hace falta más?

Eso sí, la reserva tocó lucharla mucho. Había que pagar por adelantado, pero no admitían tarjetas de débito, sólo de crédito, y nos la jugamos a ir allí y que no quisieran acogernos… pero qué queréis que os diga, todo se arregla yendo con pounds por delante.

Tras instalarnos en el hotel, fuimos al Subway de Victoria Station (¡tremenda franquicia de bocadillos!) y con toda mi moral y un dedo roto (el meñique del pie derecho, una gran historia) ya en esa primera tarde visité:

  • El Big Ben.
  • La abadía de Westminster.
  • El palacio de Westminster (Parlamento).
  • Buckingham Palace.
  • El nº 10 de Downing Street (la residencia oficial del Presidente de Reino Unido).
  • St. James Park.

Después de esta primera visita para abrir boca, hicimos algo muy inglés: entrar en la franquicia Wasabi y comer comida japonesa. Una cosa que llama mucho la atención de Reino Unido es la poca gastronomía propia, más allá del English Breakfast y de los Fish and Chips (¡y del chocolate tan estupendo que tienen!) por lo que allí las franquicias proliferan como setas y una de las más famosas es esta, por aquello de que por menos de cinco libras te venden un Asia Box con tallarines fritos y algunas cosas más que da para que coman dos personas (¡y que está rico!).

Por aquello de experimentar, no contentos con limitarnos al Asia Box pillamos algo que no tenemos claro si era un zumo o una salsa de Aloe Vera con tropezones sospechosos. Sin embargo, era una mierda que estaba bastante buena una vez que superabas el trauma inicial de su textura. Además, quitaba la sed, que es de lo que se trata.

También nos pusimos a ver la BBC (como comenté antes). Un esfuerzo muy interesante en las jornadas previas a la votación por la independencia de Escocia. Ahí estábamos Noel y yo fijándonos en si había o no disturbios callejeros, en las opiniones de la gente, en el ambiente en general… y sólo había muchas banderas de la Union Jack, alguna de bandera clásica inglesa y… ya. A nivel de calle parecía un día cualquiera, más allá de que el resto de Europa (y especialmente en España) estuviéramos sin respiración, pendientes de todo el proceso.

Unión Jack:

Bandera inglesa (si tiene nombre específico, lo ignoro, aunque por ahí he visto que la llaman Cruz de San Jorge): 

Al fin y al cabo nada hay más natural que votar en democracia ¿verdad?. O al menos eso es lo que debería ser cuando no se vive en un país en el que los políticos están más pendientes de comparar sus atributos que de escuchar al pueblo, aunque esa es otra historia.

Cosas que me llamaron la atención:

  • La llegada al aeropuerto. Por una pequeña mancha en mi pasaporte me dijo un policía español que en cuanto pudiera lo renovara. Dicha mancha no afecta a mis datos personales ni a mi foto. Por suerte, según me dijo, con el DNI español no debía tener problemas, aunque eso no me evitó pasar un poco de miedo en el aeropuerto inglés. Lo que no esperaba es que allí, como país civilizado y del primer mundo que son, tienen unos lectores de imagen y el proceso de salida del aeropuerto es tan simple como poner el pasaporte en el lector y dejar que un sistema de reconocimiento facial comprobara que yo soy la misma chica de la foto del pasaporte y que el pasaporte es válido.
  • Algún británico excesivamente limpio. Andábamos Noel y yo comiendo tranquilamente en una terracita del Subway cuando vemos que un inglés aleatorio y totalmente desconocido se aproximó a nuestra mesa, recogió nuestras bolsas y papeles (los desperdicios de tomar nuestros bocadillos) y los tiró a la basura. Ojo que este inglés no era un camarero del Subway y nosotros tampoco nos habíamos ido sin recoger: aún estábamos comiendo.
  • Las palomas británicas son los animales más confiados de la tierra. Se te acercan, aunque no les ofrezcas comida, y están a tu lado. Señal de que al menos en Londres se trata bien a los animales.
  • El pin de «Baby on board». Las mujeres británicas van con el pin de «bebé a bordo» para que se respeten esos asientos a los que tienen derecho en los transportes públicos.
  • Los zapatos cómodos. Las mujeres británicas, como todas las demás, a veces deben ir a trabajar de traje… pero eso no les impide ir con deportivas por la calle. Los zapatos de tacón se guardan en los bolsos y ya se los pondrán cuando lleguen a sus respectivas oficinas. ¡Olé por ellas!.
  • El uso de la bicicleta. Es muy habitual ver a todo tipo de gente en bicicleta: jóvenes y mayores, hombres y mujeres, personas solas o grupos, personas de sport o arregladas para ir a una oficina, con o sin carril bici específico. Realmente los ciclistas británicos no tienen miedo de ir con sus bicicletas adonde sea, porque saben que van a ser respetados. ¡Qué sana envidia me dio!
  • Obvio, todo va al revés y ellos saben que a nosotros nos flipa. Cuando digo todo me refiero tanto al sentido de la circulación como a la distribución del volante u los pedales dentro de los vehículos o a los horarios de las comidas. Para que no nos volvamos locos, por todo Londres hay indicaciones en el suelo que señalan hacia dónde se debe mirar porque vienen coches y hay lugares en los que se puede comer y beber todo el día.
  • La tranquilidad general a pesar de lo que nos jugábamos todos con las votaciones en Escocia, como comenté antes.

Y aquí mi primera entrada sobre el viaje de Londres, porque si no lo hago por capítulos se hace más pesado, aunque os adelanto lo que vi el viernes:

  • El London Eye.
  • El obelisco de Cleopatra.
  • La iglesia del Temple
  • El Museo Británico.
  • Trafalgar Square.
  • Picadilly Circus.
  • Camden Town.
  • El Soho.

Las cosas que probé:

  • Kit Kat con crema de cacahuete.
  • Coca cola de Vainilla.

Y las cosas que me sorprendieron:

  • ¿No cuchillos, no pistolas y no whisky?
  • ¡Lo que le gusta a los ingleses ir mirando bolsos ajenos!

¡Mañana más! 🙂 ¡y mejor!

Acerca de Hécate

Lee y me cuentas.
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Una respuesta a Viaje a Londres (CAP I)

  1. Bueno, eso de los zapatos planos, es discutible, que yo veo a cada una «divina de la muerte» de la cabeza a los pies, con unos pedazo de tacones que no pueden ni estar de pie, andando como un pato por mitad de una calle empedrada que es para decirle «Hija mía ¿no sería mejor que llevaras unos zapatitos más cómodos?» ¿Y qué decir de ese maquillaje de ojos super recargado que uno se preguntan cómo lo hacen para parpadear?

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