Balance del 2015

¡Hola a todos!

Para variar la tónica, voy a hacer una entrada abierta, pues aunque lo que se va a decir en ella es personal, no me importa que se haga público.

Este 2015, aunque ha tenido sus sinsabores, ha sido para mí el año de recoger los frutos de unas semillas que había plantado hace mucho tiempo.

Si tuviera que resumirlo, el resumen sería el siguiente:

• De enero a junio: una época muy dura. En enero mi abuelo nos dio un susto, del que por suerte se recuperó. No así la abuela de mi pareja ni la de uno de mis mejores amigos. Después de haber ido a ver a mi abuelo, no volví a pisar de nuevo mi tierra hasta verano, por lo que se puede decir que estuve exiliada seis meses, dejándome los cuernos en el examen de oposición. Por cierto, los kilos que perdí los volví a recuperar, para esas alturas la ansiedad y el hecho de pesar todo el día sentada estudiando pasaron factura.
• De julio a septiembre: el auténtico momento de la cosecha. Apruebo la oposición, mal que le pese a algunas personas. Mi pareja me regala las mejores vacaciones de mi vida, un recorrido por cuatro países. Mi libro («Diez criterios para orientar a los hijos al éxito» escrito con Miguel Ángel Carroza Barroso y publicado con CCS ediciones) sale a la venta tras dos años de preparación y es presentado en Almería (todavía tengo pendiente subir el vídeo de la presentación). Además, me mudo a una casa un poco más vieja pero en un barrio mucho mejor, sintiendo esta casa mucho más hogareña que la anterior. ¡Tengo bares y tiendas cerca! 🙂
• De octubre a diciembre: Los meses de la dura espera. Me doy cuenta de que aprobar la oposición no es lo suficiente, luego está que se mueva la lista, el ser o el no ser llamada.  Invierto ese tiempo en continuar aprendiendo a cocinar, pues a todo hay que sacarle su rendimiento y acepto la propuesta de Fonso para colaborar con la revista virtual «Magazine Crew». También me dediqué a pelear con uñas y dientes por la situación de la Especialidad de Primaria, que es algo que daría para muchas entradas aunque, finalmente, un grupo de personas decidimos cambiar la estrategia y optar por otra vía a partir de enero del 2016. Al final, después de consumirme porque el tiempo pasaba y nunca me llegaba el turno, el último día de diciembre en el que las bolsas estaban abiertas antes de vacaciones fue en el que me llamaron, por lo que ahora puedo decir que, tras muchos años en negro o en trabajos por horas sueltas, al fin soy una maestra interina que está trabajando en un bonito colegio de la sierra de Madrid. ¿Que está lejos? No me pesa. Estoy tan contenta que me da igual madrugar o tardar lo que tardo en los medios de transporte. De hecho, me emocionó recibir el sms de la Seguridad Social en el que se me comunicaba que me habían dado de alta.

He conseguido en este año varios de los grandes hitos que me había puesto en la vida. Ahora sólo me cabe luchar para conservar lo que tengo: seguir escribiendo, seguir publicando, permanecer en la rueda de la interinidad y, sobre todo, preservar mis afectos (los que han sobrevivido a toda clase de ataques) pues son lo más importante de esta vida y, sin ellos, todo lo demás carece de valor.

¡Felices fiestas!