¡Hola a tod@s! ¿Qué tal el verano?
Ya hacía mucho tiempo que no escribía, y menos una entrada pública, así que va siendo necesario actualizar… porque ya son muchos años de blog y, a pesar de que la vida cada vez me da menos cuartel, una parte de mí se resiste a dejarlo estar sin más.
¿Qué ha sido de mí este tiempo?
Vayamos por partes:
A.- OPOSICIONES:
- En 2020 me hubieran tocado las de Secundaria y en 2021 las de Primaria. Como la covid retrasó todas un año, al final en 2020 no hubo examen y en 2021 se han celebrado las de Secundaria.
- Contra todo pronóstico, pues entre la pandemia, las otitis infantiles, coches que se averían, contratos temporales y demás dimes y diretes de la vida, resulta que aprobé las oposiciones y con una nota muy aceptable, aunque sin plaza.
- Ahora estoy a la espera de que la lista corra un poco y me asignen un lugar de trabajo que, yendo por la especialidad de orientación educativa, es toda una lotería lo que me puede tocar, ya os contaré. Espero no tardar demasiado en tener centro, si bien mis condiciones no son las mismas que en Madrid por aquello de ser madre de una pequeña de dos años. Sin ir más lejos, antes no me importaba (llegué a hacerlo) pasar más tiempo en transporte público que en el lugar de trabajo y ahora sí.
- Se supone que las de Primaria se celebrarán en 2022. En esta ocasión lo que haré será traer mi nota de Madrid (hasta ahora no había sido posible) lo que me permitirá mejorar mi posición en esa lista. Una lista en la que el curso pasado llegué a quedar a 15 puestos de trabajar, pero hay que considerar en qué condiciones acudí yo a aquel examen hace dos años: embarazadísima, vomitando, con información errónea que me dio un sindicato… una historia para no dormir.
B.- VACACIONES, VIAJES:
- Dada la situación de pandemia, continúo sin viajar al extranjero. Lo cierto es que la mayor parte de mi vida la he pasado sin viajar, ni siquiera me pude ir a ningún viaje de estudios en su momento, así que todos mis viajes relevantes los he hecho en mi vida adulta. No me va a dar un telele por no viajar, pero tengo que admitir que me encanta y lo echo de menos.
- Este año estuvimos a punto de volver a Italia… pero creí que había suspendido las oposiciones (¡yupi!) cancelé el viaje y me apunté a un curso del SEPE que dejo, porque estoy agotada, no me veo capaz de acabarlo y es probable que de aquí a unos días me esté mudando a uno de estos pueblos inexpugnables asturianos. La buena noticia es que Noel teletrabaja, así que mudarnos no es un problema. Lo problemático es encontrar en cada destino potencial una escuela infantil pública o privada que cubra la etapa de 0 a 3 años.
- Al menos, tanto el año pasado como este pudimos ir a Almería. En ambos casos me he quedado con las mismas sensaciones: alegría, por un lado, de ver a gente que me cuesta mucho ver debido a la distancia; tristeza, por la gente que no pudo verme, no quiso verme o no era prudente ver por la situación con la covid; y algo de nostalgia, porque cada vez que voy ha cambiado algo, así que la Almería que visito cada vez se parece menos a la que recordaba. Es más, lamento decir, pero así lo siento, que cada vez me siento «menos de allí» y más de ningún sitio; durante los últimos dos días lo que realmente me apetecía era volver a mi casa, a mis hábitos y a un clima que, aunque deprimente, tiene la virtud de dejarme dormir fresquita y tapada por las noches.
- Lo más satisfactorio de todo es lo bien que lo pasó la peque. Entre esa semana y la anterior, que tuve a una gran amiga y a su hija de visita, noté que mi niña espabiló un montón hablando, mejoró la motricidad, jugó más en los parques, subió en un tiovivo del que no había quien la bajara («¡Caballitos! ¡Míos! ¡Fuera niños! ¡Quita niños! ¡Quiero mi sitito!«) se bañó en la playa (tampoco había modo de sacarla y menos aún de bajarla de su flotador con forma de dragón) evidentemente, aunque solo fuera por ella, habría que volver.
- Otra cuestión es que creo que vamos a dejar de ir en agosto. Cuando llega el calor, los chicos se enamoran y las medusas organizan una rave en el agua. Choqué con una y acabé en urgencias, con erupciones contundentes en la muñeca derecha, ingles y vientre. De hecho, me pincharon urbason, porque, además del dolor (ni medio normal, y he sufrido picaduras antes) lo más alarmante era la inflamación. Miedo tengo de haberme quedado con algún tatuaje para mucho tiempo o, incluso, para siempre. Por desgracia, el agua estaba turbia y no puedo describirla, pero, por lo que he visto en Internet, no sería descabellado pensar que me picó una carabela portuguesa. En palabras del médico que me atendió en urgencias «están saliendo bichos del agua que no habíamos visto nunca» y «picaduras como la tuya he visto tres o cuatro este verano». Así que ojito, navegad con precaución.
- También tengo pendiente volver a Madrid, pero mi ciudad de origen es prioritaria. El año pasado teníamos previsto llevar a la peque al zoo y ver a gente, pero (otra vez gracias a la pandemia) no pudo ser, así que estamos esperando la oportunidad de volver. Al final, como creo haber comentado alguna vez, le estoy profundamente agradecida a Madrid por muchas cosas y hay gente allí a la que me alegraría mucho ver.
C.- PROYECTOS:
- Da miedo hablar de proyectos en tiempos de covid. Cuando llegué a Asturias, si lo recordáis, quería retomar mi Wing Tsun (¡inocente!) inscribirme en algún taller de escritura, hacer amistades… como es lógico, entre la bebé, las oposiciones y las restricciones sanitarias, apenas pude apuntarme unas semanas a clases de espada vikinga (sí, hablo en serio) luego todo se canceló. En cuanto a las amistades, conocí a dos chavalas; una desapareció por bebé, tesis y pandemia (o igual no le caí tan bien, lo cual es legítimo) y con la otra sigo manteniendo relación y nos vemos de vez en cuando. Pero los hechos son los hechos, la mayor parte de mis amistades viven en otras comunidades… y si hay algo que dañe las relaciones es la distancia. De hecho, dos años después de la mudanza, ya voy viendo venir qué amistades van a mantenerse, aunque pierdan intensidad, y cuáles se van a acabar perdiendo. Es lo que tiene esta «sociedad líquida» ese concepto que gusta tanto en sociología.
- A la espera de que la vida se normalice y volver a realizar algún deporte, escribir, conocer gente, etcétera; ahora mismo ando metida en un proyecto que no sé si llegaré a acabar porque depende solo de mí. Inicialmente era un proyecto cooperativo, pero todos los que iban a cooperar decidieron dejar de hacerlo. Estrictamente, no llegaron ni a empezar. Se trata de un libro, de naturaleza técnica, del que no quiero adelantar más por curarme en salud. No es un tema sobre el que se haya escrito antes (o, al menos, eso creo) y me toca ser prudente, no me vayan a pisar la idea. Internet es oscuro y alberga horrores.
- ¿Y la literatura? Algún día volverá, forma parte de mí, aunque de vez en cuando escribo algún texto corto (y cada vez de peor calidad, estoy oxidada) pero me es muy complicado. Ya me está siendo complicado actualizar el blog. Como diría Virginia Woolf, y siempre yendo más allá de la literalidad, toda mujer necesita una habitación propia. En otras palabras, una vez que llega la maternidad, reconquistar los espacios y oportunidades de ocio individual es una larga batalla. Pero todo llegará, tampoco me pesa disfrutar de cómo mi peque crece y aprende día a día.
Un saludo afectuoso a quienes me quieren bien… y escupitazos en los ojos a quienes no 😉
Silvi me dio pena no veros pero voy muy liado la verdad a ver si para la próxima podemos…
No te preocupes, cuídate 🙂
Me alegra saber de ti. 💙
Aún me salvo de la pandemia, pero no así de la artrosis que frena mis pasos y quizá en breve operen poniendo la articulación robótica. Veremos cómo consigo manejarla. Ya podía venir con Wifi o radio para cuando salgo de pase. Espero que tú estés con Salud y que el Amor y el trabajo no falte.
Un abrazo. Una ‘ranita’ Azul. S. Elisa L. V.
Un abrazo enorme, Elisa. Siento haber tardado tanto en leer y aprobar este mensaje. Esto te da una idea de lo absorta que me tienen la maternidad y mi complicado mundo laboral. Cuídate muchísimo.