A demanda del público: los profesores de religión


A demanda del público: los profesores de religión

Como expliqué hace no mucho, la religión como asignatura se define por ser de oferta obligatoria y de elección voluntaria. Por tanto, debe haber profesores de religión en todos los centros. Lo más habitual es que haya, al menos, un profesor de religión católica en un CEIP (aunque sólo sea por los críos que quieren hacer la primera comunión) y entre medio y dos en un IES. ¿Los medios profesores dan clase? No, lo que quiero indicar con esto es que si en un centro no hay horas suficientes como para cubrir el horario de un profesor de religión, es probable que completar su horario con dos o incluso más centros.

También hay profesores de otras religiones, basta con que una cantidad suficiente de alumnos de una misma religión lo solicite. Los siguientes más solicitados (según mi apreciación personal, al menos en el entorno que conozco) después del profesor de religión católica son el profesor musulmán y el de cristianismo evangélico.

Ignoro los detalles de cómo alguien llega a ser profesor de religión cuando se trata de una religión distinta a la católica, pero de lo que sé puedo hablar largo y tendido por experiencia casi personal: dos familiares míos se dedican a ello. Cuanto viene escrito a continuación se refiere exclusivamente a los profesores de religión católica.

La enseñanza de la religión católica en España se apoya en un pacto entre el estado español y el estado vaticano, escapando en cierto modo a los vaivenes de la jurisprudencia nacional. Este es el motivo principal por el que es tan complicado eliminar la enseñanza de la religión en nuestro país, a pesar de las diversas campañas que se han convocado para ello.

Y ahora, lo interesante: cómo acceder.

El acceso a profesor de religión ha tenido varias etapas, al menos desde inicios de los 90 hasta ahora. Podrían clasificarse de este modo:

Etapa 1: Nombramiento “a dedo”, por trifásico de algún sacerdote. En esta fase se coló gente de todos los pelajes. De aquí viene gran parte de la mala fama del profesorado de religión.

Etapa 2: Se considera apto a quien obtenga la DEI (Declaración Eclesiástica de Idoneidad). Para obtener la DEI era necesario: poseer un título universitario previo y matricularse en la Universidad Pontificia de Salamanca (quizá también se pudiera en otras, no estoy segura) en el curso del mismo nombre, que tenía dos variantes: DEI de primaria y DEI de secundaria.

Cuando se llegó a esta etapa, hubo un tiempo de adaptación en el que se pidió a la gente de la etapa 1 con poca antigüedad que tuviera la DEI, aunque a la gente de la etapa 1 con mucha antigüedad (y cercana a la jubilación) se le perdonó a cambio de que asistiera a las formaciones continuas.

Cabe decir que el profesor de religión está sujeto a las mismas horas de formación continua que cualquier otro profesor y esta formación tiene una doble vertiente: didáctica y religiosa.

Etapa 3 (no es extrapolable al ámbito nacional): Durante un tiempo el que fuera delegado de los profesores de religión fue también profesor de universidad. De ese modo, en los diferentes magisterios se introdujeron optativas de religión, para que quien aprobara todas esas optativas fuera maestro “de lo que sea” y de religión al mismo tiempo, equivaliendo estas optativas a la DEI de primaria (e infantil). Las implicaciones de que el delegado de los profesores de religión sea profesor al mismo tiempo quedan a disposición de vuestra lógica.

Observación: No sé si la opción de convalidar las optativas de religión por la DEI sigue vigente o se puede estar dando en otras ciudades españolas, ya que en estas cuestiones hay una gran variabilidad por ciudades y autonomías.

Etapa 4: Se respeta el sistema de obtener la DEI de primaria, pero se endurecen las normas para la DEI de secundaria, exigiéndosele al profesorado de secundaria, con o sin la DEI anterior, que se matricule en la carrera de ¡Teología! Para más información, recomiendo este enlace:

http://www.archimadrid.es/dde/ensereligion/informa/dei.htm

Observación 1: para el profesorado de secundaria en activo, basta matricularse e irla sacando. O incluso puede que le perdonen cosas, si llevan muchos años y estamos de rebajas, ya que llevan mucha formación continua a las espaldas, pero al profesorado nuevo se le exige que se cuente con Teología antes de acceder al puesto.

Observación 2: Para “facilitar” las búsquedas por internet, se le cambia de nombre a la DEI, rebautizándola como DECA – Declaración Eclesiástica de Competencia Académica; en congruencia con el nuevo enfoque de “educación por competencias”-. ¡Qué ganas de liar a la gente! Más detalles, en este enlace:

http://www.conferenciaepiscopal.es/ensenanza/Deca/Acuerdo.html

Observación 3: Como veis, la DEI-DECA no sólo es una titulación académica que ha ido variando a lo largo del tiempo; lleva implícito un nombramiento eclesiástico, porque el profesor de religión debe ser “competente” (académicamente) e “idóneo” (moralmente).

Copiaré un fragmento que lo ilustra:

“Declaración Eclesiástica de Idoneidad, expedida por el Ordinario diocesano de la localidad donde se pretenda impartir clase de religión. Como requisito previo hay que estar en posesión de la Declaración Eclesiástica de Competencia Académica.

La expedición de la DEI  supone recta doctrina y testimonio de vida cristiana. Está basada en consideraciones de índole moral y religiosa, criterios cuya definición corresponde al Obispo diocesano.

La DEI puede ser revocada por el Ordinario diocesano cuando deje de cumplirse alguna de las consideraciones por las que se concedió y no tendrá validez en otras diócesis”.

¿Y esto qué quiere decir?

Pues en términos prácticos, lo siguiente:

–          El profesor de religión debe ir a la iglesia todos los domingos, no sólo a la BBC (bodas, bautizos, comuniones). Es recomendable que sea visto en celebraciones religiosas, tales como las procesiones de Semana Santa.

–          El profesor de religión debe donar el 2% de lo que cobra anualmente a la iglesia, aunque luego salga de su bolsillo la formación que debe cursar: la formación, las comidas de los ponentes, etc. Algunos, con cierta sorna, llaman a esto «impuesto revolucionario».

–          El profesor de religión no debe abortar ni apoyar el aborto.

–          El profesor de religión no debe divorciarse a menos que se le reconozca el derecho a conseguir la “nulidad matrimonial”.

–          El profesor de religión no debe “vivir en pecado”, es decir: 1. Nada de divorciarse y vivir con otra persona; 2. Nada de estar soltero (o viudo) y vivir con otra persona sin casarse; 3. Nada de estar soltero (o viudo) y entrar en relaciones con una persona divorciada, porque si la otra persona no tiene la nulidad eclesiástica, se considera que se está cometiendo un adulterio.

–          El profesor de religión no debe ejercer de forma manifiesta la homosexualidad. En suma, puedes ser homosexual siempre que te consueles dándote friegas de agua helada.

–       El profesor de religión no debe apoyar la Eutanasia.

–          Y, en suma y como síntesis, no puede hacer nada que esté considerado por la Iglesia como amoral. Para más información, véase:

http://www.corazones.org/moral/10_mandamientos/a_10mandamientos.htm

–          ¿Consecuencias? De todos los colores, porque pueden “descalificarte” como profesor de religión acciones tan curiosas como ser militante activo de formaciones políticas que apoyen el aborto (aunque a título personal no lo apoyes), o elegir editoriales que no vayan muy en línea con los pensamientos de la iglesia. También puedes sufrir mucho daño laboral si te pasas de sindicalista y te pones a exigir más derechos laborales; al profesor de religión más le vale ser manso.

Quizá el mayor problema del profesor de religión sea el servir a dos amos al mismo tiempo: a la iglesia  (es quien contrata) y al estado (es quien paga). Por ello, reciben el doble de inspecciones, sufren el doble de tensiones y sufren severos conflictos de lealtad.

Recapitulemos sobre sus condiciones laborales:

–          No superan las oposiciones nunca. Eso les convierte en personal contratado “ad eternum” (con exactitud, “Personal Laboral”, como puede serlo un conserje), si bien en los primeros tiempos cobraban una “gratificación” (equivalente a lo que hoy puede cobrar un becario) por ejercer la docencia el mismo número de horas que los demás, y en la actualidad pueden presumir de haber conseguido que su sueldo esté homologado al de los interinos y, desde hace muy pocos años, que el tiempo que un profesor de religión tenga en la docencia sea reconocido como baremo en las oposiciones. De ahí que se hayan endurecido tanto las exigencias para acceder a profesor de religión.

–          Como su contrato se renueva anualmente, no se les despide, sólo se “extingue” su contrato.

–          Si el profesor lleva muchos años renovando el contrato y no es tan fácil extinguir su contrato, basta con alegar que ha dejado de ser moralmente idóneo y como la idoneidad moral era uno de los apartados que se firmaban en el contrato… el profesor queda expuesto.

–          Y, además de a estas exigencias, deben responder a las exigencias laborales que le imponga como docente su Comunidad Autónoma, en el caso del profesorado de religión de Almería hablamos de la Junta de Andalucía. El contar con menos derechos no les hace tener menos obligaciones.

–          Detalles sobre dichas exigencias: no tienen trienios, sexenios ni complementos, no pueden optar a puestos de la junta directiva, tutorías o coordinaciones de ciclo, no cuentan con reducción horaria para los mayores de 55 años, pero sí tienen obligación de participar en el claustro, hacer recreos, y demás obligaciones asociadas a la docencia (realización de programaciones, memorias, salidas, guardias…)

¿Y cuáles son las consecuencias finales de esto? Pues que el profesor de religión:

–          Es minusvalorado por sus compañeros de centro.

–          Es espiado en su moralidad por la entidad a la que sirve: la iglesia.

–          Es amenazado constantemente por el poder político, ya que el debate de la pertinencia de la enseñanza de la religión es muy recurrente.

–          Se confunden las fronteras entre qué ha de ser un profesor de religión y qué ha de ser un catequista. El profesor, al menos desde mi punto de vista, debería enseñar en qué consiste la religión teniendo en cuenta que ésta nos ha marcado culturalmente.  Por ello es un profesor. El catequista es quien se ocupa de inculcar la fe. Por ello es personal voluntario.

–          Y, debido al mal clima de trabajo que se crea, se expone a que sus mismos compañeros (por competitividad de cualquier tipo) o personas que quieran apartarle de la profesión se limiten a desvelar secretos o soltar rumores para arruinarle su vida profesional.

Hay que decir que muchos miembros de la iglesia procuran hacer la vista gorda cuando algún borde les dice cosas como “he sabido que la profesora de religión de mi hijo se ha ido a vivir con un divorciado ¡menuda impúdica!” y antes de dar la patada en el culo, siempre puede haber algún amigo que te avise con un “cuidadín, pecadora de la pradera, que me han dicho que tal, disimula una miaja, que no te quiero despedir”. Pero la gente, conociendo según qué cosas y sabiendo la mala leche que gastamos las personitas con nuestros semejantes, sabe que si presiona lo suficiente a la iglesia por determinados puntos, no es muy complicado conseguir un despido.

Es como lo de los criterios de productividad. Un profesor de religión, a diferencia de otros, debe demostrar ser “productivo”. ¿Cómo?

–          A través de la lista que mandan cada año a la Delegación Episcopal con los alumnos matriculados en religión para ese curso. Si de pronto, bajan mucho los matriculados, el profesor corre riesgos.

–          A través de otras variables, como “incidentes sucedidos en el centro” o “recaudación en el Domund ese año”.

Que no es que vayan a despedir por una baja de alumnos o una baja recaudación… pero en estos entornos tan inestables, tan oscuros, más vale caer bien… así que estas pequeñas cuestiones también tienen su impacto en la competitividad entre profesores.

Espero que este artículo no se haya hecho muy pesado y que sirva, tanto a quienes apoyan la enseñanza de la religión como a quienes la critican, para mostrar la espantosa situación laboral de estos profesores, que por el tiempo y esfuerzo que dedican a su labor merecen un respeto que NO TIENEN.

Acerca de Hécate

Lee y me cuentas.
Esta entrada fue publicada en Experiencias Pre-Profesionales, Genérico, Testimonios y etiquetada , , , , , , , , . Guarda el enlace permanente.

11 respuestas a A demanda del público: los profesores de religión

  1. raphaela dijo:

    Soy argentina y vivo en mi país, en el cual desde tiempo inmemorial no se enseña religión en los colegios estatales: sólo en los privados a cargo de órdenes religiosas, en cuyo caso no se da la pluralidad de credos entre los alumnos. Quizás por esa razón -no haber vivido la enseñanza religiosa- creo que debería suprimirse en la escuela pública. Más en estos tiempos y en países como España en los que entre el alumnado los hay de diferentes religiones, y encima la enseñanza no es obligatoria. Que cada cual envíe a sus hijos a su iglesia a aprender religión, o -si puede- lo envíe directamente a un instituto religioso donde recibirá tales enseñanzas.

    Respecto de las reglas que debe observar el profesor de religión católica, me sorprende que alguien pueda cuestionarlo o, al menos, señalar eso como algo que se debe señalar. Si el fulano en cuestión enseña religión católica se supone que es católico y más aún, católico práctico. Ergo, ES COHERENCIA Y NADA MÁS QUE COHERENCIA que viva como un católico práctico: que asista a misa los domingos, que no aborte, que no conviva con alguien sin casarse, etc. Lo contrario sería un ejercicio más de hipocresía. Como si alguien que da cursos para superar la ludopatía, todas las noches fuera a un casino a jugarse hasta las medias.
    Y antes que me digan todas esas lindezas que hoy por hoy se le dicen a los católicos prácticos -de muy mala prensa, lo cual induce a que un católico práctico casi deba ocultar su condicion o avergonzarse de ella, o, como escuché más de una vez, se sienta obligado a decir: sí, soy católico pero no fanático, no creas que hago todo tal cual, en realidad no creo en los curas (como si alguien hubiera dicho alguna vez que ellos son artículo de fe), antes que me digan esas cosas, decía, les recuerdo que uno no tiene obligación ni de ser católico, ni de observar cuanto indica la religión, y puede decirse católico y abortar, ser gay, no pisar una iglesia en su vida, sólo que… en ese caso no sería decente que se gane la vida enseñando ¡religión católica!

    Un abrazo a todos. Católico. Es decir, universal.

  2. raphaela dijo:

    Aclaro, por si es necesario, que no tengo prejuicio alguno contra los gays en cualquiera de sus versiones. No creo en aquello de la elección sexual, y me parece que los gays son un ejemplo de ello. Uno no elige su condición sexual sino que se la impone la naturaleza: un varón no elige sentirse excitado con el contacto de otro varón y no con el de una mujer, como una mujer no elige sentirse excitada por el contacto con otra. Sólo sucede y hasta donde sé, es motivo de una profunda turbación hasta que ese ser debe admitirse a sí mismo su condición «diferente». Nada tengo en contra de alguien que siendo católico sea gay y ejerza su homosexualidad. Creo que es de esos casos en los que hay que dejar prevalecer el amor y ponerlo en manos de Dios, que a todos ama y cuyo amor acoge a todos. En cambio no estoy de acuerdo con institucionalizar la unión gay: la naturaleza misma -más allá de las religiones- indica que nos ha hecho hombre y mujer para unirnos, procrear y fundar familia, base de la sociedad humana.

  3. hengo dijo:

    Gracias por hacer caso a mi petición =) Me has dejado ALUCINADA. Los funcionarios entrarán por oposiciones, y será jodido, pero pasar toda la vida como profesor de religión lo veo aún peor. A un funcionario, una vez pasa las opos, nadie le replica ni le levanta la voz (bueno, los alumnos, pero no por ellos le van a despedir), hace lo que le da la gana y feliz será, con su buen sueldo, y sus trienios, y sus hasta dos meses de vacaciones, más festivos, más puentes… Un profesor de religión, esos a los que despreciaba yo, tienen que vivir tooooda su vida según unos mandatos bastante duros. Para empezar, en algún sitio de este blog se ha comentado que los profesores enseñan, los catequistas son los que te inculcan la fe (o que así debería ser). Pues no entiendo por qué para enseñar tienes que SEGUIR los preceptos religiosos, con conocerlos basta. Mi profesor de educación física no iba todos los días al gimnasio, pero sabía hacer deporte. Y en todo caso, aún admitiendo que para enseñar la teoría de una religión tienes que ser coherente con ella… pase lo de ir a misa los domingos (si eres cristiano, se supone que lo haces), pase lo de no divorciarse, pero, ¿no vivir con tu pareja sin estar casado? Una de dos, o dejan divorciarse, o dejan conocer a fondo a la otra persona antes de la boda. Y lo de la homosexualidad, ¡es anticonstitucional, joder! Hay muchas peticiones que son incompatibles con la sociedad actual. Increíble.
    No volveré a mirar mal a un profesor de religión.

  4. vicente dijo:

    Ni entiendo que el Vaticano sea considerado un Estado, ni que en los centros educativos se imparta religión; y me considero cristiano, pero no es el sitio adecuado para ello.

  5. vengatriz dijo:

    Yo entiendo que es un tema polémico. Sobre si la religión debe o no debe seguir en las escuelas se puede decir mucho. El caso es que existe, que tenemos este colectivo profesional… y que se encuentra en esas condiciones, sobre las cuales he querido hacer hincapié. Si la religión desapareciera de las escuelas ¿Qué pondríamos en su lugar? ¿Qué haríamos con estos profesionales? ¿Nos aporta algo la religión o no nos lo aporta?

    Me alegra haber servido, al menos, para arrojar un poco de luz sobre el asunto, desvelando una situación que no suele ser conocida.

    Gracias, Hengo, por permitirme hacerlo y gracias a Vicente y a Rafaela por dar sus opiniones 🙂

  6. Pingback: Los números de 2010 | ¡Abajo las oposiciones!

  7. Juan dijo:

    Gracias por este estupendo articulo y las opiniones amables que he leido. Estaba un poco cansado del desprecio que sufrimos los trabajadores de la ensenanza de religion en algunos centros y en la sociedad, por algunos sindicatos y partidos politicos:hay cuestiones que son discutibles pero hoy por hoy la religion en la escuela es optativa y los padres apuntan o no a sus hij@s, ojala pudieramos elegir mas optativas para la educacion de nuestros hij@s y ojala se hablara mas de una escuela mas inclusiva y menos excluyente…y ahi cabe la cultura y los valores y las religiones recogen ambos tan necesarios en la formacion integral de la persona.

    • vengatriz dijo:

      ¡Hola, Juan! Bienvenido a este rincón. Me alegra mucho que te haya gustado lo que has leído. Como explicaba, es una realidad que conozco de cerca y que considero muy injusta.Además,la mayor parte que habla en contra de esta profesión, no la conoce, y de hecho creo que es la rama de la docencia más desconocida, así que por eso me pareció necesario el artículo.

      Te sorprenderá saber que es uno de los más leídos de la historia de mi blog, cosa especialmente curiosa considerando que mi blog realmente aborda otras temáticas, por lo que el que tratara ese tema fue algo muy circunstancial, porque una lectora me lo preguntó.

      Un saludo 🙂

  8. willy dijo:

    Hombre yo digo una cosa , para ser maestro de religión , hay que ser también diplomado en algunas de sus diplomaturas , ahora grados , yo soy las 2 cosas maestro de educación especial y profesor de la Deca , pero una cosa me gustaría decir , el profesor de religión debería de imponer sus ideologías morales solamente en horario de clase, también es normal que vaya a misa ( al igual que cualquier docente que trabaje en algún centro concertado confesional sea de la asignatura que sea) debido a que ya tantos unos como otros somos en su mayoría personas que hemos pasado por la facultad de magisterio) ya no se lleva que la monjita te diera clase, de cualquier asignatura o el cura te da religión ( salvo en secundaria creo que es donde te exigen tener estudios eclesiásticos . Lo que pienso que uno si puede impartir religión sin tener que llevar las reglas a raja tabla, ( la cosa es que les inculquemos la fe en Jesus y no que viva con quien viva , ni tampoco estar en contra de cosas que tus propios ideales ya serían contradictorios en fin aunque sea profesor de la deca quiero decir que soy de pensamientos muy nuevos y liberales , ( se puede creer en Dios , sin seguir a raja tabla la doctrina que nos marca el vaticano) en fin… no se si seré alguna vez profesor de religión……….

    • vengatriz dijo:

      Si esa es tu vocación, te deseo lo mejor. Simplemente, hice un repaso de lo que conozco de un colectivo profesional que está bastante minusvalorado siendo, a su vez, un gran desconocido para la mayoría de las personas.

      Gracias por leer y comentar 🙂

  9. Abelardo Arteaga dijo:

    Buenos días.
    Soy Abelardo Arteaga. Imparto clase de religión en secundaria, en la escuela pública.
    Lo primero enhorabuena por esas opiniones artículo que encabeza la página, es muy completo y «punzante», retrata una realidad que todo un colecctivo comparte. Deciros que así es, soy de los que estudiaron, siguen estudiando, ahora idiomas, porque claro estoy en el Levante español y toca nacionalismo emergente, también mostrar impecabilidad, buena disposición, la otra mejilla y sonrisa profident.
    Uno ya se acostumbra al acoso, al despropósito, el acorralamiento y otros «ismos», todo esto sin contar la vorágine adolescentes y maleducada del día a día, como si no nos pesara. Pero eso da igual, uno ya desarrolla callo y puede con todo, menos con una cosa: que los de tu propio colectivo se vengan abajo y no crean en lo que hacen. Por Dios, por favor, no dejad de creer en la asignatura, en este trabajo tan maravilloso, de poder acercar a los jóvenes la esperanza, la ternura, la amistad, la solidaridad y tantos otros valores. Escucho a compañeros decir » esto se acaba» ( llevo 13 años escuchandolo)» nos vamos a la calle». Nada de eso, hay que unirse, responder en plataformas, redes sociales y artículos a cada ataque, dejando clara la necesidad en la sociedad actual de un aprendizaje a este respecto.
    compañeros, nada hay peor que no creernos lo que hacemos un abrazo y mil gracias por vuestras opiniones.

Deja un comentario