¡O de cómo fueron aquellos intentos infructuosos de montar una empresa!
Creo que todo desempleado ha pensado alguna vez en montar una empresa. Cuando se lo plantea, suele hacerse las siguientes preguntas:
- ¿Con qué dinero, si no tengo trabajo?
- ¿De qué la monto, si jamás me había metido en estos berenjenales?
- ¿Con quién la monto?
- ¿Cómo demonios hago esto?
La primera pregunta que se despeja es «con quién la monto». Aunque es muy poco rentable económicamente, la gente más favorable a arriesgar es la que no tiene dinero o tiene muy poco (en negro, inestable, de mala manera), es decir, en mi caso,la gente más fácil de convencer para montar algo conmigo era la que estaba como yo.
La segunda pregunta es la de “¿De qué la monto?”. Mucho se ha dicho de los estudios de mercado, pero eso es mitología pura, al menos a nivel pyme. La gente suele tener ganas de currar en aquello que ha estudiado. Si te juntas con un grupo de psicólogos, quieren un gabinete. Si te juntas con maestros, una academia. Si te juntas con electricistas, un taller…. ¿y si el grupo es multidisciplinar? Dirán los hijos de esa “new-wave” que sostiene que la gente de diferentes titulaciones puede y debe cooperar porque eso enriquece más las ideas que las pastillicas “avecrem”. En tal caso, puede ocurrir que:
- Se impongan las moscas cojoneras, forzando a los demás a adaptarse.
- Se piense en un negocio híbrido que compatibilice las profesiones distintas.
En mi caso, se pensó en el híbrido. Había una psicóloga, una estudiante de psicología y una maestra-psicopedagoga. Son profesiones que de modo natural permiten una combinación del tipo “gabinete+terapia psicoeducativa” o “terapia psicoeducativa+talleres complementarios”. Con otras no es tan fácil, aunque hay titulaciones comodín, como la de auxiliar administrativo. Un buen puñado de empresas necesitan a alguien que lleve el papeleo y coja el teléfono.
La cuarta pregunta se resuelve cuando se intenta resolver la primera: “¿Con qué dinero, si no tengo trabajo?” porque es cuando te pones a buscar credit-ICOs, subvenciones, préstamos… y así lo que va saliendo es la información relativa a cómo montar una empresa.
Detalles interesantes y discutibles:
- Es ideal que todas sean mujeres. Así se puede sacar tajada del Instituto de la Mujer, en el caso de Andalucía, Instituto Andaluz de la Mujer.
- Sería deseable que alguna sea o haya sido una mujer maltratada, igual así también tiene derecho a algún tipo de beneficio.
- Tampoco estorba alguna con un grado suficiente de minusvalía, alguna víctima del terrorismo o alguna inmigrante.
- Si no has sido maltratada, ni eres minusválida, ni víctima del terrorismo, ni inmigrante, más vale que seas menor de 30 años, porque esa es la barrera entre la juventud y la senectud; hasta los 30 puedes obtener beneficios del Instituto de la Juventud, en el caso de Andalucía, Instituto Andaluz de la Juventud.
- Si tienes la desgracia de ser hombre, aunque hayas sido maltratado, difícilmente vas a sacar algo de eso. Puedes beneficiarte de ser menor de treinta, inmigrante o minusválido, pero, como dije, sacas mucho más siendo mujer; además, si se te ocurre meterte en un grupo en el que seas el único varón, probablemente acabes nominado: las empresas compuestas íntegramente por mujeres reciben beneficios que las empresas mixtas no obtienen.
¿Injusto? ¡No lo discuto! Como lo veis, lo estoy hasta denunciando, pero he de reconocer que aquella vez que intenté montar algo, todas las componentes de mi grupo éramos mujeres menores de treinta. Por cierto, que este diciembre cumplo los 28, así que me queda muy poco margen del tiempo si quiero beneficiarme de algún tipo de cosa alegando juventud; por más que sospeche y tema que yo, dadas mis circunstancias (siempre empezando de cero) voy a ser una joven eterna.
Otros modos (unisex y sin edad) de buscar dinero:
- Argumentar una utilidad social de la empresa. El término técnico es “Responsabilidad Social Corporativa”.
- Comenzar como asociación sin ánimo de lucro (sí, va en serio) y, desde ahí, convertirla en empresa.
- Intentar ganarte la simpatía de algún alcalde, que las cosas con marca local siempre sacan tajada de algún lado.
- Dar con la olla de oro de un leprechaun; ya que estamos irlandeses.
- Pedirlo. Este es siempre el último recurso. Si no pides y te estrellas, te estrellas solo. Si pides dinero y luego fallas, arrastras a las quienes te apoyaron, normalmente tus padres, porque nosotros no somos como los chinos, que pasan del banco y se hacen los préstamos entre ellos, ahorrándose los intereses.
Si se os ocurren más modos, podéis decirlos.
A partir de este momento, podéis comenzar a redactar el “Plan de empresa” y comienzan las madres mías.
Y de aquellas “madres mías” que sufrí tratará la próxima entrada que publicaré en esta sección.
¡Será continuado!
Me gusta mucho, felicitaciones.
¡Anda, Yago! ¡No sabía que pudieras comentar tan fácil desde tu perfil del FB! ¡Espero leerte más a menudo por aquí!